Evo Morales

Los militares están de vuelta en América Latina

Cinco analistas explican los motivos que hay detrás del creciente protagonismo de los uniformados en algunos países latinoamericanos

Presidente salvadoreño dice que diputados rompieron "control constitucional"
AME505. SAN SALVADOR (EL SALVADOR), 09/02/2020.- Un Militar hace guardia este domingo en el interior del Salón Azul del Palacio Legislativo, en San Salvador (El Salvador). Bukele ingresó este domingo al Parlamento, custodiado por militares y policías, algunos de los cuales también ingresaron al recinto, para dar inicio a una sesión extraordinaria sobre un polémico préstamo para financiar un plan de seguridad contra las pandillas, pero la asamblea no pudo ser posible para la falta de cuórum, ya que solo se presentaron 20 diputados de los 84. "Vamos a dar inicio a esta sesión plenaria extraordinaria tal como lo establece el artículo 167 de la Constitución", señaló el mandatario, quien se ubicó en la silla que le corresponde al presidente del Congreso, Mario Ponce, que no se hizo presente a la convocatoria. EFE/ Miguel LemusMiguel LemusEFE

Los militares se han convertido en un factor relevante en el juego político de varios países latinoamericanos. El caso más reciente ha sido la entrada en el Parlamento del presidente salvadoreño Nayib Bukele escoltado por militares. En octubre, la cúpula castrense forzó la salida de Evo Morales de la presidencia. Y en Venezuela, desde hace dos décadas la Fuerza Armada mantiene férreamente el control de las riendas. Cada caso es distinto y cada país debe ser analizado por separado antes de llegar a una conclusión general.

Hemos preguntado a cinco expertos para que nos den su visión sobre este momento. ¿Existe el riesgo de que las Fuerzas Armadas vuelvan a ser el árbitro de la vida política? ¿Por qué en algunos países se encargan de la seguridad en las ciudades? ¿Hay riesgo de involución democrática? Los analistas consultados por LA RAZÓN descartan el escenario de una América Latina dominada por los militares, como sucedió en los años setenta del siglo pasado. Si bien hay países donde se ha producido un retroceso en este sentido, como Venezuela y Nicaragua, la mayor presencia de los uniformados en la vida pública de estas naciones está más relacionada con el descontento por la inestabilidad política y económica y con la demanda de orden y seguridad en una región especialmente castigada por la violencia.

El creciente protagonismo de los militares sigue pautas diferentes en cada país. El profesor Gustavo Flores-Macías, de la Universidad de Cornell, en Estados Unidos, apunta cuatro vías utilizadas por las Fuerzas Armadas en su vuelta al escenario político.

1. Apuntalar gobiernos autoritarios: Venezuela

Venezuelaes el máximo exponente de la vía autoritaria. En este país las Fuerzas Armadas sostienen un gobierno que ha perdido legitimidad y es incapaz de proporcionar los más elementales servicios públicos. Desde la toma del poder del chavismo en 1999, el poder ha estado controlado por los uniformados. El propio Hugo Chávez era un comandante que había intentado dos golpes militares antes de llegar al poder por las urnas.

En 2016 se aprobó la creación de Camimpeg, una compañía estatal de gas y petróleo paralela a PDVSA, dirigida por militares, a los que el presidente Maduro ya había otorgado espacio en otros ámbitos de la economía, siguiendo el modelo cubano. Actualmente dos militares ocupan carteras en el gabinete de Maduro, son Néstor Reverol, ministro de Interior y Justicia, y Vladimir Padrino López, al frente de Defensa.

2. Reprimir las protestas: Chile y Colombia

El Gobierno de Sebastián Piñera decidió recurrir a los uniformados para sofocar las protestas en octubre del año pasado e impuso el toque de queda. Tras varias semanas de manifestaciones y enfrentamientos en las calles, la cifra de víctimas fue de 31, y a muchos les ha hecho recordar la oscura página de la dictadura de Pinochet. Organizaciones de derechos humanos criticaron la brutalidad del Ejército y de los carabineros empleada contra los manifestantes.

En Colombia, el Gobierno de Iván Duque también recurrió a los militares para apaciguar las calles de las principales ciudades, donde miles de personas protestaron contra el Ejecutivo. La Oficina en Colombia de la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos manifestó su preocupación por el aumento de la presencia de militares.

El consultor político Antonio Sola asegura que el despliegue de militares en estos países se hizo para mantener el orden, “como sucedió en Francia cuando Macron ordenó el despliegue de soldados en algunos puntos críticos durante las protestas de los chalecos amarillos”. También cita el caso de México, donde el presidente Felipe Calderón sacó al Ejército en 2006 en los estados desbordados por la violencia derivada del narcotráfico.

3. “Designar” al presidente: Bolivia

Las Fuerzas Armadas se convirtieron en un factor clave en la salida de la presidencia de Evo Morales en octubre del año pasado. Fue el general Williams Kaliman quien le “sugirió” al mandatario que renunciara después de las protestas tras su victoria electoral de octubre, calificada por la OEA como fraudulenta.

En El Salvador, el presidente Nayib Bukele envió a los militares a la sede de la Asamblea Nacional para coaccionar a los diputados con el objetivo de que aprobaran un préstamo que permita al Gobierno ejecutar su plan de seguridad contra las pandillas. Cabe recordar que El Salvador vivió varias décadas bajo una dictadura militar y que solo llegó a la democracia tras una cruenta guerra civil.

