Hong Kong

“El Hong Kong de hoy es el Taiwán de mañana”

La amenaza de China domina la campaña electoral. Los exiliados de la ex colonia británica en la isla relatan su frustración por la falta de libertad y la represión

Seguidores de la presidenta actual que opta a la reelección durante un acto de campaña en Keelung/EFE
Seguidores de la presidenta actual que opta a la reelección durante un acto de campaña en Keelung/EFERITCHIE B. TONGOEFE

Hong Kong sigue dando que hablar: 2020 no ha devuelto las aguas a su cauce y la ciudad semiautónoma se tomó las campanadas con nada menos que 400 detenidos y multitud de altercados entre Policía y antigubernamentales por sus calles. Tres días después de aquello, Pekín cambió al director de su oficina de enlace con la ex colonia, remplazando a Wan Shimin por Luo Huining, tras siete meses de protestas y violencia sin atisbo alguno de solución. Ahora, una semana después, las movilizaciones vuelven a cobrar protagonismo, pero esta vez fuera de sus fronteras.

Concretamente, en Taiwán, donde este fin de semana se celebran elecciones presidenciales y legislativas. Allí, la nueva normalidad de Hong Kong –con enfrentamientos constantes y una marcada división social– se ha convertido en el objetivo a evitar. Al menos eso es lo que piensan buena parte de sus ciudadanos y su actual presidenta, Tsai Ing Wen, que ha hecho del lema «Hong Kong hoy es Taiwán mañana» uno de los puntos fuertes de su campaña. Desde que este movimiento comenzara, muchos taiwaneses han permanecido atentos a lo que acontecía en la que un día fue la Perla de Oriente, al tiempo que han acogido a numerosos hongkoneses que, perseguidos por la Justicia o temerosos de perder sus libertades, se han instalado al otro lado del estrecho de Formosa.

Las razones para marcharse parecen obvias. Desde que el 12 de junio multitud de ciudadanos asediaran el Parlamento para impedir la votación del controvertido proyecto de ley de Extradición que hubiera permitido enviar a China a fugitivos detenidos en este territorio, y la Policía reprimiera la protesta, la violencia en la ciudad se ha recrudecido. A cada protesta, permitida o ilegal, le han seguido duros enfrentamientos. Hasta la fecha, han sido arrestadas más de 6.500 personas; la Policía y los activistas han endurecido sus tácticas; se ha colapsado el aeropuerto; vandalizado universidades y, de fondo, se ha generado una gran brecha social entre familiares y amigos que apoyan a una u otra parte. Por si fuera poco, la economía ha entrado en recesión por primera vez en diez años y, aunque en las últimas elecciones municipales los candidatos prodemocracia vapulearon al bloque de Pekín, las elecciones legislativas previstas para este año seguirán sin contemplar el sufragio universal.

Por todas estas razones, muchos han optado por hacer las maletas. La joven Nadia Hui fue una de los miles de ciudadanos que se acercó hasta las inmediaciones del Parlamento aquella jornada tras ver la respuesta de la Policía. «Aquel día fue la confirmación de que las autoridades ya ni siquiera necesitaban fingir que les preocupaban sus ciudadanos», afirma a este diario. Según explica, Pekín lleva mucho tiempo controlando Hong Kong, pero aquella jornada «supuso un antes y un después». Por eso, comenzó a pensar en mudarse a Taiwán o Australia con su pareja, «a algún lugar donde se pueda votar de verdad».

Entre los que ya se han ido se encuentra Daniel Wong Kwok-tung, un abogado hongkonés que ha estado ayudando a un grupo de unos veinte manifestantes que también se instalaron en la isla. Como él, iglesias y otras organizaciones tratan de ayudar a los huidos ofreciéndoles asistencia humanitaria. Según explicó al diario «SCMP», muchos de ellos se encuentran en «muy mal estado psicológico y algunos tienen que ver a médicos» porque se sienten cupables de ver cómo sus camaradas en Hong Kong son heridos o arrestados mientras ellos está en un lugar tan tranquilo y seguro como Taiwán.

Esa es la razón por la que en los últimos tiempos la isla ha asumido el papel de bastión de la libertad de expresión en el mundo de habla china que anteriormente ostentó Hong Kong. La ex colonia ha servido durante años de base para los medios internacionales y grupos de derechos humanos, y de refugio para figuras políticas, estudiantes de Tiananmen o incluso para Edward Snowden. Sin embargo, la cada vez mayor injerencia de Pekín en los asuntos de este territorio semiautónomo ha hecho que algunas organizaciones opten –al encontrarse con múltiples trabas– por trasladar sus eventos a Taiwán, que se ha convertido en una de las democracias más progresistas de Asia.

Y para muestra un botón. El festival de cine sobre derechos humanos que tradicionalmente tiene cita en Hong Kong se celebrará este año en la isla, donde también uno de los editores que fue secuestrado por agentes de la China continental hace dos años tiene previsto reabrir su librería. A esto se suman todos aquellos que, al margen de apoyar al Gobierno o no y decepcionados con una situación que parece no tener solución, buscan un plan B. Las consultoras en Hong Kong –pese a no existir datos oficiales– afirman recibir cuatro veces más peticiones de información para emigrar que antes del verano. En su mayoría a Canadá, Australia, EE UU o Inglaterra. No obstante, los hay que como Nadia han optado por quedarse. «Alejarse de Hong Kong significaría alejarnos de nuestras familias porque ellas no se van a ir de aquí», asegura. Tanto ella como su novio, que se casarán en febrero, tienen claro que «lucharemos hasta quedarnos sin aliento».