Ministerio de Justicia
Un año sin Mari Luz
madrid- Hoy se cumple un año de la desaparición de la pequeña Mari Luz Cortés. Lo que comenzó el 13 de enero de 2008 como un trágico suceso más acabó siendo la punta del iceberg de un problema de graves consecuencias: el caos del sistema español de Justicia y su necesidad de reforma, pedida desde todos los sectores de la sociedad. Tuvo que morir una niña para que «un pederasta le enseñara al ministro la situación insostenible de los juzgados españoles», comenta a este periódico José Luis Requero, magistrado de la Audiencia Nacional y ex vocal del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). La revuelta de los jueces y su actitud hacia Rafael Tirado -el magistrado que no ejecutó la orden de ingreso en prisión de Santiago del Valle, el presunto asesino de Mari Luz- es perfectamente comprensible para el ex vocal del CGPJ, «pues todos los jueces de lo penal se ven en la misma situación que Tirado. Cualquier juez es potencialmente sancionable». También justifica la acción de los magistrados José Luis Calvo, portavoz de la Asociación Pro Derechos del Niño y la Niña (Prodeni), quien considera que «se ha echado toda la culpa sobre el juez Tirado, que no ha sido más que un peón en un escenario en el que juegan muchos más agentes que han salido indemnes. Mientras no se reforme en profundidad, hay muchos posibles casos Mari Luz en cartera, que pueden desencadenarse de un día para otro». Revolución social En la misma línea, el padre de Mari Luz reconoce que el asesinato de su hija fue «una llamarada» que permitió a la sociedad darse cuenta de los problemas del sistema judicial y la pederastia, que hasta ese momento permanecían ocultos a la opinión pública. La movilización de la familia de Mari Luz, que recorrió España de punta a punta para lograr el apoyo popular necesario para modificar las leyes, generó en el Gobierno una necesidad de emitir respuestas que ha quedado reducida a resolver el problema de la sanción del juez Tirado y su secretaria judicial, a la promesa de crear un registro de pederastas -que el Ministerio de Justicia tiene previsto poner en marcha en los tres primeros meses de 2009- y a la modificación de algunos artículos del Código Penal para endurecer las penas de los delitos de pederastia -aprobada en Consejo de Ministros en noviembre del año pasado-. Pero la gran «causa pendiente» que ha dejado el «caso Mari Luz «es la modernización de la Administración de Justicia española, porque «la desorganización y el deterioro del sistema que ha quedado patente no es un caso puntual de un único juez o juzgado», reitera Calvo. Pero el portavoz de Prodeni no se muestra optimista con que esta modernización del sistema de Justicia vaya a producirse, pues recuerda que «antes de éste hubo otros que movilizaron a la sociedad, como el de las niñas de Alcàsser; con Mari Luz llueve sobre mojado, la familia creó una gran movilización, el Gobierno ha entrado, pero la experiencia de casos anteriores demuestra que el Ejecutivo opta por lo fácil -en este caso la reforma del Código Penal-, pero no modifica las circunstancias laborales que hacen a los jueces y al personal de Justicia incumplir las leyes». En esta línea se produce el ex vocal del CGPJ: «El registro de pederastas, como tal, sólo es un pequeño apaño. Los cambios reales dependerán de la voluntad y la vergüenza del poder político», dice Requero, que critica el traslado al departamento de Justicia del modelo «ministra de Fomento», consistente en «echar balones fuera y responsabilizar de la culpa siempre a otros». El deber cumplido de Cortés Si hay alguien que durante estos doce meses ha luchado por cambiar las cosas, éste ha sido Juan José Cortés, el padre de Mari Luz. Como él mismo explica, en el día del aniversario de la desaparición de su hija se siente «con mucho dolor y roto por dentro», pero «con el deber cumplido» por haber luchado por cambiar «las cosas que en este país siguen sin funcionar». Cortés se siente «satisfecho» de su lucha porque, como explica, «los ciudadanos somos los verdaderos soberanos, no los políticos, y si algo no funciona no podemos quedarnos en casa y esperar a que lo solucionen otros, sobre todo porque nosotros, la sociedad, somos los perjudicados».
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