En Perú, el presidente Martín Vizcarra disolvió el Congreso y convocó elecciones rodeado de los altos mandos de las Fuerzas Armadas y la Policía. Y en Ecuador,Lenín Moreno se mostró con la cúpula militar cuando anunció un estado de emergencia.

4. Asumir las riendas de la seguridad pública: México

Las Fuerzas Armadas han tomado las riendas de la seguridad pública en países como Colombia, El Salvador, México y Nicaragua, donde los altos niveles de violencia han contribuido para justificar la participación del Ejército en los asuntos públicos. El caso de Brasil combina algunas de las vías expuestas, asegura Flores-Macías. "Los militares en el gabinete de Bolsonaro están a cargo de políticas públicas en varios ámbitos, no solo en el de seguridad pública como ocurre en México y otros países. El ejército también se ha desplegado para controlar protestas, como en Chile. Bolsonaro es un ex militar, así que no hay que descartar que durante su presidencia aumente todavía más la influencia de las fuerzas armadas”, añade el analista.

El candidato del orden. Jair Bolsonaro rodeado de militares durante un acto en Sao Paulo. Al menos cuatro generales de la reserva estarán en su gabinete si gana las elecciones
El candidato del orden. Jair Bolsonaro rodeado de militares durante un acto en Sao Paulo. Al menos cuatro generales de la reserva estarán en su gabinete si gana las eleccioneslarazon

Aunque son cuatro vías diferentes, “todas apuntan al regreso de democracias con control tutelar de los militares, aquellas que mantienen el andamiaje democrático a través de elecciones y una prensa más o menos libre, pero donde el verdadero poder lo tienen las Fuerzas Armadas”, añade Gustavo Flores-Macías.

Otro factor que explica la reaparición de los militares tiene que ver con la debilidad de las instituciones en países donde la democracia no está firmemente asentada, como explica Miguel Tinker Salas, profesor de Historia en Pomona Collegue, California. “Lamentablemente, los militares siguen siendo un factor decisivo en la política de América Latina”, explica este analista.

A su juicio, “los eventos en El Salvador demuestran la imposición de un presidencialismo que sin el apoyo del ejército se vería obligado a negociar con el congreso”. La insólita entrada de los militares en el parlamento hace unos días le ha hecho recordar a Tinker Salas lo sucedido en Perú "cuando Alberto Fujimori realizó un autogolpe en 1992. A Bukele ahora y a Fujimori en su momento la democracia es algo que les incomoda y prefieren utilizar el ejército para imponer un orden autoritario”.

En cambio, el consultor político Antonio Sola considera que las sociedades latinoamericanas están reclamando orden y seguridad, algo que se refleja en las preocupaciones del Latinobarómetro. “Las socialdemocracias europeas, por tibias y débiles, no han logrado imponer una mano efectiva contra la delincuencia y el narcotráfico, y eso es un látigo para los países de América Latina”.

Para Sola, “lo que estamos viendo es una pelea final, los últimos destellos de una Guerra Fría que enfrenta a Rusia, Irán, Nicaragua, Venezuela y Cuba frente a Estados Unidos y países más progresistas. Esa batalla quedó definida claramente en Bolivia, donde la salida de Evo Morales tuvo implicados a los rusos y a los estadounidenses, cada uno de defendiendo sus respectivos intereses”.

La continua aparición de los militares en la escena política de América Latina tiene un origen histórico, señala Fernando Mires. “Existe una precariedad de la conciencia política en la región, hasta tal punto que, salvo honrosas excepciones, podría afirmarse que Latinoamérica vive todavía bajo el primado de condiciones pre políticas”.

El analista Moisés Naím asegura que “en América Latina la inherencia de los militares en la vida política de sus países ha variado mucho”. “No olvidemos que durante décadas la inmensa mayoría de los latinoamericanos vivíamos en países gobernados por sanguinarias y represivas dictaduras militares. Luego vino un periodo donde -con la excepción de Cuba- los militares casi desaparecieron de la política y se sometieron al control de la sociedad civil y su gobierno”.

Pero en todas estas oscilaciones, añade, es importante destacar eventos políticos que en el pasado eran dirimidos (a veces salvajemente) por las Fuerzas Armadas. “Ahora, en cambio, esto no ha sido así”. Naím pone como ejemplo lo sucedido en Brasil y Guatemala. “Tanto la presidenta Dilma Rousseff como el presidente de Guatemala, su vicepresidenta y sus ministros fueron sacados del poder por la sociedad civil y con apego a la constitución y las leyes”. Las Fuerzas Armadas son utilizadas como árbitro moderador para resolver crisis políticas que los dirigentes no han sabido solucionar, como en el reciente caso de Evo Morales en Bolivia.

La intervención de los uniformados para el mantenimiento del orden público ha sido una constante en la última década en países como México, donde la magnitud de la violencia derivada del narcotráfico ha sido tal que el Gobierno militarizó ciertas regiones, lo que motivó cientos de denuncias por sus prácticas. En Chile, como decíamos al principio, también han surgido denuncias de organizaciones civiles y de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) por el uso de la fuerza excesiva en las protestas.

Durante años, algunos ejércitos de la región han vivido sin hacer un ruido excesivo y han mantenido una estrecha alianza con la esfera política, con cúpulas bien instaladas y en algunos casos al frente del control de empresas públicas y servicios sociales. Además, han gozado de la aprobación de buena parte de la sociedad, que a menudo ve esta institución como la más confiable en medio de un contexto dominado muchas veces por la corrupción.