Caribe

Haití desarticula un comando de 17 mercenarios sospechosos del magnicidio

La Policía arrestó a 15 colombianos y a dos estadounidenses sospechosos de asesinar a Moïse. El presidente recibió 12 disparos

Los 12 disparos de bala que recibió el presidente de Haití, Jovenel Moïse, en la madrugada del martes al miércoles en su domicilio de Puerto Príncipe revelan un ensañamiento de los autores del magnicidio. Dos balazos, al menos, en la cabeza (en los ojos y en la frente), dos en el pecho y tres en la cadera, según indica el informe de la autopsia. La policía haitiana confirmó este jueves que ha arrestado a 15 colombianos y a dos estadounidenses sospechosos, mientras que ha identificado a un total de 28 supuestos perpetradores del magnicidio, y busca a ocho prófugos y tres han sido abatidos.

Entre los arrestados hay dos ciudadanos con doble nacionalidad (estadounidense y haitiana) y uno de ellos trabajó de guardaespaldas en la Embajada de Canadá en el país caribeño. Mathias Pierre, ministro de elecciones de Haití, confirmó a AP que James Solages estaba entre las seis personas arrestadas. Otros dos todavía estarían huidos.

Asimismo, la embajada de Taiwán en Haití ha informado en un comunicado que este jueves la Policía haitiana ha comunicado su intención de ingresar a la Embajada para perseguir a 11 sospechosos.

“Taiwán, como miembro responsable de la comunidad internacional, amigo leal desde hace mucho tiempo y socio creíble de Haití, accedió de inmediato y autorizó a la Policía haitiana a realizar una búsqueda para buscar justicia y determinar la verdad detrás del incidente tan pronto como sea posible”, se lee en el comunicado. “La Policía inició una operación alrededor de las 16.00 horas (hora local) y arrestó con éxito a 11 sospechosos. El proceso transcurrió sin problemas y la Policía llevó a interrogarlos”, ha añadido.

El juez del caso, Carl Henry Destin, aseguró que el escritorio y la habitación de Moïse fueron «saqueados» por los asaltantes. El magnicidio ha desencadenado un vacío de poder de facto. El país caribeño se enfrenta al riesgo de un caos político e institucional. Haití vive una intensa disputa por el poder entre el primer ministro interino, Claude Joseph, y el nuevo primer ministro designado por el presidente Moïse dos días antes de ser asesinado, el médico Ariel Henry. Henry debía tomar posesión del cargo esta semana para asumir la labor encomendada por Moïse: formar un nuevo gobierno.

Henry considera que debe asumir el poder: «Soy un primer ministro designado. Claude era un primer ministro interino. Creo que tenemos que hablar entre nosotros. Se suponía que Claude iba a quedarse en el gobierno que iba a formar». Henry ha pretendido evitar «echar leña al fuego», pero sostuvo que no está de acuerdo con el estado de sitio declarado tras el magnicidio: «No creo que estamos en una situación que requiere un estado de sitio. Creo que es un poco apresurado». Human Rights Watch ha instado a las autoridades de Haití a pedir «ayuda internacional».

La primera dama, Martine Moïse, se recupera de sus heridas de bala en un hospital de Miami al que fue traslada desde Puerto Príncipe. La hija de la pareja consiguió esconderse en la habitación de su hermano, quién también resultó ileso. Las elecciones presidenciales y legislativas previstas para el 26 de septiembre corren un riesgo de aplazamiento.

Las principales razones de la inestabilidad son la crisis política que se desarrolló a raíz de las discusiones sobre la duración del mandato de Moïse, las condiciones económicas desfavorables en el país más pobre de América y la creciente inseguridad. La pandemia ha agudizado las deficiencias sanitarias y las precarias condiciones de vida. En la última década, el Producto Interior Bruto (PIB) ha mejorado ligeramente desde los 662 millones de dólares a 765 millones de dólares. Sin embargo, el 60% de la población haitiana vive con menos de dos dólares al día.

La ONU estima que cuatro millones de haitianos padecen problemas de alimentación en esta isla de 11 millones de habitantes. Pese a ello, los analistas coinciden en que el principal riesgo para este país caribeño es la inseguridad. Joseph aseguró que la nación caribeña «está bajo control». Las evidencias le desmienten. Las batallas entre bandas criminales por el control de algunas zonas del país se han intensificado en las últimas semanas. Un informe de UNICEF señala que cerca de 8.500 mujeres y niños se vieron obligados a abandonar sus hogares las dos primeras semanas de junio debido a la escalada de tensión entre las pandillas de la capital, Puerto Príncipe.

Unas 14.000 personas han tenido que huir de su casa en los últimos nueve meses debido a la grave crisis de seguridad. El profesor experto en Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), José Ignacio Martínez Cortés, destaca que «Haití es un estado fallido y ahora se enfrenta al riesgo de caer en el caos político e institucional en los próximos meses».

Cortés destaca que los esfuerzos deben centrarse en combatir la escalada de violencia: «Lo más importante es que no se extienda la violencia. Esto debe permitir generar las condiciones para que se celebren en septiembre las elecciones programadas. Esta semana nos enseña que la posibilidad de organizar los comicios en septiembre está muy lejana. Haití vive su momento más delicado en los últimos años».

El académico entiende que existen riesgos de una dictadura militar: «Existe el riesgo de un régimen militar. En 2004 hubo una revuelta político-militar. La sociedad quedó expuesta a los saqueos. Debemos evitar volver a los escenarios de la Guerra Fría en los años 70 y 80 cuando los regímenes militares eran muy frecuentes en América Latina. Ya no existe el comunismo. No existe esta tensión. Sin embargo, existen grupos de poder muy fuertes como las organizaciones del narcotráfico o las bandas criminales que actúan en contra de la democracia y la estabilidad. Haití es un polvorín que puede explotar. El resto de la región puede verse afectada».

La pacificación y la implantación de un gobierno estable debe ser la base para el siguiente paso en el camino hacia una sociedad estable y una democracia consolidada: la mejora de la economía. «Es fundamental otorgar mayores oportunidades a la población», explica Cortés. Dos millones de haitianos han emigrado en busca de un futuro más próspero y seguro. «El proceso que sería positivo para resolver la crisis se puede resumir en tres pasos que deben seguirse en este orden: pacificación, elecciones y mejoras económicas». Los desastres naturales han sido una losa en los intentos de despegue económico y social de la isla.

El 12 de enero de 2010, Haití fue devastado por uno de los desastres naturales más importantes de la historia reciente: un terremoto de magnitud 7 en la escala de Richter en el que se lamentaron 316.000 muertos, 350.000 heridos, miles de casas desplomadas y el 60% de las infraestructuras médicas destruidas. Fue el seísmo más grave en Haití desde 1842. El país quedó destrozado hasta ahora.