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La OTAN eleva el tono contra Rusia por el ataque con Novichok a Navalni

El secretario general de la Alianza considera que se trata de “una violación del derecho internacional” y exige a Moscú que publique su arsenal químico

El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, ayer durante la rueda de prensa del consejo extraordinario de la Alianza
El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, ayer durante la rueda de prensa del consejo extraordinario de la AlianzaVirginia MayoAP

La OTAN exigió ayer a Moscú que colabore en una investigación internacional sobre el envenenamiento del opositor ruso Alexei Navalni y que este trabajo sea realizado por parte de la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ). A su vez, la Alianza también pretende que Vladimir Putin proporcione toda la información necesaria sobre el programa Novichok, el agente toxico utilizado contra el líder opositor.

Desde que los especialistas alemanes señalaran sin género de dudas que Navalni había sido envenenado, las presiones contra el Kremlin para que aclare lo sucedido se han incrementado en los últimos días. Tras una reunión extraordinaria de los embajadores de la OTAN durante la jornada de ayer, el secretario general de la Alianza, Jens Stoltenberg, denunció que este ataque “supone una seria violación del Derecho internacional y requiere de una respuesta internacional” y que “los responsables de este ataque deben rendir cuentas y ser llevados ante la justicia”.

No es la primera vez que la sombra de la sospecha se cierne sobre Moscú ante presuntos asesinatos de disidentes, tal y como sucedió con los casos de Anna Politkovskaya, Sergei Marnitsky o Boris Nemtvosk sin que la indignación europea se tradujese en acciones de calado.

En el año 2018, el Novichok ya fue utilizado para envenenar al ex espía Serguéi Skripal y su hija Julia en Salisbury (Inglaterra). Tras este suceso, en noviembre pasado se incluyó a Novichok en la lista de sustancias prohibidas, aunque casi milagrosamente tanto Skripal como su hija acabasen sobreviviendo a este ataque. La repetición del mismo modus operandi estrecha el cerco contra Moscú, aunque el Kremlin ya en el pasado no realizó ningún esfuerzo para aclarar estos hechos. En el caso de Navalni, este envenenamiento se ha producido dentro de las fronteras rusas lo que, al menos en teoría, obliga a Moscú a tomar cartas en el asunto y no mirar para otro lado.

La UE se mueve

A pesar de que el tono de la comunidad internacional se ha elevado sustancialmente, resulta difícil saber cuáles serán las consecuencias inmediatas. El propio Stoltenberg no dio muchos detalles sobre posibles sanciones por parte de la Alianza ni sobre cómo y cuándo se delimitarán las responsabilidades.

En un comunicado conjunto de los Veintisiete emitido este pasado jueves, el club comunitario también advierte a Moscú de que la UE “se reserva el derecho a adoptar acciones apropiadas, incluidas medidas restrictivas” . “El uso de armas químicas es completamente inaceptable en cualquier circunstancia y constituye una grave violación del Derecho Internacional y de los Derechos Humanos”, subraya el texto que también defiende la necesidad de una investigación internacional.

A pesar de la contundencia de los términos, las cancillerías europeas también son conscientes de los peligros que entraña cualquier paso en falso cuándo se trata de lidiar con un enemigo tan correoso como Vladimir Putin. Las sanciones europeas impuestas a Moscú tras la anexión ilegal de la península en Crimea (Ucrania) en el año 2014 no han conseguido apenas resultados tangibles .

De momento, resulta complejo que los Veintisiete incrementen la lista de personalidades rusas sancionadas, ante la necesidad de esclarecer antes cualquier tipo de responsabilidad sobre el envenenamiento. Tras el atentado contra Srkipal y su hija, Londres decidió la expulsión de 23 diplomáticos rusos, pero los efectos de estas medidas también se han mostrado limitados, por lo que el margen de maniobra del que ahora disponen los Veintisiete parece bastante estrecho.

Además, se desconoce el papel que desempeñará Putin en el avispero bielorruso y cómo este nuevo conflicto agitará el convulso tablero internacional. Los Veintisiete no quieren repetir los mismos errores cometidos con la crisis ucraniana, pero también son conscientes de la dificultad de poner el cascabel al gato. De momento, Bruselas ha dado la espalda al régimen bielorruso de Alexander Lukashensko y no reconoce las últimas elecciones celebradas en el país el 14 de agosto, al considerar que no cumplieron los estándares internacionales.

Sanciones contra Lukashensko

Por eso, las cancillerías europeas están preparando sanciones contra las principales figuras del régimen que incluirían la congelación de los bienes en el suelo europeo y la prohibición de visado. De esta forma, se volvería a una situación muy similar a la de antes del año 2016. Tras la excarcelación de opositores y su alejamiento de Rusia por la anexión de Crimea, los Veintisiete decidieron levantar estos castigos como una oportunidad alejar a Minks de la órbita del Kremlin.

Pero nuevamente Putin y Lukashensko parecen haberse reconciliado, si bien resulta difícil de calibrar hasta dónde llegará el apoyo de Moscú y si éste incluirá finalmente una intervención militar, tal y como sucedió con Ucrania.

De momento, tan sólo se conoce que estas sanciones europeas irán dirigidas a una veintena de personalidades pero las cancillerías europeas permanecen divididas sobre el principal escollo: incluir o no entre los castigados al propio Lukashensko.

Un paso de estas características supondría romper cualquier cauce de diálogo con el régimen, una posibilidad que es vista por recelo por muchas capitales, entre ellas Berlín. Los Veintisiete siguen creyendo que es posible llegar a una transición democrática y la celebración de nuevos comicios y para gran parte de la diplomacia europea resulta imposible que esto pueda realizarse sin contar con el mandatario bielorruso.

A pesar de estos deseos de no romper los puentes, fuentes diplomáticas reconocen que los intentos de mantener algún tipo de acercamiento con el considerado como dictador más antiguo de Europa no están dando ningún fruto.

Las tres repúblicas bálticas, Lituania, Estonia y Letonia – siempre partidarias de la mano dura contra Rusia- presionan en el lado contrario y los portavoces europeos no pueden ocultar su incomodidad ante las preguntas insistentes de los periodistas sobre si Lukashenkso estará o no finalmente en la lista que preparan los diplomáticos europeos.