Coronavirus

El laboratorio de Wuhan niega ser el origen del virus

La versión de que la primera muestra del coronavirus les llegó en diciembre no convence a Trump

President trump plays golf in Sterling, Virginia
Trump vuelve a jugar al golf. El presidente ha pasado su primer fin de semana practicando su deporte favorito desde que estalló la pandemiaJIM LO SCALZOEFE

La directora del Instituto de Virología de Wuhan apareció ayer públicamente para negar categóricamente la teoría de la conspiración abanderada por Estados Unidos, que apunta a que el coronavirus salió de sus laboratorios. Calificando la hipótesis de «pura fabricación», aseguró ayer en la televisión estatal china que ninguna de las cepas con las que trabajaban en ese momento se correspondía con el nuevo coronavirus y que no fue hasta el 30 de diciembre cuando les llegó la primera muestra a la clínica.

Wang Yanyi afirmó que «tras verificar el patógeno dentro de la muestra [recibida el 30 de diciembre], descubrimos que contenía un nuevo coronavirus, que ahora se llama SARS-CoV-2». «No teníamos ningún conocimiento antes de eso, ni habíamos encontrado, investigado o preservado este virus», añadió la epidemióloga, quien con sus declaraciones rebatía la acusación norteamericana de que el virus se encontraba en las muestras de coronavirus estudiadas dentro de un murciélago. «Eso es pura mentira», insistió.

Wuhan, la ciudad china epicentro de una epidemia que ya afecta a más de cinco millones de personas a nivel mundial, está en el punto de mira de numerosos investigadores que tratan de buscar el origen real del Covi-19. Por eso, desde China han aceptado cooperar con la comunidad internacional para averiguar cómo se desató la pandemia siempre que la investigación sea «profesional, justa y constructiva» y sin trasfondo político, algo que Wang también desea, pero ve complicado.

Para allanar el camino, instó a Washington «a dejar de perder un tiempo precioso. China y EE UU deben cooperar en varios asuntos urgentes, como la lucha contra la enfermedad».

«Ese virus político (que se propaga por EE UU junto al coronavirus) es el uso de cada oportunidad para atacar y desprestigiar a China», aseguró, por su parte, el ministro chino de Exteriores, Wang Yi, que y acusó «algunos políticos» estadounidenses de «fabricar demasiadas mentiras» y «urdir demasiadas conspiraciones» contra Pekín.

El jefe de la diplomacia china aseguró que los que quieren que su país pague una compensación por haber sido el origen de la pandemia de coronavirus, tal como han demandado algunos dirigentes de Estados Unidos, «están soñando despiertos».

Entretanto, en Washington siguen en pie las acusaciones realizadas por el presidente, Donald Trump, y el secretario de Estado, Mike Pompeo, que en las últimas semanas habrían presionado a los servicios secretos estadounidenses para que busquen pruebas de la presunta conspiración vírica del Gobierno chino.

Alentada por altos cargos como Matthew Pottinger, asesor adjunto de Seguridad Nacional, la Casa Blanca mantiene de forma calculadamente ambigua una línea rechazada por la comunidad científica internacional, que juzga como casi imposible que el virus sea una creación artificial diseñada en un laboratorio. Prueba de la ambigüedad es que a principios del mes de mayo Pompeo aseguraba que «el mero hecho de que no sepamos las respuestas, y que China no las haya compartido, creo que es muy, muy revelador».

Sin embargo, hace apenas una semana, entrevistado en Breitbart News, aseguró que «sabemos que comenzó en Wuhan, pero no sabemos de dónde salió o de quién, y ésas son cosas importantes».

Teorías de la conspiración

Y las teorías de la conspiración podrían estar afectando a la ciencia. De hecho, un grupo de 77 premios Nobel ha publicado una carta donde exige una investigación que esclarezca lo sucedido con la subvención federal de tres millones de dólares concedida a la empresa EcoHealth Alliance, que indaga en los virus de murciélago en China en colaboración con el Instituto de Virología de Wuhan objeto de todos los ataques. La beca no ha sido renovada por los Institutos Nacionales de Salud y, en opinión de los científicos que han firmado la misiva, se trata de un ataque a la investigación sin más motivo o combustible que la lucha entre las superpotencias. Una represalia por la investigación conjunta con la entidad china.

Otras tres decenas de sociedades científicas también han protestado con el paraguas de la Sociedad Americana de Bioquímica y Biología Molecular. En su opinión, que representa a miles de reputados científicos, «la decisión parece ser una reacción a una teoría sobre los orígenes del virus Covid-19», cuando el objetivo de investigación de EcoHealth Alliance es «estudiar la transmisión del coronavirus de una especie a otra».

La decisión es «preocupante» porque se sostiene sobre «rumores» y porque atenta contra «la colaboración científica internacional». Además «sienta un precedente peligroso, al revocar una subvención que se otorgó en base a mérito sin una justificación que apele a un posible fraude científico o financiero o a la mala conducta». Entiende que corresponde a los expertos, a los «científicos, no a los políticos», «determinar el mérito de las solicitudes de subvención, y se espera que los beneficiarios de la subvención sean administradores cuidadosos del dinero del contribuyente», sostienen las sociedades científicas.