Azerbaiyán

Azerbaiyán, un Parlamento a la medida del presidente Ilham Aliyev

Los azerbaiyanos eligen una renovada Milli Mejlis junto a la que el mandatario pretende acometer reformas que modernicen el país. Incidentes y denuncias de irregularidades empañan los resultados

Parliamentary elections in Azerbaijan
Una mujer vota en un colegio electoral durante las elecciones parlamentarias en Bakú, Azerbaiyán, el 09 de febrero de 2020AZIZ KARIMOVEFE

Las elecciones legislativas anticipadas celebradas este domingo en Azerbaiyán no han dado margen a la sorpresa según los primeros sondeos, que otorgaban a primera hora de la noche en en torno a 69 de los 125 escaños de la Asamblea al partido gobernante, Nuevo Azerbaiyán (YAB), del presidente Ilham Aliyev. A estos asientos habrá que sumar los de los partidos y los candidatos independientes afines al mandatario -unos 41 según dichas encuestas-, lo que hace prever otra cómoda legislatura de cinco años. La participación fue de un 47,8%, ocho puntos menos que en 2015 (55,7%).

En las legislativas azerbaiyanas no compite el presidente, elegido en las presidenciales y que está por encima del Parlamento y nombra el Gobierno. Son votaciones en las que cada departamento electoral elige a su diputado en primera vuelta para que le represente. Pero con estos comicios Aliyev concluye el proceso iniciado tras su reelección en las presidenciales de 2018, continuada con la victoria en las locales y la destitución, el pasado mes de octubre, de su anterior primer ministro, Ramiz Mehdiyev, despido que justificó por la lentitud de las reformas que busca para el país. A Mehdiyev le relevó el economista Ali Asadov. De esta manera consolida su poder y ve abierta la puerta para acometer una anunciada serie de medidas con las que pretende modernizar el país, medidas que pretende impulsar desde el aparato del Estado.

Este domingo ha llegado el turno de renovar el Parlamento, donde aparte del enfrentamiento entre los candidatos oficialistas y opositores, se medían dos generaciones, la formada en los tiempos de la Unión Soviética, y la de los jóvenes que aspiran a tomar el relevo, muchos educados en universidades europeas y norteamericanas. De hecho, el 70% de los aspirantes a un escaño en la Milli Mejlis era menor de 50 años, algo desconocido en la clase política de este país.

El presidente Aliyev asegura que no se quiere quedar ahí, e insiste en que los jóvenes deben empezar a ocupar los puestos de responsabilidad en todos los estamentos del Estado. El relevo ya ha comenzado en varias esferas del poder, algo que apoyan incluso veteranos diputados como Asim Mollazade, del Partido de las Reformas Democráticas, formado como biólogo en Moscú durante la Unión Soviética y que parecía tener encarrilado, por quinta vez, su escaño.

“Debemos retener a los jóvenes aquí para garantizar el futuro, y para ello debemos mejorar la educación. Tienen que tomar el relevo”, asegura a LA RAZÓN. Ello debe ir precedido, según Mollazade -que tiene en la UE un modelo en el que basa buena parte de su programa- por “reformas en el sistema judicial y la reducción de la burocracia para facilitar el emprendimiento y consolidar una clase media”.

A pesar de sus recursos energéticos, Azerbaiyán, con aproximadamente un 40% de población menor de 25 años, está obligado a potenciar sectores como la agricultura y el turismo porque son pocos los que de entre sus diez millones de habitantes se benefician directamente de los ingresos del petróleo y el gas.

El país también debe acometer una verdadera cruzada contra la corrupción, dice Mollazade, un análisis que comparte Fazil Mustafa, líder de La Gran Formación y candidato a priori ganador en su distrito por cuarta vez. Este es uno de los males que ralentiza las reformas y mancha la reputación internacional de un país que presume de puertas para afuera de tolerancia y valores occidentales.

Fazil Mustafa, diputado por el partido La Gran Formación
Fazil Mustafa, diputado por el partido La Gran FormaciónJose A. Alonso

Mustafa define a su partido como liberaldemócrata, con vocación de “oposición constructiva” con el gobernante YAB. La critica por su “conservadurismo”, aunque lo entiende: “Controla el país y el destino de los miles de millones que generan el crudo y el gas, pero conviene una política de Estado fuerte porque si no existe el riesgo de convertirse en Libia o Egipto”. Aun así confía en las reformas que propone el Gobierno: “Preferimos las reformas que vienen de arriba a las que se piden desde abajo, que pueden entrañar peligros”. Se trataría de buscar una “apertura controlada” que exigen los jóvenes, término empleado por varios analistas consultados por LA RAZÓN.

