Guadalajara

Un romance bajo la lluvia

Desde que anunciaron su compromiso, los Príncipes han reforzado la popularidad de la Monarquía

Un romance bajo la lluvia
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Aquel Día de Todos los Santos de 2003, sábado para más señas, los españoles desayunaban con el pan informativo de cada día. El presidente de EE UU, George Bush, arañaba al Congreso otros 18.600 millones de dólares para guerrear en Irak. El mar devolvía a las costas gaditanas los cadáveres de 13 náufragos de una patera y el Gobierno de José María Aznar enredaba aún más la tela de araña judicial contra el «Plan Ibarretxe» al recurrir ante el Constitucional su quimera soberanista con el irrebatible argumento de que vulneraba «cien veces» la Constitución. Sin embargo, aquel ventoso y plomizo 1 de noviembre con pronóstico de chubascos moderados –ocasionalmente tormentosos– nadie sospechó que la verdadera noticia de la jornada (del año, de la década) aguardaba agazapada en la página 4 de LA RAZÓN, sección «En alza», arriba a la derecha, bajo un titular para lectores inteligentes: «Excelente trabajo periodístico de Letizia Ortiz en el telediario nocturno de TVE». La pista se completaba 71 páginas después con otro enunciado que sonaba a vísperas de boda, y que coronaba a la reportera asturiana como «la revelación del año dentro del periodismo audiovisual».No era más que la forma que el periódico tenía de dar la exclusiva, sin romper el compromiso de confidencialidad, de lo que toda España iba a conocer a las siete y media de la tarde de ese mismo sábado, con un escueto comunicado de la Casa Real de 72 palabras: «Sus Majestades los Reyes tienen la gran satisfacción de anunciar el compromiso matrimonial de su hijo, Su Alteza Real el Príncipe de Asturias Don Felipe, con Doña Letizia Ortiz Rocasolano. La petición de mano tendrá lugar en el Palacio de la Zarzuela el próximo jueves, día 6 de noviembre. La boda se celebrará a principios del verano de 2004 en la catedral de Santa María la Real de la Almudena de Madrid».

Servicio a los españolesApenas dos horas antes de que se conociera oficialmente el enlace, la futura Princesa aún no podía reprimir el instinto periodístico de responder a una llamada al móvil, de número indescifrable, con una mano en el teléfono y otra en el volante. Fue una breve entrevista de una periodista de LA RAZÓN de apenas tres preguntas, una disculpa y una confesión: «Estoy sobrepasada, entiéndeme», respondió Doña Letizia. Y se acabó. A partir de ese momento la noticia del enlace se convirtió en «la noticia», y el país demostró que llevaba mucho tiempo esperando un acontecimiento como ése.Ha llovido mucho desde entonces. El aguacero que el 22 de mayo de 2004, hace ahora cinco años, recibió a los novios a las puertas de la Almudena fue interpretado entonces como un augurio de buena fortuna, y marcó el punto de partida para una familia Real y real. A lo largo de este lustro, la pareja ha contribuido a aumentar aún más la popularidad de la Monarquía, Don Felipe ha desempeñado un papel cada vez más activo como representante del Estado y Doña Letizia se ha sabido ganar el afecto en cada acto público que ha presidido. Mucho más que un caramelo para la prensa del corazón y regalo para las tertulias de peluquería y mesa camilla, el enlace real sirvió para asegurar la continuidad de la Monarquía parlamentaria.

