Racismo

Cinco presidentes que aprobaron el despliegue militar dentro de EE UU

Durante la lucha por los derechos civiles en los años 50 y 60, Einsenhower y Kennedy enviaron soldados para garantizar la seguridad en el sur del país

Johnson envió tropas a Alabama para garantizar las marchas antirracisas
Johnson envió tropas a Alabama para garantizar las marchas antirracisasLa RazónLa Razón

El presidente Donald Trump ha amenazado a los gobernadores con enviar soldados del Ejército de EE UU a sofocar los disturbios generados por el asesinato de George Floyd. La Casa Blanca cree que algunos gobernadores no están haciendo lo suficiente para acabar con las escenas de caos y está considerando el envío de tropas “si los Estados o las ciudades no toman las medidas necesarias para defender la vida y la propiedad de su lugar de residencia”.

La Ley de Insurrección promulgada en 1807 establece que “en todos los casos de insurrección u obstrucción de las leyes en cualquier territorio o estado individual, el presidente de Estados Unidos podrá llamar a la fuerza de la milicia para acabar con la insurrección o garantizar el cumplimiento de las leyes”. La invocación de esta ley daría potestad al presidente para aplicar el toque de queda y suspender ciertos derechos civiles.

Alexander Bateman, profesor de la Universidad de Cornell, en EE UU, asegura a LA RAZÓN que “la forma más habitual en la que se usa a los militares es a través de la Guardia Nacional, que forma parte de las fuerzas armadas estadounidenses pero que suele estar bajo el mando del gobernador de cada estado”. A lo largo del siglo XX, la Guardia Nacional se fue integrando en las fuerzas armadas del país. El uso de este cuerpo militar no requiere la aprobación presidencial.

Desde el siglo XIX, al menos en una docena de ocasiones el presidente de turno ha invocado la Ley de Insurrección para pedir al Ejército que estuviera listo para actuar dentro del país.

Dwight Eisenhower

En 1954 el Tribunal Supremo de EE UU emitió un fallo histórico mediante el cual se dictaminaba el fin de la separación de blancos y negros en las escuelas de todo el país. Sin embargo, muchos centros escolares ignoraron la ley y siguieron negando la entrada a estudiantes negros. Eso sucedió en Arkansas, donde su gobernador segregacionista puso la mayor de las resistencias para hacer cumplir la ley. El momento culminante de esta batalla se produjo cuando nueve estudiantes negros intentaron entrar en la Escuela de Secundaria Central de Little Rock. La Guardia Nacional de Arkansas se lo impidió, si bien finalmente tuvo que retirarlas porque incumplía la ley. Pudieron entrar, pero fueron insultados por centenares de personas que se plantaron en la escuela.

Con los segregacionistas del sur sublevados, el problema se enquistó hasta el punto de que el presidente Eisenhower se vio obligado a emitir una Orden Ejecutiva que puso a la Guardia Nacional de Arkansas bajo la autoridad federal y que ordenó el envió 1.000 soldados del Ejército de la 101 División Aerotransportada a Little Rock para frenar a las multitudes racistas y mantener el orden en la Escuela Secundaria Central.

John F. Kennedy

Esta frase del presidente Kennedy pasó a la historia: “Los estadounidenses son libres de estar en desacuerdo con la ley, pero no de desobedecerla. En un gobierno de leyes y no de hombres, ningún hombre, por muy prominente o poderoso que sea, y ninguna turba por más rebelde o turbulenta que sea, tiene derecho a desafiar a un tribunal de justicia”.

El mandatario pronunció esta frase para defender el envío del Ejército de EEUU a Misisipi en 1962 con la misión de acompañar a los primeros estudiantes negros admitidos en la Universidad de Mississippi y la Universidad de Alabama. Una decisión que respondía a la decisión del gobernador Ross Barnett de oponerse a aceptar la sentencia del Tribunal Supremo que había declarado inconstitucional la segregación racial.

