Estados Unidos
Los demócratas se enzarzan en un agrio debate con Sanders en la diana
Mantienen el duelo más enconado de la precampaña en vísperas de las decisivas primarias de Carolina del Sur, donde el favorito medirá el apoyo del voto afroamericano
Bernie Sanders, que incendió la campaña después de cantar las virtudes educativas de la revolución cubana, ha sobrevivido a uno de sus debates más difíciles. Especialmente después de que los otros candidatos disparasen a discreción. Pete Butiggieg lo llamó nostálgico de los sesenta. Para el ex alcalde de South Bend no hay duda de que Sanders complementa los afanes reaccionarios del actual presidente, Donald Trump, obsesionado con vender una suerte de América mitológica, mezcla de Eisenhower y celofán kitsch, mientras que el senador por Vermont luce como gran exponente de la añoranza por los días de Berkeley, los ejércitos de la noche y la marcha sobre el Pentágono.
Cuestionados sobre China tanto Michael Bloomberg, que estuvo algo más sólido que en el anterior debate, como Joe Biden, que en las primarias de Carolina del Sur necesita como mínimo revalidar su segundo puesto de Nevada, dijeron que no permitirán que el gigante asiático invierta en las infraestructuras de EE UU. Bloomberg, por otro lado, fue el objeto dilecto de los ataques de la senadora Elizabeth Warren.
El exalcalde de Nueva York logró fajarse con más entereza que en su catastrófica primera actuación. Pero Warren volvió a percutir en su pasado, las insuficiencias de sus políticas sociales y el reguero de declaraciones incendiarias a lo largo de los años.
Por momentos la temperatura en el escenario de la CBS fue tan extrema que la senadora Amy Klobuchar alertó del peligro de que la carnicería fratricida propulse a Donald Trump. No le sirvió de mucho. Ni cuando hablaron de la sanidad ni cuando la conversación derivó a la Israel los demócratas fueron capaces de serenar la conversación.
En el aire las primarias de Carolina del Sur, el próximo sábado, donde el voto afroamericano será crucial, y por supuesto el supermartes, el 3 de marzo, en el que 16 estados votarán un total de 1.344 delegados, el 34% del total. Cuando al final de la noche le preguntaron a Sanders sobre su presunto radicalismo respondió que nadie puede llamar radical a quien pretende establecer un sistema sanitario homologable al de casi todas las naciones desarrolladas, ni llamar loco a un presidente comprometido en la lucha contra el cambio climático.
Pero la sombra de Castro, y la evidencia de que dos días antes piropeó a una dictadura, lo perseguirá como un fantasma. ¿Su esperanza? Que a los jóvenes, su principal baza, las recriminaciones a cuenta de un tirano que falleció hace un lustro les suene a guerra púnica. Asunto distinto es qué dirán, y qué votarán, los moderados, los indecisos y los mayores, llamados a entregar la llave de la Casa Blanca.
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