Internacional
Una alianza necesaria
Si en los últimos 60 años de su existencia alguien hubiera pensado que Albania estaría algún día en la OTAN, fuera del bloque que fuera, occidental o comunista, se le definiría como un chiflado o un iluso. Lo mismo que si en estos momentos el dictador Enver Hoxa saliera de su tumba y viera que su país, que nunca aceptó la disciplina soviética porque consideraba a Stalin muy poco comunista y nunca aceptó incorporarse al Pacto de Varsovia, se ha convertido en el 27º miembro de la Alianza.Por eso hay que tener mucho cuidado cuando algunas voces aliadas hablan de que la OTAN está obsoleta y no tiene ya mucha razón de ser. Por algo, para Moscú, el soviético y el del post comunismo, es tan importante acabar con la Organización del Tratado del Atlántico Norte que se firmó en Washington en 1949, porque hay que evitar que se vayan adhiriendo las ex repúblicas que pertenecieron a su patio trasero: Georgia, Ucrania… Y por eso no sería extraño que volvieran a la calle con la violencia que lo están haciendo esos «antisistema» que estos días acompañan a los líderes mundiales, en el G-20 o en las otras cumbres en Europa, y que todavía portan pancartas de «OTAN, no» o de la «hoz y el martillo».Para los europeos que fueron liberados de los nazis y de los fascistas en 1945, al terminar la II Guerra Mundial, por los norteamericanos y para los que tuvieron que esperar más de cuarenta años por haber caído del lado del bloque soviético y que son los que todavía se están integrando en la OTAN, es cuanto menos un reconocimiento histórico debido a una Alianza que les ha traído la democracia y las libertades.Por supuesto que la OTAN necesita adaptarse en misiones, armamento y estrategias a los nuevos escenarios de este siglo. Por supuesto, es necesaria.
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