
Malestar
“Bloqueemos todo”: la indignación explota de nuevo en Francia
La jornada nacional de protesta registra acciones e incidentes en París, Lyon, Marsella, Nantes y otras urbes

La refriega comenzó temprano. A las 10 de la mañana de este miércoles, en los alrededores de la Gare du Nord, una de las estaciones de trenes más importantes de París, ya estallaban los primeros enfrentamientos entre manifestantes y policías. Capuchas negras de un lado, cascos y porras del otro. Es apenas el inicio de una jornada de incendios, bloqueos, heridos y detenidos.
“Bloqueemos todo” es la consigna general de este 10 de septiembre. El ministro del interior, Bruno Retailleau, ha ordenado el despliegue de 80.000 agentes de seguridad, además de equipos de peso, como drones y helicópteros, para intentar frenar el cierre de autopistas, bloqueos de aeropuertos y muy especialmente, las protestas de calle que se convierten en destrozos.
¿La razón? El fuerte descontento que genera la inestabilidad política francesa, que dura ya más de 15 meses. Un día antes, el Primer Ministro, François Bayrou, renunciaba a su cargo, después de que la Asamblea Nacional votara en su contra. Diferentes sectores políticos rechazaron su plan de recortes presupuestarios que busca ahorrar nada menos que 44.000 millones de euros. Para ello, por supuesto, Bayrou planteaba apretarse el cinturón: eliminar dos días festivos, no aumentar los salarios ni pensiones en 2025, reducir personal en puestos del Estado, ajustar de 5.300 millones de euros en los presupuestos de alcaldías y gobernaciones, además de revisar a la baja los gastos de asistencia médica. Medidas tremendamente impopulares que terminaron forzando la renuncia del Premier francés.
En la calle, la indignación explota por varios frentes. En Rennes, los manifestantes incendian un bus y son repelidos con gas lacrimógeno; en Marsella la policía frena a 700 personas que intentaban paralizar el tráfico ferroviario de la Gare Saint Charles. En Nantes, los cañones de agua dispersan a quienes lanzan piedras contra la prefectura. En Valence, unos 300 manifestantes bloqueaban las vías de la estación de trenes. Un tren con 25 pasajeros quedó bloqueado durante más de tres horas cerca de la ciudad.
Y en París, la situación puede variar dependiendo de la zona: en el sector de Chatelet -en pleno centro- un edificio fue incendiado, generando caos con la llegada de los bomberos y los reclamos de los vecinos contra los manifestantes. Esto, apenas minutos después de que el líder de la extrema izquierda, Jean-Luc Mélenchon, encabezando la protesta en la zona declarara que él y cientos de personas que le acompañaban se sentían “como peces en el agua”. Hacia la plaza de La République, la concentración es menos densa y menos entusiasta. En la Gare du Nord es la batalla campal contra la policía. A las tres de la tarde, casi 300 personas han sido detenidas.
Transición veloz
Lejos del gas lacrimógeno y los chorros de agua, en el palacio de Matignon se produce un rápido traspaso de poder. François Bayrou deja oficialmente su cargo y da la bienvenida a Sébastien Lecornu, quien hasta ahora se había desempeñado como ministro de Defensa y que se convierte entonces en Primer Ministro de Francia. El cuarto en ocupar el cargo desde que Emmanuel Macron disolvió el parlamento en junio de 2024.
A sus escasos 39 años, Lecornu tiene un gran desafío por delante. Primero, tratar de no caer -él también- ante una Asamblea Nacional dividida que no quiere a una figura del macronismo al mando. El bloque parlamentario de la izquierda, que resultó ser el más votado de las elecciones legislativas del 2024, ha exigido desde entonces que el primer ministro sea un diputado de sus filas. Una petición que Emmanuel Macron ha ignorado por completo. La extrema derecha de Marine Le Pen, por su parte, plantea algo mucho más radical: una nueva disolución de la Asamblea Nacional. Y si se puede, la renuncia del presidente de la República, en cuyas espaldas pone toda la responsabilidad de esta crisis política. Le Pen ha planteado alternativas a los recortes propuestos por Bayrou, empezando por reducir el tren de vida lujoso de los altos funcionarios del Estado, pero también suspender las contribuciones a la Unión Europea durante un año y olvidarse de aumentar impuestos en un país que ostenta las mayores exigencias impositivas del mundo. Jordan Bardella, presidente del partido Reagrupación Nacional, ya ha advertido de que con el nuevo primer ministro, Sébastien Lecornu, será “ruptura o moción de censura”.
La jornada de protestas, aún sin concluir, ya deja ver signos de que la tensión no cede. Las movilizaciones se preparan para una segunda parte el próximo 18 de septiembre.
En resumen, cada fuerza política clama su propia verdad y las calles se agitan con incendios y golpes. En medio del caos, sólo se escucha un único y paradójico silencio: el del presidente Emmanuel Macron.
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