Valencia

Sin complejos

La Razón
La RazónLa Razón

A Mariano Rajoy cada día se le pone más cara de presidente. Porque el liderazgo, en democracia, es cuestión de votos. Y la victoria de don Mariano sobre Zapatero el pasado 7 de junio ha tenido un efecto que coloca al líder del PP a las puertas de La Moncloa. No ya es sólo que en el interior de su partido cualquier voz discrepante que hubiese tras el congreso de Valencia haya quedado sin sentido, también es el que, ahora, el presidente del Partido Popular es quien puede marcar los tiempos políticos en su pugna con el Gobierno. Cosa de mayorías. Rajoy ha demostrado –a propios y extraños– que eran acertadas las decisiones que adoptó tras la derrota de 2008. Las crisis de los partidos las abren y las cierran los ciudadanos, votando. Y al igual que la segunda victoria de Zapatero abrió en canal a la familia popular, la victoria de Rajoy de hace unos días ha cerrado sus pesadillas. El PP marcha firme. Ahora, en Génova toca mirar hacia delante. Rajoy ha demostrado que frente a todo tiene un gran partido que le respalda. Además, con un suelo electoral más firme que el del PSOE. A partir de hoy la tarea que debe afrontar es demostrar a España que su nuevo PP es capaz de pulverizar la mítica marca para el centroderecha de los once millones de votos.