Afganistán
Estados Unidos y los talibanes firman un histórico acuerdo de paz para Afganistán
El acuerdo de paz estipula la retirada total de tropas internacionales en 14 meses. También el intercambio de prisioneros y el compromiso de los insurgentes de evitar cualquier ataque contra EE UU
La paz con los talibanes ya es una realidad.Con un acuerdo histórico entre Estados Unidos y el grupo insurgente afgano se pone fin a una guerra de casi dos décadas. La hoja de ruta de paz ha sido firmada por el negociador especial de EE UU, Zalmay Khalilzad, y el líder talibán, el mulá Abdul Ghani Baradar, el mismo que fue capturado en una redada conjunta entre la CIA y los servicios secretos paquistaníes (ISI) en 2010, en la ciudad sureña de Karachi. El acuerdo se selló en un hotel de lujo de Catar, anfitrión de las negociaciones, que contó con la presencia de responsables de alto nivel internacionales, como el secretario de Estado de EE UU, Mike Pompeo, el ministro de Asuntos Exteriores catarí, Mohamed bin Abdulrahman al Zani, y sus homólogos turco y paquistaní, Mevlut Cavusoglu y Shah Mahmud Qureyshi, respectivamente, así como una tropa de talibanes.
Antes de la firma pronunciaron un discurso el jefe de la diplomacia catarí, Sheij Mohamed, Pompeo, y el mulá Baradar. Para Pompeo el acuerdo «no es perfecto, pero los talibanes han demostrado que pueden ser pacíficos cuando quieren». Con ello se refirió a que el viernes venció una semana sin violencia como parte de las exigencias de Washington a los talibanes para la firma del acuerdo y una prueba de buena voluntad. «Habrá tentaciones de declarar la victoria», advirtió Pompeo, pero «la victoria para EE UU será cuando sus ciudadanos no tengan que temer ya ninguna amenaza de ataque desde Afganistán».
El camino para llegar al acuerdo de paz ha estado lleno de baches. Decenas de encuentros han sido necesarios para llegar hasta este punto actual. El proceso de diálogo con los insurgentes comenzó en febrero de 2018, cuando su oficina política en Doha urgió a Washington a tomar parte en un diálogo «directo» después de años de negativas. Trump lo había prometido, poner fin a 18 años de conflicto iniciados con los atentados del 11-S y en los que EE UU ha perdido unos 2.500 hombres. Por ello, en octubre de ese mismo año, Khalilzad y líderes talibanes mantuvieron la primera de una decena de rondas de diálogo en Catar.
En septiembre de 2019 Donald Trump canceló unilateralmente las conversaciones con los insurgentes, en respuesta a un atentado en Kabul en el que murió un militar estadounidense, pero nuevamente se retomó el diálogo a finales de noviembre tras una visita del presidente de EE UU a Afganistán. A finales del pasado mes, en la recta final, los talibanes implementaron una reducción de la violencia durante siete días, como muestra de sus compromisos.
La contraparte estadounidense se compromete a reducir a 8.600 soldados su actual destacamento en Afganistán, que cuenta con unos 14.000 uniformados. Esto se hará en un periodo de 135 días después de haber entrado en vigor el acuerdo de paz con los talibanes, y en los 14 meses siguientes, se espera que todas las tropas extranjeras salgan del país, sujeto al cumplimiento por parte de los talibanes de sus compromisos. Estados Unidos también se compromete a retirar las sanciones y las recompensas que pesan sobre los líderes talibanes. Asimismo habrá un intercambio de prisioneros: unos 5.000 insurgentes y unos mil soldados afganos serán liberados.
Tras el anuncio del histórico pacto, desde Afganistán, los talibanes ordenaron inmediatamente la suspensión de todas sus operaciones militares en el país. «Debido al acuerdo (...) por el que nuestro pueblo está contento, y lo celebra, hemos interrumpido todas nuestras operaciones militares en el país», declaró Zabihulá Mujahid, portavoz de los insurgentes. Esta «reducción de la violencia» era la condición para la firma del pacto con Washington a cambio de garantías de seguridad y el inicio de un diálogo entre insurgentes y Gobierno afganos.
Ahora los talibanes se tendrán que ver con el presidente Ashraf Ghani. No se han sentado en la misma mesa desde que Washington nombró a Hamid Karzai presidente de Afganistán. Han pasado casi 20 años y el país sigue desangrado por las luchas entre grupos tribales y el desgobierno.
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