Medio año de noviazgoDesde que se hizo público, el compromiso entre Don Felipe y Doña Letizia se convirtió en un acontecimiento de primera magnitud. La prensa tardó poco en desvelar algunos detalles del noviazgo. ¿Cuándo, quién, cómo, dónde, por qué? Primavera de 2003. En casa del periodista Pedro Erquicia. Hubo buena sintonía entre los dos desde la primera conversación, desde la primera sonrisa.En la era de internet, y a pesar de que Letizia Ortiz demostró que un periodista puede guardar una exclusiva (siempre y cuando sea la suya), los novios sólo consiguieron mantener en secreto la relación durante seis meses, hasta que la tarde del comunicado oficial de la Casa Real evitó algún que otro disgusto. Dos días después del anuncio, Don Felipe presentaba a la Prensa a su prometida con palabras sin protocolo: «Me da muchísima alegría poder manifestar lo feliz y lo enamorado que estoy de Letizia. Tengo la convicción de que Letizia es la mujer con la que quiero compartir mi vida y formar una familia». Y ella, la agraciada, por primera vez al otro lado de las cámaras, enfrente de los codazos de los «plumillas», orgullosa de poder presumir del «amor profundo» que se profesa la pareja, declaraba: «Es una decisión madura, fruto de una reflexión intensa». Claro que nada será recordado con más viveza como aquel «déjame terminar» de Doña Letizia a su prometido, que se llevó los titulares de la pedida de mano dos días después, o el «más de dos y menos de cinco» con el que el Príncipe colmó las quinielas periodísticas sobre cuál sería la futura descendencia de la pareja.Muy pronto, el regalo que Doña Letizia hizo a Don Felipe, un ejemplar de una novela caballeresca de Mariano José de Larra titulada «El doncel de Don Enrique el Doliente», agotó todas las ediciones en las librerías y se convirtió en uno de los obsequios estrella de las siguientes Navidades. Mientras, en los registros civiles aumentaba un 300 por ciento el número de niñas inscritas con el nombre de Leticia o Letizia y un concurso organizado por un periódico asturiano para viajar a Madrid a ver la boda colapsaba la redacción. Además, la tiranía de las encuestas de opinión confirmaba que la pareja había seducido a la inmensa mayoría de los españoles. Durante estos cinco años, los Príncipes de Asturias han sabido estar a las duras y a las maduras. De los éxitos deportivos de los españoles en todo el mundo a los funerales del 11-M, de los calurosos recibimientos populares al dolor de un funeral de Estado, a Don Felipe y Doña Letizia les ha correspondido desempeñar su papel en muy distintas circunstancias. Especialmente emotivos fueron los días previos a la boda, marcados primero por el pesar de toda la Familia Real por la masacre de los trenes de Madrid y, apenas ocho días antes de la boda, por la presentación internacional de Doña Letizia en el enlace de Federico de Dinamarca y Mary Donaldson. Los vítores que recibió a la entrada de la Catedral confirmaron el veredicto de la Prensa al día siguiente: la prometida del Príncipe de Asturias fue la gran estrella entre los invitados al enlace real. Por aquel entonces, los periódicos europeos ya habían coronado a la futura esposa de Don Felipe: «Será una boda de ensueño para una princesa de cuento, para una reina de la elegancia».El enlace de Don Felipe y Doña Letizia fue la primera Boda de Estado celebrada en España desde 1906, con motivo de los esponsales de Alfonso XIII con Victoria Eugenia de Battemberg. El fervor popular que acompañó a la pareja durante su recorrido por las calles de Madrid sirvió de aperitivo a lo que vendría después. La luna de miel de los novios, con apariciones por sorpresa en media docena de ciudades, mantuvo en guardia a toda España ante la esperanza de poder toparse con una sonriente Princesa de ropa informal y bolso al hombro, y con un apuesto Príncipe de gafas de sol, pantalones chinos, calzado cómodo, camisa de cuadros remangada y cámara a cuestas. Los bañistas de San Sebastián, los tenderos de Olite o los turistas de Cuenca pudieron despacharse a gusto, aquellos días, al grito de «¡guaaaapos!», como si tuvieran delante a dos estrellas de cine. Tenía razón el corresponsal de «Libération»: «Un ataque de fiebre nupcial golpea a los españoles, que quieren olvidar el 11-M contándose un cuento de hadas».Poco a poco, la opinión pública se acostumbró a ver juntos a los Príncipes, y no sólo a Don Felipe, en los actos oficiales. Y también, azuzada por los periodistas, a preguntar más de la cuenta. Superado el noviazgo, el «déjame terminar», el casto beso desde el balcón del Palacio Real, la luna de miel y las miradas cómplices de la pareja, hasta los menos indiscretos se atrevían a espetar a la Princesa algo que llegó a convertirse en una obsesión nacional: «¿Para cuándo un heredero, Princesa?», le preguntó una mujer, cinco meses después de la boda, en una visita a Asturias. «Vendrá, vendrá», respondió, paciente, Doña Letizia.Después de un sinfín de rumores, que iban desde que la Princesa esperaba gemelos hasta que había sufrido un aborto, el 8 de mayo de 2004 Doña Letizia pudo cumplir la palabra que semanas antes había lanzado a los periodistas: «Cuando sea cierto seréis los primeros en saberlo... después del Príncipe, claro». Otra vez un escueto comunicado oficial (medio centenar de palabras, siete líneas, dos frases), en un deportivo y soleado domingo de mayo, confirmaba la feliz noticia. Los Príncipes iban a ser padres, por fin. A partir de entonces, la evolución del embarazo de Doña Letizia se convertía en el principal divertimento de las revistas del corazón. Fueron nueve meses de una apretada agenda que la Princesa cumplió con entereza, sin apenas variaciones en el programa previsto, y que incluyó visitas oficiales a Japón o Praga. El desfile de las Fuerzas Armadas del 12 de octubre fue su último acto antes del parto. A las ocho de la noche del 30 de octubre de 2005, los Príncipes entraban por la puerta de urgencias de la Clínica Ruber de Madrid. Esta vez, un mensaje de SMS de la Casa Real confirmaba que no era una falsa alarma. Leonor nacía a la 1:46 del día 31 y abría consigo el debate de una reforma urgente de la Constitución (que aún no se ha zanjado) que permita reinar a la primogénita de los Príncipes en caso de que tenga un hermano varón.

