Homenaje

Suráfrica despide a Desmond Tutu, su “brújula moral”

Figura clave de la lucha contra el régimen racista del “apartheid”, el país despide en un funeral de Estado al arzobispo emérito

Miembros de la iglesia en la despedida de Desmond Tutu
Miembros de la iglesia en la despedida de Desmond TutuNIC BOTHMA / POOLAgencia EFE

Sudáfrica saludó hoy al año nuevo dando su último y sentido adiós en un funeral de Estado al arzobispo emérito Desmond Tutu, premio Nobel de la paz y figura clave de la lucha contra el régimen racista del “apartheid”. Tutu “era nuestra brújula moral, pero también era nuestra conciencia nacional”, dijo hoy al intervenir en la ceremonia el presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa.

La nación africana se despidió de quien siempre actuó como la “voz de la multitud silenciada”, tal como apuntó en su sermón el obispo retirado Michael Nuttall, que trabajó junto con Tutu durante su época como arzobispo de Ciudad del Cabo, donde fue la primera persona negra en ser nombrada para el cargo en 1986.

Como si la ciudad llorara también la muerte de Tutu, la lluvia arreciaba esta mañana en Ciudad del Cabo (suroeste) cuando, algo pasadas las 10.00 hora local (8.00 GMT), comenzó el oficio en la catedral anglicana de San Jorge, con el tráfico cortado en la mayoría de calles que la rodean.

“Si el arzobispo estuviera aquí, hubiera dicho ‘¿Por qué parecéis todos tan tristes?’. Hubiera intentado arrancarnos una risa”, dijo Ramaphosa durante su discurso -el único pronunciado, siguiendo los deseos del propio Tutu- captando el tono general del funeral, que fue emotivo pero también alegre y de celebración por la vida del difunto.

La misa de réquiem se vio marcada por las restricciones derivadas de la covid-19, que obligaron a reducir el número de asistentes a un centenar. Entre ellos, se contaron figuras destacadas del país, como los expresidentes Thabo Mbeki (1999-2008) y Kgalema Motlanthe (2008-2009) o la ministra de Infraestructura y exalcaldesa de Ciudad del Cabo Patricia de Lille.

Asimismo, asistieron al funeral personalidades internacionales, como el rey Letsie III de Lesoto, la activista mozambiqueña Graça Machel -viuda de Nelson Mandela- y la expresidenta irlandesa Mary Robinson, cercana a Tutu.

No pudo acudir, sin embargo, el líder espiritual tibetano, el Dalai Lama -cuya amistad con Tutu era conocida- a causa de la pandemia y de problemas para obtener una visa de entrada al país, según dijo a medios locales el representante que asistió en su nombre.

Las exequias contaron con la participación de diferentes coros -con interpretaciones emitidas de manera virtual- cuyas voces llenaron el templo al cantar el himno nacional de Suráfrica, un símbolo de la unidad “arco iris” que defendió Tutu toda su vida.

Intervinieron también brevemente tanto Naomi Tutu, hija del arzobispo y reverenda anglicana ella misma, como el primado de la Iglesia anglicana y arzobispo de Canterbury, Justin Welby (en su caso, a través de un vídeo). Como parte del funeral de Estado, Ramaphosa entregó la bandera nacional a la viuda del arzobispo emérito, Nomalizo Leah Tutu, el único elemento ceremonial de carácter militar que el fallecido quiso incluir.

Se cierra así una semana de duelo y homenajes en el país, incluyendo la instalación de una capilla ardiente en la catedral durante el jueves y el viernes por la que desfilaron cientos de sudafricanos para despedirse.

Siguiendo los deseos de Tutu, su cuerpo será incinerado y sus cenizas depositadas en esta catedral en un acto privado durante los próximos días, según confirmó el actual arzobispo de Ciudad del Cabo y líder de la Iglesia anglicana del sur de África, Thabo Makgoba, que ofició la ceremonia.

UNA VIDA DEDICADA A LOS DERECHOS HUMANOS

Nacido en 1931 en Klerksdorp, una pequeña localidad al suroeste de Johannesburgo, Tutu fue galardonado con el Nobel de la Paz en 1984 por su lucha incansable contra la opresión racial del “apartheid”.

La trayectoria de Tutu estuvo marcada por una constante defensa de los derechos humanos, algo que le llevó a desmarcarse en numerosas ocasiones de la jerarquía eclesiástica para defender abiertamente posiciones como los derechos de los homosexuales o la eutanasia.

En la última etapa de su vida también alzó a menudo la voz contra la corrupción de los nuevos poderes de la democracia sudafricana y contra problemas globales como el cambio climático. “Incluso después del advenimiento de la democracia, no dudó en llamar la atención, a menudo con dureza, sobre nuestras deficiencias como líderes del Estado democrático”, dijo este sábado Ramaphosa.

En los últimos años, Tutu se había mantenido alejado de la vida pública debido a su avanzada edad y a los problemas de salud que arrastraba desde hacía años, incluido un cáncer de próstata. El arzobispo emérito falleció el pasado 26 de diciembre en Ciudad del Cabo a los 90 años de edad.

“El tributo más apropiado que podemos rendirle es defender la causa de la justicia social por la que luchó incansablemente a lo largo de su vida”, dijo el presidente sudafricano al concluir el funeral.