La capacidad de oposición la Cámara apenas existe en un régimen, además, tremendamente presidencialista, donde el Parlamento ha sido despojado de buena parte de las atribuciones que le corresponden en países occidentales. Por ello Mustafá asegura que Azerbaiyán “debe aspirar a que su sistema político pase a ser parlamentario, proporcional, y que sean los partidos mayoritarios los que formen el gobierno”.

LA RAZÓN, testigo de irregularidades

Precisamente este domingo volvieron a producirse incidentes y las acusaciones de fraude por parte de políticos de la oposición. A pesar de la presencia de unos 890 observadores internacionales de 58 países y diferentes organizaciones -aparte de los 77.790 locales-, las irregularidades volvieron a repetirse.

LA RAZÓN fue testigo de un par de casos. En uno de los colegios electorales, situado en un instituto de Bakú, uno de los observadores locales se apresura a acercarse y nos muestra fotos de una mujer que, dice, “la hemos sorprendido votando más de una vez”. En otro, situado en el mismo edificio, cuando preguntamos a un joven interventor, nos contesta que “sí, hemos detectado varios problemas”. Como no sabe inglés, le pedimos a la presidenta de la mesa -profesora de inglés en el centro- que nos traduzca: “Dice que ‘no’ hay ningún problema -asegura-, no pasa nasa, todo OK”, dice, y manda al joven que se calle.

Pero una situación mucho más tensa se vive en el colegio número 7 de la capital. Cuando llegamos, los observadores y la presidenta de la mesa discuten acaloradamente. Un joven opositor denuncia que no se le informa, que han votado 20 personas hasta ese momento y que la mesa ha apuntado 40, denuncia que no se dan los datos reales. Después nos lleva a otra mesa próxima y nos enseña que la cámara web -el Gobierno instaló unas mil entre los 5.300 colegios electorales para garantizar la transparencia y poder seguir en todo momento las votaciones-, está tapada con un trozo de cinta adhesiva.

También nos muestra la web de las cámaras y muchas no funcionan. Acto seguido exige las papeletas de votación, que no están visibles como estipula la ley. En ese momento una mujer de la mesa se apresura a sacar un taco de una bolsa y las expone. La sorpresa que pudo comprobar este redactor junto a más periodistas es que varias de ellas ya tenían recortada una de las esquinas, cuando solo se pueden recortar en el momento que una persona deposita el voto. Estaban recortadas ya antes de que alguien las hubiese utilizado. Se genera un tumulto y los observadores independientes se encaran con los miembros de la mesa. El joven Jalil nos suplica: “Denunciad esto en vuestro país, están haciendo un inmenso fraude, esto no es democracia”. Isa Gmbar, el líder del principal partido de la oposición, también constató este domingo “una serie de violaciones en los colegios electorales donde tenemos observadores”, dijo a Reuters.

Por el contrario, han sido varios los observadores invitados que horas después del cierre de los colegios se han declarado satisfechos con el discurrir de estos comicios. A la espera del informe preliminar que la OSCE dé a conocer este lunes, las irregularidades han vuelto a ensombrecer una cita electoral en Azerbaiyán.

El poder de la familia Aliyev

El régimen que rige Azerbaiyán otorga al presidente la mayor parte del poder ejecutivo, con capacidad de nombrar el gobierno y destituirlo, aparte de controlar las áreas más sensibles del Estado, desde la económica hasta la de defensa. Ilham Aliyev ha ocupado el poder desde que fue elegido en octubre de 2003, dos meses antes de la muerte de su padre, quien a su vez dirigió el país la década precedente tras una primera etapa como hombre de Moscú en Bakú en la época soviética.

Ilham ganó después las elecciones de 2008, 2013 y 2018, y dos referéndums (2009 y 2016) que ampliaron su papel eliminando el límite presidencial de dos períodos consecutivos de mandato que establecía la Constitución, extendiendo el período presidencial de cinco a siete años y creando las figuras de vicepresidente primero y segundos que elige personalmente.

Después de ello, en 2017, nombró a su esposa Mehriban Aliyeva primera vicepresidenta -que ya había sido diputada en tres legislaturas-, con lo que la convertía en la segunda persona más poderosa del país. Con la cláusula añadida de que, en caso de la muerte o incapacidad de Aliyev, será su mujer quien le suceda sin tener que pasar por las urnas.