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El limitado poder militar de un Irán que ansía el arma nuclear

Vetado para para acceder al mercado mundial de armamento, Teherán trata de demostrar su autonomía presentando cazas de producción propia que parecen copias de los estadounidenses

Hasan Rohani, en la planta nuclear de Bushehr
Hasan Rohani, en la planta nuclear de Bushehrlarazon

Lo más inquietante en el programa de armamento iraní, y lo que en buena parte ha colocado a este país en el centro del interés internacional, es su intención de dotarse de armas nucleares. No es un aliado de Estados Unidos en la zona, como sí lo son potencias atómicas como Pakistán y La India, por ejemplo, así que Washington encabeza las presiones a Teherán para que no se haga con esta arma. Particularmente por la amenaza que supone para un socio fundamental en la región: Israel, al que Irán niega su derecho a existir. Durante unos años, el Gobierno estadounidense, cuando lo encabezó Obama, trató de contener el ansia nuclear iraní mediante la diplomacia, y logró, en 2015, un pacto avalado también por Reino Unido, Francia y Alemania. Las esperanzas de acabar con el programa atómico de Teherán de forma negociada saltaron por los aires con la nueva política emprendida por el actual presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que abandonó en 2018 los compromisos suscritos. Lo hizo alegando que el pacto sólo limitaba las actividades nucleares de Teherán hasta 2025 en algunos puntos del acuerdo, y que, de hecho, el país había continuado desarrollando misiles balísticos y habría obtenido un fondo de compensación por el pacto de 100.000 millones de dólares, que podría emplear en “armas, terror y opresión”.

El año pasado, finalmente, Irán anunció la vuelta a su programa nuclear. De este modo se confirma el regreso de un veto internacional al país que durante años le impidió acceder al mercado mundial de armamento. Hasta Rusia, con la que mantiene mucha mayor cercanía que con los países occidentales, se sumó a la prohibición y en 2010 dejó de suministrarle incluso los misiles de defensa antiaérea S-300 a los que se había comprometido. En el breve lapso de acuerdo diplomático impulsado por Obama, Moscú no disimuló sus intenciones de retornar el suministro de material militar a Teherán, incluidos los 40 sistemas antiaéreos S-300PMU-1 que habían quedado pendientes, además de otro material importante, como aviones de combate (de los modelos S-30, Mig-29SMT y Su-25), carros de combate (T-90), radares (Gamma-DE y Kasta-2E2) barcos portamisiles, corbetas y submarinos.

Caza Saeqh-2
Caza Saeqh-2larazon

A finales de los años 1980 y principios de la década siguiente, ambos países habían acordado la entrega a Teherán de aviones MiG-29 y Su-24MK, submarinos diesel-eléctricos del proyecto 877EKM y sistemas antiaéreos S-200VE, además del montaje en Irán la producción de tanques T-72 bajo licencia rusa. Estos proyectos quedaron interrumpidos por las sanciones internacionales, aunque para ese momento Rusia ya había entregado un helicópteros Mi-171, aviones Su-25UBK y sistemas antiaéreos Tor-M1.

La reciente vuelta al veto militar no ha cercenado del todo las intenciones rusas, más unida ahora a Irán después de sufrir ella misma el veto internacional impuesto por occidente a raíz de la intervención militar de Moscú en Ucrania, con la que se mantiene en conflicto después de que en 2014 se anexionó la península de Crimea.

Submarino Iraní
Submarino IranílarazonMOD Irán

Más allá de las posibilidades de acabar contando con armas rusas, Irán ha tratado de demostrar durante estos meses una capacidad autónoma sobre la que existen bastantes dudas. Así, hace ahora algo más de un año anunció que ya tenía listo el arranque de producción de su primer avión de combate de desarrollo íntegramente nacional, denominado Kowsar (o Kosar). “Pronto se producirá la cantidad necesaria de este tipo de aviones”, apuntó entonces el ministro de Defensa, Amir Hatamí, sin especificar más. Y añadió, en referencia directa a la vuelta a las sanciones contra su país encabezada por Trump, que el Kosar supone “un símbolo de la lucha contra la arrogancia global”.

Fabricación del caza Kosar
Fabricación del caza KosarlarazonLa Razón

La realidad es que el Kosar parece más bien una copia del ya anticuado modelo F-5E/F Tiger II, fabricado por la compañía estadounidense Northrop, y que Irán recibió a mediados de los años 1970, antes de la revolución de los ayatolás (1979) que le llevó a dejar de ser un aliado de Washington. El recurso a copiar armamento estadounidense, además de no decir mucho de la capacidad iraní para desarrollar material propio, es una práctica que continúa con material más reciente. Es el caso del dron Saeqeh, una aeronave no tripulada basada directamente en el estadounidense RQ-170 Sentinel, a cuyo diseño Teherán accedió después de derribar uno de estos aparatos en diciembre de 2011. En 2018 Israel logró a su vez hacerse con un ejemplar del modelo iraní y afirmó que se trataba de una copia del dron norteamericano.

Antes de presentar el Kosar, Teherán ya había mostrado el desarrollo de otros dos modelos de avión de combate propios, actualmente en distintos grados de avance. Se trata del caza de cuarta generación Saeqeh-2, que dio a conocer en 2015 y que también guarda un notable parecido con el F-5 estadounidense, y del cazabombardero Qaher-313, presentado dos años antes y que en esta ocasión se parece al F-35 norteamericano, aunque este último es un modelo de muy alta tecnología al que difícilmente podrá emular el desarrollo iraní.