«Lo más bonito en la vida»Ajeno a todo lo que no fuera contemplar el rostro de su hija, Don Felipe comparecía de madrugada en una fría sala del hospital para hablar, otra vez, con palabras desnudas de protocolo: «Esto es lo más bonito que puede ocurrir en la vida». Fuera de la clínica, resguardado bajo su paraguas del inclemente diluvio, un periodista caía de pronto en la cuenta: «Otra vez lloviendo, como en la boda».Las escenas de alegría y de emoción volvieron a repetirse un año y medio después con el nacimiento de la segunda hija, Sofía. Las pequeñas infantas pasaron a convertirse en la atracción de los fotógrafos y de las revistas del corazón, mientras los Príncipes de Asturias cumplían al milímetro, día a día, con su papel institucional. Como esta semana, en la que celebran sus cinco años de casados.

 

«¿CÓMO SE DECLARA UN PRÍNCIPE?»Seis meses antes de la boda, la verdadera presentación en sociedad de los novios fue la petición de mano en el Palacio Real de El Pardo ante 300 periodistas (en la imagen). Allí, la pareja habló de los regalos de compromiso (un libro de Larra y unos gemelos, ella a él; un anillo de oro blanco, él a ella) e intercambió piropos. De Doña Letizia, el Príncipe destacó cuatro cualidades: elocuencia, inteligencia, responsabilidad y coraje. De Don Felipe, su prometida resaltó que es «respetuoso, sensato, inteligente y excepcional». Y dejó una frase para el recuerdo, cuando le dijo aquel «déjame terminar» que provocó la sonrisa entre los presentes. «¿Cómo se declara un Príncipe?», le preguntaron. «Como un hombre que quiere a una mujer», respondió.

DEL DOLOR DEL 11-M A LOS SOLDADOS MUERTOS EN MISIONES HUMANITARIAS-La boda de los Príncipes de Asturias supuso para los madrileños la primera disculpa para quitarse el luto que no habían abandonado desde que, dos meses antes, cuatro trenes reventaran en una cadena de explosiones y dejaran 192 muertos sobre las vías. El atentado permitió a Don Felipe y Doña Letizia sufrir de primera mano el dolor de toda una ciudad. El mismo 11-M, Don Felipe y Doña Letizia visitaron en el Hospital Gregorio Marañón, junto a la Reina Doña Sofía, a algunos de los heridos. El día 12, el Heredero encabezó la manifestación en señal de repulsa. Dos semanas después, los Príncipes asistieron junto a los Reyes al multitudinario funeral en la catedral de la Almudena, e intentaron paliar el dolor de los familiares. Además, en señal de respeto hacia los afectados, rebajaron al máximo los actos previos a la boda, y entre otras cosas, renunciaron a hacer la fiesta de despedida de soltero.-La presencia junto a las víctimas del 11-M no es el único acto institucional doloroso que les ha tocado vivir a los Príncipes. Durante estos cinco años, Don Felipe y Doña Letizia han asistido a los funerales de las 11 personas muertas en el incendio de Guadalajara, de los 17 militares fallecidos en el accidente del helicóptero Cougar en Afganistán o de los seis soldados españoles asesinados en el Líbano (en la imagen). En cada uno de estos actos saludaron personalmente a los familiares en un intento por mitigar su dolor.

DOÑA LETIZIA, UNA AGENDA REPLETA-Ni la boda ni el nacimiento de las Infantas han variado la actividad institucional de los Príncipes de Asturias. En los siete meses de 2004 a partir del enlace, Don Felipe acudió a nueve viajes oficiales. En los últimos 20 días ha presidido 16 actos institucionales.-Doña Letizia tuvo su primer acto institucional en solitario en octubre de 2006, en la Academia de la Historia. Ha estado presente en 20 viajes oficiales junto a Don Felipe, desde el primero a Jordania hasta el último, una visita a Nueva York