China

Los tentáculos de China atrapan al líder de la OMS

Cuando en 2017 terminó el mandato de Margaret Chan en el organismo vinculado a la ONU, Pekín impuso a Tedros Adhanom para no perder influencia

FILE PHOTO: WHO news conference on the novel coronavirus (COVID-2019)
El director general de la OMS, el etíope Tedros Adhanom GhebreyesusDenis BalibouseReuters

El pasado 11 de marzo la Organización Mundial de la Salud (OMS), agencia especializada de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para la gestión de políticas de salud a nivel global, declaró el virus SARS-CoV-2, originado en la provincia china de Wuhan, como pandemia. Ese día, el virus ya había sido detectado en 114 países. Entre diciembre, mes en que se habría originado el virus, y el 11 de marzo la respuesta por parte de la OMS a la rápida propagación del virus fue cuanto menos cuestionable, y a ojos de muchos reprobable. En estos días, más que la primera línea de defensa sanitaria global, la agencia de la ONU pereció haberse tornado en una agencia de relaciones públicas del Partido Comunista Chino.

La Organización Mundial de la Salud ha jugado un esencial papel en el panorama internacional. Gracias a su trabajo se consiguió la erradicación mundial de la viruela y enfermedades como la polio están agonizantes. Es indudable la importancia de esta agencia, y más teniendo en cuenta que se trata de nuestra primera línea de defensa y alarma ante nuevas enfermedades.

La OMS tenía ante sí uno de los principales retos a los que se ha enfrentado desde su creación, el de dar una rápida y eficaz respuesta a un virus que ha puesto en jaque al planeta. En esta hora de necesidad no ha sabido estar a la altura. Las dudas se han tornado en preguntas y sospechas sobre el papel de China en el origen del virus, sobre su gestión de la crisis, y sobre su honestidad a la hora de alertar al mundo de la magnitud y extensión del virus dentro de sus fronteras. Ante esta situación, el aval de la OMS a la gestión china fue devastador, teniendo en cuenta que se trata de la organización hacia la que miran los Estados del mundo para responder ante posibles riesgos sanitarios y su falta de honestidad llevó a gobiernos a subestimar la gravedad de la situación.

¿Por qué se prestó la OMS a tamaño engaño?

La respuesta es sencilla, si bien alarmante. La República Popular China está haciéndose notar en la esfera internacional. En los últimos años, hemos visto el ascenso de China como poder geopolítico, debido a un vertiginoso crecimiento de su economía y una clara voluntad de hacer valer su peso, no ya solo en su entorno, sino en el mundo. China ha dejado de ser “la fábrica del mundo” y ha pasado a ser líder en sectores tan estratégicos como las telecomunicaciones, la inteligencia artificial o incluso la carrera espacial.

China es, por hoy, una potencia geopolítica además de económica. En los últimos años su estrategia se ha vuelto más agresiva con incursiones en el Mar de China, expandiendo su presencia militar en aguas internacionales, construyendo islas artificiales para hacer valer sus reivindicaciones. La República Popular de China es consciente de su nuevo poder y estatus, y no duda en lanzar órdagos para demostrar que estánen posición de tomar el relevo del liderazgo global. Episodios como la guerra comercial con Estados Unidos, o la flagrante censura que se impuso sobre la NBA el año pasado, son dos de las múltiples muestras del nuevo papel de China.

África es uno de los principales tableros de ajedrez en los que el régimen chino se ha centrado. Su omnipresencia en el continente africano es alarmante, no solamente ha conseguido hacerse con el control de muchas industrias clave, como la explotación ciertos minerales y tierras raras, pero se han establecido como el principal apoyo de regímenes de toda índole. Cabe recordar que la primera base militar de China en el extranjero se abrió en el continente africano.

Etiopia en particular es el gran ejemplo de esta expansión. Este país está controlado por un régimen a la cabeza del cual hay un partido único de corte marxista llamado el Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etíope (FDRPE). El éxito político y económico de este país se debe en gran parte al apoyo que ha estado recibiendo por parte de la República Popular China, que ha visto en Etiopia el perfecto laboratorio para probar su estrategia de expansión que algunos han llegado a calificar de neocolonialista.

Un importante dirigente del FDRPE, ministro en dos ocasiones del régimen etíope, es Tedros Adhanom. Éste es el actual director general y máximo mandatario de la OMS. Cuando en 2017 terminó el mandato de 10 años de Margaret Chan, nacional china, el país asiático puso todo su empeño en que el Dr. Adhanom, microbiólogo, fuera el elegido, asegurándose así la influencia que perdía tras el fin del mandato de Chan. El Dr. Adhanom, da la casualidad, es el primer director general de la OMS que no es médico, y en fechas tan tardías como el 28 de enero de 2020 se deshacía en halagos a la gestión de Xi Jinping de la crisis del coronavirus en China.

China ha ido expandiendo sus tentáculos, no ya en la OMS, sino en todo el sistema de Naciones Unidas, dónde nacionales chinos ocupan puestos de tanta relevancia como el de secretario general de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (no olvidemos la presión china para el desarrollo de la tecnología 5G), el director general de la Organización para la Alimentación y la Agricultura, el secretario general de la Organización de Aviación Civil Internacional, y más importante aun, el de secretario general adjunto para Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas.

China ha salido a jugar fuerte en el siglo XXI. Ante esto, los Estados democráticos que crearon el orden liberal parecen haberse replegado, y algunos han, incluso, decidido abandonar el campo de batalla. Trump ha anunciado un recorte de la subvención estadounidense a la OMS. Este tipo de acción no hace sino incrementar el peso de China en estos organismos empujando al sistema a depender de Estados autoritarios. Si miramos para otro lado, volveremos a encontrarnos ante situaciones en las que los organismos que han sido diseñados para velar por nuestro bienestar común actúen en base a la defensa de los intereses de algunos. Esto, como hemos visto con esta crisis, conlleva unos riesgos que no podemos permitirnos.

* Profesor de Relaciones Internacionales