Lyndon B. Johnson

En 1965, el presidente Johnson se enfrentó al gobernador segregacionista George Wallace en medio de la lucha por los derechos civiles. Selma, una ciudad del entonces racista estado de Alabama, fue escenario de varias marchas para reivindicar los derechos de los negros. En la primera marcha la policía cargó contra los manifestantes y provocó 17 heridos, conocido como “el domingo sangriento” que cambió la historia de Estados Unidos. La segunda también se celebró sin violencia, pero la marcha no pudo cruzar el puente Edmund Pettus, una estructura austera que se convertiría en el gran símbolo de la lucha por la libertad, para llegar a Motgomery al impedírselo la Guardia Nacional.

Fue la tercera, también liderada por Martin Luther King, la que logró llegar a Montgomery después de que el presidente Johnson se comprometiera en una carta enviada al gobernador Wallace a enviar tropas federales para supervisar la marcha antirracista en el estado natal de Wallace. El derramamiento de sangre en Selma sirvió al presidente Johnson a presionar para que se aprobara la Ley del derecho al voto de 1965.

Richard Nixon

Después de declarar una emergencia nacional, el presidente Richard Nixon desplegó la Guardia Nacional, un total de 24.000 unidades militares, para comenzar a distribuir el correo en la ciudad de Nueva York durante la huelga postal de ocho días en 1970. Al menos 150.000 transportistas se unieron a la huelga nacional para exigir salarios más altos y mejores condiciones de trabajo, un paro que tuvo un impacto notable en la economía del país.

George Bush

En 1992, George Bush autorizó el despliegue de la Guardia Nacional a Los Angeles, que estuvo cinco días bajo el estado de emergencia por los disturbios desatados después de que cuatro policías blancos fueran absueltos de la acusación de asalto interpuesta por Rodney King, un hombre negro al que golpearon salvajemente. El envío de las tropas acabó con la violencia y fue la última vez que un presidente de Estados Unidos aprobó el uso de militares para sofocar una insurrección en las calles.

Otros presidentes

Además de estos casos, previamente la Casa Blanca había usado a los militares principalmente para acabar con protestas de trabajadores en momentos de huelgas e insurrecciones de esclavos. En 1074, George Washington convocó a 12.000 soldados para sofocar a los manifestantes contra el impuesto sobre el whisky en Pensilvania. En 1831, Andrew Jackson desplegó dos compañías de infantería en Nueva Orleans para detener el descontento de los esclavos con el envío de cinco compañías militares a Virginia. En 1851, Millard Fillmore desplegó tropas en Boston durante las protestas de esclavos fugitivos: “Personas sin ley, principalmente personas de color”, explicó Fillmore, “combinados y confederados juntos, con el fin de oponerse por la fuerza a la ejecución de las leyes de los Estados Unidos”.

En 1854, el presidente Franklin Pierce envió soldados a Boston durante las protestas de esclavos fugitivos. Los manifestantes fueron fusilados y apuñalados mientras las tropas nacionales escoltaban al esclavo Anthony Burns a un barco estadounidense en el puerto. En 1859, el presidente James Buchanan trasladó a los marines a Harper’s Ferry, Virginia, para detener la protesta liderada por el activista abolicionista John Brown contra la esclavitud.

En 1877, el presidente Rutherford Hayes desplegó unos 4.000 soldados estadounidenses en varios lugares del país para frenar el malestar laboral (500.000 trabajadores ferroviarios estaban en huelga).

El presidente Woodrow Wilson llevó en 1914 soldados durante las huelgas de los mineros del carbón en Colorado y Arkansas. En 1919 volvió a desplegar militares en Washington, D.C., durante las protestas por los derechos civiles. También envió tropas a Omaha, Nebraska; Elaine, Arkansas; y Lexington, Kentucky. En 1932, el presidente Herbert Hoover aprobó usar tropas en Washington, D.C. contra la Marcha de Bonificación, un grupo de desempleados (principalmente ex veteranos) que se dirigieron hacia el Capitolio.