Sevilla

Son ellas

La Razón
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La España del futuro son ellas. Y ellos. Me refiero a toda una España libre y democrática. No a la actual, separada por una línea imperceptible entre los hayedos de Burgos y de Álava y Vizcaya, o los robledales que establecen la linde entre Navarra y Guipúzcoa. Las sorpresas. Pocos días atrás, en un Colegio Mayor Universitario me topé con una mujer bellísima y abierta, estudiante de Ciencias Políticas, vasca como la isla de Ízaro, la chapela de Paulino Uzcudun o la Ría de Nervión, por la que bajaron las gabarras, rumbo a Bilbao, de los soldados carlistas y los futbolistas del Athletic de Bilbao cuando ganaron sus campeonatos de Liga y sus Copas de España. Iba de negro, sonreía, se quedaba en un segundo plano, se movía con timidez. El director del Colegio Mayor me la presentó. –Es nuestra heroína particular–. Cuando supe los motivos de su heroicidad, le dije al director que también era mi heroína, y la de millones de españoles.Se llama Patricia. No ha alcanzado los veinticinco años y lleva seis de concejala del Partido Popular en Ermua, la yerma, la ciudad alzada para albergar «a los de fuera», aunque en la actualidad está habitada por vascos tan auténticos como los del Goyerri o los de las Encartaciones. En Ermua fue secuestrado Miguel Ángel Blanco. Y torturado por los asesinos. Y asesinado de un disparo en la nuca con las manos anudadas a sus espaldas. Patricia asiste a los plenos, pasea por las calles de la ciudad sangrada, y defiende la libertad en su tierra vasca. Se manifiesta esperanzada con el paisaje inmediato, y piensa que poco a poco, muchos jóvenes como ella, se van a ir incorporando a la política en Vizcaya, Guipúzcoa y Álava, con el objetivo de conseguir, al fin, que un ciudadano de cualquier lugar del País Vasco sea tan libre y viva tan libre como uno de Madrid, de Sevilla, de Santander o de Badajoz. Eso tan difícil y tan maravilloso. La libertad.A Patricia le han disparado por la espalda en numerosas ocasiones con el pensamiento. Patricia sabe que la mayoría de las gentes de Ermua está del lado de la libertad y la convivencia, pero que también los hay partidarios del tiro en la nuca o del racismo ombliguero. Y a ella, aparentemente tan frágil, algunos de sus vecinos la prefieren muerta y no viva, en silencio y no con voz, con la nada en la mente y no con las ideas de la libertad sembradas y crecidas en su inteligencia. En personas como ella está el futuro de España, la culminación definitiva de la normalidad. Decía Antonio Basagoiti hace días que en el País Vasco no tiene sentido la discusión entre las derechas y las izquierdas, como en el resto de España, sino entre la libertad y la falta de libertad. Estoy seguro de que la van a conseguir. El nacionalismo sin poder puede convertirse en una inmensa embarcación que hace aguas por todas partes. El pacto entre socialistas y populares no es incoherente ni escandaloso. Allí donde la libertad existe, lo sería. En el País Vasco ese pacto busca la libertad que aún no se ha desarrollado en aquellos territorios. Cuando se alcance el sueño, tendrán sentido las derechas y las izquierdas. Mientras se luche y se trabaje por alcanzarlo, el sentido común obliga a conseguir la libertad. Una libertad para todos, también para los nacionalistas, libres de pactos con socios tan escondidos como indeseables, y que muchos de ellos, rechazan. Hay bastantes como Patricia. Pero en su persona reúno hoy mi admiración y mi agradecimiento.