Caza Saeqh-2
Caza Saeqh-2larazon

El papel de Arabia Saudí

El desencuentro occidental con Irán, principalmente de Estados Unidos, tiene un actor importante en la zona: Arabia Saudí. El reino aliado, al que los poderosos países del oeste continúan vendiendo armamento, a veces con dificultades, pese a sus violaciones de derechos humanos, ejerce como contrapeso de Teherán en la zona, donde los conflictos de Siria y Yemén actúan como campo de enfrentamiento del desencuentro entre Riad y Teherán (cada país apoya a un bando distintos en ambos escenarios). En todo caso, el poder militar de los dos países es muy dispar. Mientras Arabia Saudí empleó en 2018 cerca de 70.000 millones de dólares en su defensa (más incluso de lo que dedica Francia, o Reino Unido, o Alemania e incluso Rusia, por ejemplo), Irán destinó a estas partidas menos de 13.000 millones, de acuerdo con los datos recogidos por el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (Sipri). Es, en todo caso, una cifra nada desdeñable. España, por ejemplo, empleó en defensa 17.000 millones ese año, de acuerdo con la misma fuente, que recoge cifras que van más allá de las presupuestadas por el Ministerio de Defensa (el Sipri incluye los adelantos de Industria en algunos programas de compra de armamento, por ejemplo).

Curiosamente, Rusia, aliado de la República Islámica de Irán, a la que reconoció antes que ningún otro país cuando se formó en 1979, se está acercando ahora al gran contrincante de la nación persa: Arabia Saudí, aunque con un claro interés económico. En este contexto, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, no se hizo esperar para ofrecer a Riad sistemas antimisiles S-300 y S-400, apenas unas horas después de que fuesen atacadas, el pasado septiembre, varias de sus refinerías con drones. Putin incluso adujo en su oferta que Irán ya cuenta con estos sistemas: “Solo se necesita que los dirigentes políticos de Arabia Saudí tomen una decisión estatal sabia, al igual que lo hicieron los líderes de Irán en su momento al comprar los S-300”, explicó el mandatario. Lo curioso es que un mes después Riad alcanzó efectivamente un acuerdo con Moscú para la adquisición, transferencia de tecnología y fabricación en su suelo de sistemas rusos, entre ellos equipos de defensa antiaérea S-400, además de otras armas (lanzadores de cohetes TOS-1A, lanzadores de granadas automáticos AGS-30 y rifles de asalto Kalashnikov AK-103). De esta forma, el gran aliado estadounidense en la zona, donde actúa como un potente contrapeso del poder iraní, también se acerca a Rusia. En todo caso, no parece que Riad vaya a cambiar de bando y pasarse al de Moscú y Teherán, porque poco antes cerró con Washington la compra a Estados Unidos de material militar por un valor de 15.000 millones de dólares, que se suman a los 110.000 millones comprometidos unos años antes, en la mayor venta de armamento de la historia estadounidense.

Este juego de acercamiento comercial al potencial enemigo tampoco es muy extraño en el ámbito militar. Un ejemplo mucho más llamativo es el del descubrimiento a finales de 2016 de que los submarinos de la clase Dolphin que Alemania está suministrando a Israel tienen detrás dinero iraní, el mayor potencial enemigo de Tel Aviv. De acuerdo con la información conocida entonces, el 4,5% de las acciones del fabricante alemán de estos buques, ThyssenKrupp, estaban en manos del Estado iraní. El escándalo fue limitado: el propio Ministerio de Defensa israelí admitió entonces que ya conocía esta circunstancia desde más de una década antes y, sin embargo, no tomó medidas para impedirlo.

Además de tratar de hacerse con armamento internacional, Irán también es un exportador de material militar. De hecho, es el 33º del mundo, según los datos del Sipri, que recoge cifras referidas al periodo 2014-2018, para de esa forma evitar que una compra coyuntural de un año, por ejemplo, distorsione el enfoque sobre el verdadero peso de cada país en el mercado mundial de defensa. Teherán despunta en este concepto sobre Arabia Saudí, que ni tan siquiera aparece entre los 50 mayores exportadores de armamento mundial. Solo Emiratos Árabes Unidos y Jordania superan en la región a Teherán en este concepto.

El presidente iraní Rohani supervisa una instalación nuclear en Tehrán
El presidente iraní Rohani supervisa una instalación nuclear en TehránIRANIAN PRESIDENCY OFFICE HANDOUAgencia EFE

En todo caso, el poder iraní parece más limitado de lo que en ocasiones dejan ver las diatribas contra el país de sus potenciales enemigos, particularmente de Donald Trump. Ni siquiera es seguro que llegue a suponer, pese a su empeño, una amenaza nuclear seria. Y si lo logra, probablemente se tomarán medidas que lo anulen, encabezadas con probabilidad por Israel, que ya tiene experiencia en bombardear reactores nucleares para contrarrestar el peligro de que acaben produciendo armas atómicas, como hizo en 1981 en Iraq y en 2007 en Siria.

(Especial Infodefensa.com para La Razón)