Schengen
Atascos kilométricos tras cerrar Alemania su frontera con el Tirol y República Checa
El Gobierno de Merkel impone controles a la libre circulación de personas para frenar la cepa surafricana
El cierre de la frontera alemana con República Checa y la región austriaca del Tirol impuesto desde el domingo para controlar la difusión de la variante surafricana del coronavirus se tradujo hoy en atascos kilométricos y en una prueba de paciencia para muchos. La Policía alemana impidió la entrada por carretera de aproximadamente 5.000 personas y otras miles tuvieron que esperar varias horas en sus vehículos. Una de las carreteras más afectadas fue la A17, que conecta Praga y Dresde, donde un atasco alcanzó una longitud de 30 kilómetros.
Solo los alemanes y las personas con un permiso de residencia en Alemania pueden ingresar desde República Checa. Hay excepciones para médicos, personal sanitario y camioneros. También quienes viajan por motivos familiares importantes, como el funeral de un familiar, pueden entrar en Alemania desde esa frontera. Sin embargo, todos deben mostrar su registro de entrada digital y una prueba de covid negativa. La mayoría carecía del registro de entrada o del test, lo que causó numerosos retrasos.
A pesar de todas la quejas e inconvenientes, el Gobierno alemán justificó los controles fronterizos. El portavoz del Gobierno, Steffen Seibert, calificó en una rueda de prensa ordinaria de «muy importante» y «extraordinaria» esta medida para mantener la «evolución positiva» de la pandemia en Alemania. «El Gobierno alemán tenía que actuar», defendió el portavoz. Además, subrayó que no se trata de un cierre fronterizo, sino de «controles temporales», levantados como «última medida» para tratar de que «las variantes no se propaguen» por Alemania» como sucede en «algunos países vecinos».
Para garantizar los controles, se movilizaron a más de mil policías y la compañía ferroviaria Deutsche Bahn suspendió las conexiones con estas zonas. Próximamente, las autoridades alemanas podrían también instaurar controles con la vecina región francesa de la Mosela, donde también se ha detectado una fuerte circulación de las variantes del virus.
Alemania controla sus fronteras terrestres con estos dos países desde el domingo, lo que ha limitado la libre circulación dentro de la zona Schengen y afectado a la actividad económica y las relaciones políticas. Austria criticó la medida, considerando que ya quedó demostrado la pasada primavera que este tipo de pasos no son efectivos a nivel sanitario y tienen graves repercusiones económicas y sociales.
El Gobierno austriaco convocó el domingo a los embajadores para discutir las restricciones. «La medida está mal planeada y solo provoca caos», denunció el ministro austriaco del Interior, Karl Nehammer, y aseguró que la prohibición de entrada desde el Tirol es «completamente inaceptable».
La Cámara de Industria y Comercio de Dresde protestó no tanto por los controles como por el poco tiempo que habían tenido las empresas para buscar alternativas. Uno de los sectores más afectados es el automovilístico, con importantes suministradores más allá de la frontera. No obstante, Volkswagen, Audi y BMW aseguraron en sendos comunicados que la producción no se había visto alterada por los controles.
Medios alemanes apuntan que también sería posible que en los próximos días se instalasen controles en la frontera con Francia por la propagación de las mutaciones en las regiones colindantes, algo que el Gobierno alemán asegura que por ahora no está previsto.
En República Checa, que figura entre los países más afectados de Europa, con más de un millón de casos declarados con menos de 11 millones de habitantes, tres cantones -dos de los cuales en la frontera alemana-fueron confinados el jueves debido a la alta circulación de la mutación británica del patógeno. El Tirol, aislado desde el miércoles por el Gobierno austriaco, es considerado el mayor foco europeo de la variante surafricana.
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