Política

Evo Morales

La dramática caída de Evo Morales, el líder indígena aprendiz de caudillo

Bolivia experimentó un crecimiento económico durante sus mandatos y se redujo la brecha social, pero la corrupción y el autoritarismo deterioraron su figura. Ha aceptado el asilo ofrecido por México

El presidente de Bolivia Evo Morales/AP
El presidente de Bolivia Evo Morales/APlarazon

Evo Morales ha sido el presidente que más tiempo ha gobernado Bolivia, ganando cómodamente tres elecciones y, a veces, con el reconocimiento a su gestión de organismos como el Fondo Monetario Internacional. Aupado por los suyos a la categoría de líder infalible y guía del pueblo, probablemente jamás pensó que tendría una caída tan dura y en un escenario tan caótico como el que está viviendo el país andino. Su último intento para postularse como candidato presidencial, obviando el deseo de una mayoría de bolivianos que rechazó la posibilidad de que volviera a presentarse, ha marcado la crisis política actual y, a la postre, su salida del poder.

Evo Morales se va por la puerta de atrás, forzado por militares y policías y, sobre todo, por las protestas de la calle que han llevado al país a una situación de gran tensión, hasta el punto de que el ex presidente teme por su vida. Es por ello que ha aceptado la oferta de asilo ofrecida por el Gobierno de México, tal y como anunció el canciller Marcelo Ebrard, quien añadió que esta decisión se ha adoptado por "por razones humanitarias" y "en virtud de la urgencia que afronta en Bolivia donde su vida e integridad corren peligro".

Morales, un líder cocalero de familia humilde de campesinos aymaras, tiene garantizado un lugar en la historia de Bolivia como primer presidente indígena del país, pero también en la izquierda de Latinoamérica. Líder sin apenas formación académica, se dice que fue criador de llamas y vendedor de helados, fabricante de ladrillos y trompetista de un grupo de música. Muy pronto se vio obligado a dejar los estudios para sumarse al servicio militar obligatorio. Morales se forjó como político en el activismo sindical, protestando y organizando huelgas contra el entonces presidente Hugo Banzer desde la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia. Más tarde dirigió las federaciones cocaleras de Cochabamba. Durante años defendió en giras por el extranjero el cultivo de la hoja de coca, tratando de divulgar sus diferencias con la cocaína.

En 2002, integrado ya en el Movimiento Al Socialismo (MAS) se presentó a las elecciones y quedó en segunda posición. Pese a la derrota, Morales salió fortalecido como un tenaz líder opositor. En 2005 supo aprovecharse de la crisis que atravesaba el país en las protestas contra el presidente Carlos Mesa. Morales defendió el derecho de los colectivos indígenas y populares a armarse para hacer frente a la represión gubernamental. En poco tiempo, logró convertirse en el guía de los más desfavorecidos y muy pronto gozó del apoyo del presidente venezolano Hugo Chávez, quien soñaba con impulsar un movimiento bolivariano en toda América Latina que se alejara de la influencia de Estados Unidos.

Al poco de ganar las elecciones en 2006, Morales impulsó una reforma de la Constitución con la instalación de una Asamblea Constituyente. En 2009 y 2014 logró la reelección en primera vuelta. Bajo su gestión, Bolivia logró reducir la extrema pobreza a más de la mitad de los bolivianos triplicaron sus ingresos. El PIB per cápita en el periodo 2006-2017 fue de 2.392 dólares, tres veces el del periodo 1994-2005, que fue de 961 dólares. La clase media creció al pasar del 35% de la sociedad en 2005 al 58% el año pasado.

Como consecuencia, las desigualdades sociales también disminuyeron, y el sistema sanitario y el educativo recibieron más inversiones. Esta mejoría en las variables macroeconómicas y en el nivel de vida de los bolivianos se explica en gran medida por el auge de los precios del petróleo y el gas durante años. La nacionalización de los hidrocarburos y el aumento de los impuestos a las petroleras por la explotación de los yacimientos propiciaron un aumento de los ingresos públicos. Las cifras indican que en los últimos trece años el crecimiento del Producto Interior Bruto creció un 5% de promedio anual.

¿Por qué creció tanto el rechazo hacia el presidente en los últimos tiempos? Sus críticos hablan del creciente caudillismo que imprimió desde un principio a su presidencia pero también de su permisividad con los casos de corrupción. Desde el punto de vista económico, la situación comenzó a deteriorarse a partir de 2014, con una caída notable de las exportaciones, la principal fuente de ingresos del país, y la reducción del consumo interno.

El deterioro institucional fue en paralelo a la caída de su popularidad, que se manifestó en el referéndum de 2016, cuando más de la mitad de los votantes rechazaron un cambio de la constitución para permitir la reelección continuada en la presidencia. Pese a sufrir su primera y decisiva derrota en aquella consulta, Morales persiguió su sueño de aspirar a un nuevo mandato. Y lo consiguió cuando en diciembre de 2018 el Tribunal Constitucional habilitó al presidente para concurrir a unas nuevas elecciones bajo el argumento de que impedir su postulación significaba limitar sus derechos humanos y políticos.

Algunos de quienes le apoyaron en un principio vieron que esta deriva suponía una traición de Morales a sus principios socialistas. Los analistas señalaron una pulsión caudillista y autoritaria. “En los últimos años no solo se ha practicado intensamente el culto a su personalidad, elevando al Presidente a la condición de liberador de los pueblos indígenas, difundiendo por todos los medios su imagen y su biografía, enalteciendo a sus padres y a su pueblo natal, considerando su palabra la última de cualquier debate en el seno del oficialismo, eliminando políticamente a quienes alguna vez se atrevieron a enfrentársele”, escribe el periodista y escritor Fernando Molina, autor del libro “El pensamiento boliviano sobre los recursos naturales”.

Además, dirigentes indígenas criticaron su gestión por no respetar sus compromisos con el medioambiente al haber apostado por proyectos de infraestructuras, muchas de los cuales han sido denunciados por ineficientes. "Como Morales no sabe que los aeropuertos que construye no tienen pasajeros, que los estadios que hace no tienen espectadores, que las fábricas que inaugura no producen nada, entonces persiste en seguir errando", lamenta el periodista boliviano Raúl Peñaranda.

Sus rivales han señalado que la tozudez de Morales le impedía reconocer errores, también le denunciaron por saltarse las normas democráticas, acosar a ciertos medios de comunicación y poner al país en el rumbo a "una nueva Venezuela". “Mi pecado es ser indígena, cocalero, dirigente sindical", dijo un dramático mensaje a Bolivia al anunciar su dimisión. Morales, ahora escondido en el Chapare, deja un país polarizado, en pleno estallido social, que tendrá que dirimir su futuro con nuevas elecciones en los próximos meses.