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Refugiados

Cientos de sirios se dirigen a la frontera entre Turquía y Grecia

Los rumores de que Ankara los dejará pasar a la UE provoca las primeras caravanas. El Gobierno turco asegura que su política no ha cambiado, pero que no puede retenerlos. Atenas cierra el paso de Kastaniés

Refugees try to reach Europe from Erdine, Syria
Varias familias caminan junto a la frontera griega a la espera de poder pasar a suelo europeoTOLGA BOZOGLUEFE

Turquía, con más de con 3,9 millones de refugiados, se convierte en el país con más migrantes en el mundo. Las amenazas del presidente Recep Tayip Erdogan de “abrir las puertas” para que salgan los refugiados de su país ha puesto en jaque a Europa ante una nueva oleada de migrantes ilegales en las costas del sur de Europa. Las alarmas han saltado en Grecia y Bulgaria, después de que cientos de refugiados y migrantes procedentes de Turquía intentasen cruzar a Europa por la frontera terrestre o por mar.

Un total de cinco buses partieron al medio día de Estambul con destino a Edirne, la principal ciudad fronteriza con Grecia y Bulgaria.

Ante una posible avalancha, las fuerzas de seguridad griegas recurrieron ayer a gases lacrimógenos para disuadir a quienes intentaban cruzar. En Bulgaria, las autoridades han aumentado la vigilancia, tanto terrestre como marítima, por la “amenaza real” de que se produzca “un repunte en el flujo migratorio”, declaró ayer el primer ministro de Boiko Borisov, quien tiene previsto hablar con Erdogan para que su país “frene a los migrantes antes".

Si bien los sirios constituyen el mayor número de refugiados en Turquía con cerca de 3,6 millones, también hay afganos (164.351), iraquíes (142,576), e iraníes (37.732), en cuyos países de origen se han confirmado casos del nuevo coronavirus.

Según cifras del Ministerio del Interior de Turquía, el 96,51% de los sirios refugiados está distribuido en varias ciudades, principalmente en Estambul, Sanliurfa, Hatay, Gaziantep, Mersin y Adana, mientras que un 3,49% de ellos, es decir alrededor de 100.000, viven en campamentos de refugiados.

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InfografíaTania Nieto

Hamed Abdul Aziz, de 23 años, es refugiado Alepo y trabaja en una fábrica turca de Kanka, ubicada en la Zona Industrial Organizada de Kocaeli. Antes del conflicto solía trabajar en un taller mecánico de automóviles y su sueño es convertirse en ingeniero mecánico. Pero en Turquía no hay muchas oportunidades para estudiar, porque además necesita el turco y es padre de un bebé de 18 meses que le quita todo el tiempo libre. “Pienso que en Europa las posibilidades son mejores que aquí, por eso nos gustaría marcharnos, dejar de ser refugiados, y para que mi hijo tenga un futuro mejor”, explica a LA RAZÓN en un intercambio de mensajes de WhatsApp.

Turquía ha destinado hasta el momento más de 30.000 millones de dólares de ayudas europeas al cuidado de los refugiados desde que empezó el conflicto en Siria, en marzo de 2011. Estas ayudas se han distribuido en dos partidas. La primera se destinó a ayuda humanitaria de emergencia como comida, refugio, medicinas y la segunda a la construcción de escuelas y hospitales en las provincias fronterizas con más presencia de refugiados, que están también entre las más pobres de Turquía.

Uno de esos proyectos conjuntos con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y el Gobierno de Ankara es un centro de capacitación vocacional para proporcionar formación en idiomas y formación profesional en textiles, maquinaria, informática y servicios. Husein, y Abdel Karim, han participado en estos cursos, pero desde que consiguieron su diploma hace dos años no encuentran trabajo en Ankara y ambos dicen que desearían emigrar a Alemania, donde tienen otros amigos que “se marcharon hace un año por rutas clandestinas hasta llegar a Munich”. “Allí si hay oportunidades de trabajo”, comenta a la RAZÓN Abdel Karim.