Unión Europea

Las ocho claves del acuerdo post Brexit

Los embajadores europeos escudriñarán mañana las 2.000 páginas del texto para que las capitales puedan dar su visto bueno

El negociador jefe de la Unión Europea Michel Barnier sujeta entre las manos las 2000 páginas del acuerdo del Brexit hoy en Bruselas.
El negociador jefe de la Unión Europea Michel Barnier sujeta entre las manos las 2000 páginas del acuerdo del Brexit hoy en Bruselas.OLIVIER HOSLET / POOLEFE

El pacto alcanzado ayer regula las relaciones de Londres con el bloque comunitario tras el 31 de diciembre. Reino Unido no formará parte del club europeo tras 47 años de unión, pero seguirá comerciando y colaborando con los Veintisiete en ámbitos como cambio climático, energía, seguridad o transporte.

2.000 páginas

El pacto al que llegaron ayer Reino Unido y los Veintisiete tiene unas 2.000 páginas, según lo desvelado hasta ahora, que serán traducidas a los 24 idiomas oficiales. Todavía no se puede confirmar el número exacto, ya que el pacto no ha sido publicado ni por parte de los Veintisiete ni de Reino Unido. Antes de ello, será examinado durante el día de hoy en una reunión extraordinaria de los embajadores de los Veintisiete que tienen que escudriñar atentamente el documento antes de que los países europeos den su aprobación final.

1 de enero

Entrará en vigor de manera provisional con el Nuevo Año y después la Eurocámara dará su luz verde en la primera sesión plenaria de enero. Se ha buscado esta fórmula, ya que este pasado domingo a medianoche expiró el plazo para que el hemiciclo europeo pudiera votar este año. Las capitales europeas deben avalar ahora este enjuague jurídico, pero es la única opción para evitar una especie de Brexit caótico por defecto de forma el 1 de enero. El pacto también tiene que ser ratificado por la Cámara de los Comunes. Si previsiblemente el Parlamento Europeo acaba avalando el pacto, las cancillerías tienen la última palabra en la firma del acuerdo.

Gibraltar

El acuerdo firmado ayer no atañe al Peñón. España consiguió que cualquier acuerdo sobre la relación futura estuviera sujeta a la aprobación de nuestro país. Por eso, las dos partes siguen negociando de manera bilateral para evitar una frontera dura en el Peñón.

Pesca

Ha sido la parte más complicada, la que ha amenazado con hacer descarrillar el pacto en el momento decisivo del acuerdo. Los Veintisiete querían conservar a todo costa el acceso de los pescadores europeos a los caladeros británicos en las mismas condiciones que hasta ahora mientras Reino Unido abogada por un acuerdo anual a imagen y semejanza del que los Veintisiete mantienen con Noruega.

Al final, se ha llegado a una solución de compromiso. Habrá un período transitorio de cinco años y medio (en estas semanas se habían barajado otros plazos de tres años o siete años) y un recorte del 25% de sus capturas. Según fuentes diplomáticas europeas, ha habido un regateo «línea a línea, pescado a pescado». Pasado este lapso de tiempo, las capturas se negociarán de manera anual.

Competencia justa

El grito de guerra de los Veintisiete durante las negociaciones ha sido «0 cuotas, 0 tarifas, 0 dumping». Con el último término se refieren a cualquier tipo de competencia desleal que suponga un daño irreparable para las empresas europeas. El club comunitario permitirá que Reino Unido tenga acceso al mercado interior siempre y cuando no juegue sucio. Bruselas teme un Singapur europeo al otro lado del Canal de la Mancha y por eso se ha asegurado de que las normas son más estrictas que las que existen, por ejemplo, con Canadá.

Subvenciones públicas

Dentro de este epígrafe de la competencia justa («level playing field») en la jerga comunitaria, cobra especial importancia las ayudas públicas que puede recibir las empresas. Actualmente cualquier subvención en los países europeos debe respetar la legislación comunitaria y cualquier autoridad nacional se puede enfrentar a sanciones si no cumple lo estipulado por Bruselas. Las dos partes han llegado a un acuerdo para que los tribunales nacionales de ambos lados del Atlántico hagan cumplir la normativa y se obligue a la recuperación de las subvenciones si son consideradas ayudas ilegales, al igual que sucede dentro del club comunitario.

Estándares

Los «brexiters» siempre han visto la burocrática legislación europea como una rémora para la competitividad de sus productos en los mercados internacionales. Pero desembarazarse del yugo normativo bruselense no va a ser tan fácil. Las dos partes han pactado la «no regresión». Esto significa que Reino Unido no puede desbaratar de uno día para otro la normativa europea y legislar de manera laxa en aspectos como medio ambiente o derechos sociales si quiere seguir manteniendo el acceso al mercado común. En caso de divergencias normativas en el futuro, ya que los Veintisiete seguirán legislando sobre los diferentes aspectos, las dos partes podrán poner en marcha represalias de manera unilateral, si consideran que no se está respetando este pacto de no agresión en la competencia justa. Ésta era una de las grandes reivindicaciones de los europeos.

Castigos

Otra de grandes preguntas son los tipos de sanciones que se pueden poner en marcha. El acuerdo entre Reino Unido y los Veintisiete permite que estos castigos puedan varias según las circunstancias. Por ejemplo, pueden consistir en la imposición de aranceles y cuotas a un producto y otro tipo de cortapisas en ámbitos como, por ejemplo, el transporte o la energía.