El futuro
Los cambios que los expertos auguran en la corona británica con Carlos III
El nuevo rey de Inglaterra, aficionado a pronunciarse en temas politicos, tendrá que seguir manteniendo la neutralidad de la institución y ganarse el respecto de los británicos
La muerte de Isabel II ha dejado a Reino Unido sumido en un sentimiento de orfandad. La monarca ha dado a la institución británica estabilidad y ejemplaridad y con su trabajo ha sabido ganarse el respeto y el aprecio de su pueblo. A partir de ahora le toca a su hijo Carlos III pilotar la nave de la Casa Real, quien tendrá la oportunidad de aportar su sello personal sin perder los grandes valores que han caracterizado el reinado de su madre. El nuevo monarca podrá impulsar su agenda filantrópica y desarrollar su compromiso con el respeto al medioambiente.
Los expertos consultados, sin embargo, no auguran grandes cambios en el futuro de la corona, pero nadie descarta pequeños pasos que permitan renovar a la monarquía británica manteniendo sus singularidades.
El escritor y periodista inglés Jimmy Burns sostiene que el gran reto del nuevo monarca es «heredar lo bueno de su madre, el sentido del bien común, la humildad, compasión y la cercanía con el pueblo británico y con el mundo más extenso de la Commonwealth, al mismo tiempo que se mantiene como punto de referencia para las monarquías de Europa».
Burns cree que la monarquía en esta nueva etapa «se va a adaptar a los nuevos tiempos, será reducida en términos de pompa y circunstancia pero se va a renovar en otros temas. El rey Carlos está entrando en una sociedad bien diferente a la de 1952; es una sociedad multicultural y con problemas económicos, así que tratará de ser un rey moderno sin dejar de reflejar los valores de su madre».
Ignacio Peyró, ex director del Instituto Cervantes de Londres, cree que las dimensiones de la nueva familia real pueden traer elementos positivos: «El hecho de que sea una familia real más grande es una de sus fortalezas porque llegan a mucha más gente».
Carlos III asume la corona británica en un contexto global convulso, con la amenaza de recesión económica en buena parte del continente y una guerra en el corazón de Europa. El mundo es hoy muy diferente a 1952, cuando su madre heredó el trono. Lo que no ha cambiado es la devoción que la monarquía suscita entre millones de británicos. Por eso, Carlos III tendrá que esmerarse para seguir respetando ciertas normas, como la de no meterse en política, algo a lo que ha estado dispuesto en no pocas ocasiones: «El rey tendrá que mantener la neutralidad política bajo la constitución no escrita, pero aceptada por todos, de que la casa real no interviene en las decisiones de los gobiernos, aunque mantenga una relación muy buena con el gabinete de turno», asegura Burns.
Uno de los desafíos a corto plazo será mantener unido al país frente a las derivadas secesionistas de Escocia, donde el Gobierno de la ministra principal, Nicola Sturgeon, ha presentado un propuesta para un nuevo referéndum de independencia, como el celebrado en 2014. En ese año, los secesionistas perdieron, pero lograron el 45% de los votos a favor de la separación. En este sentido, Burns cree que el papel de Carlos III será clave para «mantener a Escocia y el acercamiento de otras regiones dentro de la unidad del reino».
El nuevo rey no es tan popular como lo ha sido Isabel II en algunos países de la Commonwealth, como Australia. Según la profesora del departamento de Historia de la Universidad de Sydney, Cindy McCreery, Australia no se convertirá en una república solo porque Carlos llegue al trono. «Sería parte de un proceso mucho más complejo y de largo plazo», asegura a Efe. Los expertos creen que Carlos III también podría enfrentar desafíos en Canadá con el crecimiento de un movimiento republicano en las últimas décadas.
Iglesia y Estado
El hijo de Isabell II puede aportar nuevos intereses a la monarquía británica, como es la preocupación medioambiental que ha mostrado a lo largo de los últimos años: «Podría ser un gran abanderado en este aspecto –explica Burns–, ya que ha mostrado un ejemplo en su propia vida de compromiso en la lucha contra el cambio climático».
Isabel II no solo ha sido la jefe del Estado sino también la cabeza visible de la iglesia anglicana. Con el transcurso de los años, la composición de país ha evolucionado: «Carlos III tendrá que cambiar el título de jefe de la iglesia anglicana. Esta iglesia ya no representa al país, convertido ahora en lugar multicultural donde conviven otras religiones que tienen que ser respetadas y donde hay gente que no tiene religión». Ignacio Peyró, autor del aclamado libro «Pompa y Circunstancia», considera que aquí no habrá grandes cambios: «La iglesia en Inglaterra está más vinculada al estado que a la corona. Ser cabeza gobernadora de la iglesia anglicana no tiene que ver con lo doctrinal. De hecho, si a Carlos se le sospecha algo, son simpatías catolitizantes dentro del anglicanismo, donde hay una corriente más católica y menos evangélica».
Es verdad que Carlos III ha esperado mucho tiempo para heredar la corona británica y que su vida sentimental atravesó momentos duros en el pasado, «cuando Camilla era comparada en los peores momentos a Diana, pero ahora la nueva reina consorte ya está aceptada por el pueblo británico», explica Burns. El nuevo monarca no goza, a priori, de la popularidad de su madre.
Tim Oliver, profesor en la Loughborough University London, explica que “la gente conoce, o cree conocer, al rey Carlos más por sus relaciones, sus opiniones, su activismo en materia de medio ambiente, sus negocios y sus muy discutidas relaciones con sus hijos y hermanos. En cierto modo, como monarca está mucho más cerca que la reina. En eso, sin embargo, radica parte de la impopularidad que ha experimentado”.
Ignacio Peyró no espera grandes cambios: «No va a ser muy diferente. En un país donde la tradición tiene peso, y aun cuando la monarquía como magistratura personal se ve beneficiada por el rey o reina en cuestión, el calendario y las liturgias habituales y su funcionamiento no van a cambiar. No hay que esperar cambios revolucionarios. Y menos con Carlos, que es una persona muy ritualista y tradicionalista».
Robert Hazell, del University College London, asegura que «será muy difícil para él en términos de seguir a la reina». «Es probable que la monarquía pase por algunos momentos de prueba», dice Hazell, quien afirma que Isabel II «será recordada por su extraordinario reinado, el más largo de la historia británica; por su fuerte sentido del deber público, su dedicación al servicio público; y por su impecable neutralidad».
Cuando en otros países arrecien vientos republicanos, los británicos se sienten orgullosos de su casa real, una institución, añade Peyró, que tiene algo de «maquinaria que funciona muy bien y que ha mejorado mucho». El escritor recuerda como la casa real británica ha aprendido a gestionar la comunicación: «Pensemos en cómo se llevó la muerte de Diana y lo bien que se hicieron las pompas fúnebres del duque de Edimburgo» en abril de 2021.
Peyró cree que el reinado de Carlos III tendrá éxito y dice que al fin y al cabo «la sucesión monárquica es una prueba de salud de la monarquía». Así que, añade, «en ningún lado se plantea que la monarquía británica vaya a caer».
✕
Accede a tu cuenta para comentar