China
Hong Kong dispara la tensión entre Estados Unidos y China
El secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, avanza la respuesta contra la ley de seguridad nacional que promulga el gigante asiático
China amenazó durante la apertura de la Asamblea Nacional Popular, máximo órgano legislativo del país con sistema de partido único, con medidas más enérgicas y restrictivas contra los manifestantes en Hong Kong, aplicando nuevas leyes de seguridad con las que espera acallar las protestas. Están amenazadas, entre otras, la libertad de expresión y reunión, la independencia del sistema judicial y la prensa.
El gesto de Pekín contra el territorio semiautónomo puede interpretarse como otra muestra de la creciente euforia que siente un régimen que se siente cada día más fuerte, mientras que las potencias occidentales todavía sufren los estragos de la pandemia. Pero la declaración no ha sido en vano.
Antes al contrario fue saludada inmediatamente por la Casa Blanca como una provocación. Y el secretario de Estado, Mike Pompeo, avisó de que las consecuencias pueden ser durísimas. «Ninguna persona razonable puede afirmar hoy que Hong Kong mantiene un alto grado de autonomía de China, dados los hechos sobre el terreno», dijo Pompeo, que alabó la posición de Hong Kong como «bastión de la libertad» y lamentó que «si alguna vez EE UU esperó que un Hong Kong libre y próspero proporcionase un modelo para la China autoritaria, está claro que China está modelando a Hong Kong a imagen de sí misma».
A finales de 2019 la Cámara de Representantes de EE UU aprobó por casi unanimidad una ley de Derechos Humanos y Democracia de Hong Kong.
A pesar de que Donald Trump había asegurado repetidamente que su país no pensaba inmiscuirse en las protestas de Hong Kong, la aprobación del texto demostró que la Casa Blanca no pretendía seguir de perfil ante las continuas denuncias por violaciones de los derechos humanos. E
n mitad de unas negociaciones económicas cruciales entre los dos países, la ley, saludada con ira por Pekín, especifica que el gobierno chino está obligado a demostrar año a año que respeta la autonomía de la ciudad, auténtico bastión democrático frente al coloso.
En caso de no hacerlo EE UU se reserva la tomar medidas económicas que pueden afectar, en primer lugar, a la misma Hong Kong, que vería gravemente reducido o incluso anulado el trato preferente que garantiza su prosperidad como centro de negocios internacional.
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