Sucesos

La tragedia que terminó en milagro: el hombre que consiguió sobrevivir tres días atrapado bajo del mar

De los 12 tripulantes de un barco que naufragó por el fuerte oleaje del Atlántico, diez murieron y uno desapareció, pero Harrison Okene sobrevivió respirando en una burbuja de aire de poco más de un metro

Harrison Odjegba Okene en el momento de ser encontrado por un buzo
Harrison Odjegba Okene en el momento de ser encontrado por un buzolarazon

Harrison Okene, el cocinero del barco, de 29 años, estaba a bordo de la embarcación cuando naufragó debido al fuerte oleaje del Atlántico a una gran de la costa de Nigeria, cuando estabilizaba a un petrolero que estaba cargando en una plataforma de Chevron. De los 12 tripulantes de la embarcación, diez murieron y uno desapareció, pero este hombre consiguió sobrevivir. Toda una tragedia que pudo terminar en milagro, al menos para él.

El hecho ocurrió en mayo de 2013. Tras pasar dos días atrapado en agua a temperaturas bajísimas y respirar gracias a una burbuja de aire en un remolcador volcado en el océano, Okene estaba seguro de que iba a morir. Entonces la luz de una linterna iluminó la oscuridad. “Estaba allí en el agua en total oscuridad pensando que era el final. Pensaba que el agua iba a llenar la habitación, pero no lo hizo”, dijo Okene, a quien algunas partes de piel se le estaban pelando por el agua salada.

De algún modo Okene sobrevivió, respirando en una burbuja de aire de poco más de un metro mientras se hundía lentamente y el agua subía desde el techo del baño y el dormitorio adyacente donde se refugió hasta que dos buceadores sudafricanos le rescataron finalmente.

Okene aseguraba que estaba en el baño cuando se dio cuenta de que el barco estaba empezando a volcar. Conforme entraba el agua y el barco volcaba, abrió a la fuerza la puerta metálica. “Cuando salía del baño estaba todo totalmente oscuro así que estábamos tratando de buscar la salida a través de la escotilla de agua”, dijo Okene a Reuters en su ciudad natal Warri, una ciudad nigeriana productora de petróleo en el Delta de Níger. “Había tres tipos delante de mí y de repente entró el agua con gran fuerza. Vi cómo el agua se llevaba al primero, al segundo y al tercero. Sabía que estaban muertos”. Lo que no sabía es que pasaría los siguientes dos días y medio atrapado bajo el mar, rezando para que lo encontraran. El agua salada entró en su boca pero no tenía nada que comer o beber durante su odisea.

Una menguante reserva de oxígeno que había quedado en una bolsa de aire de la embarcación fue suficiente para que su vida, que corría peligro, lograra salvarse. Okene, que estaba en ropa interior, sobrevivió un día en el baño, sujeto a un lavabo volcado para mantener la cabeza fuera del agua. Luego reunió toda la fuerza y coraje de la que disponía dentro de las heladas aguas para abrir la puerta y nadar hacia el dormitorio del oficial, usando un panel a modo de pequeña balsa para salir del agua heladora. Alejándose de la única salida, Okene fue arrastrado a lo largo de un estrecho pasillo a otro baño, esta vez junto a la cabina de los oficiales del barco, mientras el barco volcado se estrellaba contra el suelo del océano. Para su sorpresa, seguía respirando.

Los buzos entraron en el barco y le rescataron con una máscara de oxígeno, traje de buzo y un casco. Llegó a la superficie más de 60 horas después de que el barco naufragara, y pasó otras 60 horas en una cámara de descompresión donde su presión corporal recuperó la normalidad, puesto que, si se hubiera expuesto inmediatamente al aire exterior habría muerto.

“Aquello que pasó es un signo de liberación divina”, aseguraba el cocinero nigeriano a CBC años después del suceso. Recordé a mi madre, mis amigos y, sobre todo, a mi mujer. Pensé también en la tripulación (diez nigerianos y un ucraniano) y me preocupé al escuchar a algunos animales mientras se disputaban los cuerpos de mis compañeros”, admite.