Opinión

“Bielorrusia, apoyada por Moscú, se está convirtiendo en una amenaza agravante para la Unión Europea”

Mientras Rusia celebraba el “Día de la Unidad Nacional” establecido por el Kremlin en 2005, el presidente Putin firmó un decreto junto con el presidente bielorruso Lukashenka que ponía en vigor 28 hojas de ruta diferentes para la integración entre Rusia y Bielorrusia

Bielorrusia, bajo el mandato de Lukashenko, se ha convertido en un Estado imprevisible que no respeta ni los derechos de sus ciudadanos ni la soberanía de sus vecinos
Bielorrusia, bajo el mandato de Lukashenko, se ha convertido en un Estado imprevisible que no respeta ni los derechos de sus ciudadanos ni la soberanía de sus vecinosDPA vía Europa PressDPA vía Europa Press

El pasado 4 de noviembre, mientras Rusia celebraba el “Día de la Unidad Nacional” establecido por el Kremlin en 2005, el presidente Putin, junto con el presidente bielorruso Lukashenka, firmó un decreto que ponía en vigor 28 hojas de ruta diferentes para la integración entre Rusia y Bielorrusia. Aunque esto no debe considerarse como un “Anschluss” (palabra que significa unión y que fue usada para describir la fusión de Austria y la Alemania nazi en una sola nación) que convierte a Bielorrusia en parte de la Federación Rusa, parecía una garantía de que Rusia respaldará al dictador ilegítimo bajo casi cualquier circunstancia. Sólo tres días después, las autoridades bielorrusas organizaron una provocación a gran escala, escoltando hasta 5.000 migrantes, en su mayoría originarios de Irak, Siria y otras naciones de Oriente Medio cuyos nacionales pueden entrar en Bielorrusia sin visado, hasta la frontera entre Bielorrusia y Polonia. Los refugiados fueron custodiados por militares camuflados sin insignias y ahora intentan cruzar la frontera oriental de la UE. Sea cual sea el resultado, es evidente que la Bielorrusia apoyada por Moscú se está convirtiendo en una amenaza agravante para la Unión Europea.

En las próximas semanas, las autoridades de la UE en Bruselas debatirán otra parte de las sanciones contra Bielorrusia, y yo diría que esta vez deberían ser mucho más fuertes que antes. Bielorrusia -al contrario que Rusia- no tiene importancia económica para la UE, por lo que los europeos pueden sentirse libres de actuar frente a Minsk. Yo propondría introducir un bloqueo total del comercio y el transporte en el país, lo que podría no sólo socavar las fuentes de fondos del régimen (que se originan en las reimportaciones de productos fabricados en la UE a Rusia o en la venta de gasolina y el contrabando de cigarrillos a los Estados miembros vecinos de la UE), sino también presionar a la propia Rusia, ya que dos tercios del comercio de mercancías entre Rusia y Europa pasan por carreteras o ferrocarriles bielorrusos. Las autoridades europeas también podrían cortar todas las transacciones financieras con Bielorrusia, incluidas las transferencias de WesternUnion o MoneyGram, y dejar de aceptar las tarjetas de crédito emitidas por los bancos bielorrusos, entre otras medidas.

Bielorrusia, bajo el mandato de Lukashenko, se ha convertido en un Estado imprevisible que no respeta ni los derechos de sus ciudadanos ni la soberanía de sus vecinos. Su población, que derrotó a Lukashenko en agosto pasado, es mayoritariamente proeuropea y no quiere formar parte de Rusia. Por lo tanto, Europa debería utilizar las sanciones contra el régimen bielorruso para mostrar a la población local que su vida bajo el actual gobernante sólo será más sombría, mientras que la unión con Rusia convertirá a Bielorrusia en otra Crimea o Donbass. Ha llegado el momento de provocar un nuevo levantamiento en Minsk, si Europa no quiere que la dictadura criminal se acerque a sus fronteras.