
Defensa
"Derrotar misiles", la misión estratégica para la que debe prepararse el US Army
El Ejército de Estados Unidos se enfrenta a un nuevo escenario en la defensa antimisiles, donde la cantidad de ataques prima sobre la calidad

El Ejército estadounidense está adaptando su estrategia de defensa ante un cambio notable en las tácticas de sus posibles adversarios. La necesidad de neutralizar un gran volumen de misiles lanzados de forma masiva se ha convertido en una prioridad absoluta para las fuerzas armadas norteamericanas, una cuestión que abordarán mediante la colaboración interinstitucional y el desarrollo de nuevas tecnologías.
Durante décadas, el Ejército de EE.UU. ha destinado cuantiosos recursos a sistemas capaces de interceptar amenazas de alta sofisticación. La efectividad de estas inversiones se ha podido comprobar en tiempo real, tanto en el conflicto de Ucrania como en las operaciones en el área de responsabilidad del Mando Central de Estados Unidos.
Sin embargo, el panorama actual presenta un desafío distinto. Algunos adversarios apuestan ahora por la cantidad en lugar de la calidad en sus ataques con misiles, confiando en el volumen y la saturación para desbordar las defensas. Se trata de una aproximación táctica más económica, rápida y, a su vez, más compleja de detener.
El nuevo imperativo estratégico
Para anticiparse a esta amenaza, el Ejército debe invertir en la capacidad de contrarrestar ataques masivos. Las acciones de "derrota de misiles" engloban los esfuerzos destinados a retrasar, interrumpir, degradar y, en última instancia, reducir el número de amenazas que las fuerzas estadounidenses deben interceptar en el aire, según apuntan desde National Defense Magazine. El teniente general Sean Gainey, comandante del Mando de Defensa Espacial y Antimisiles del Ejército, ha subrayado que esta capacidad ya no es una idea novedosa, sino un imperativo estratégico para la guerra del siglo XXI.
Gainey ha destacado que diversas organizaciones están trabajando en distintos aspectos de la derrota de misiles. Es el momento de unificar esos esfuerzos y sinergizar las capacidades para avanzar como una fuerza cohesionada. La vía más inteligente para contrarrestar estas amenazas es la integración de capacidades en múltiples dominios bélicos.
Los ejercicios y pruebas realizados han demostrado que el Ejército es más eficaz en esta misión cuando opera en concierto con las fuerzas espaciales, cibernéticas y de operaciones especiales, en un entorno conjunto, interinstitucional y multinacional. Para derrotar una mayor cantidad de misiles, el Ejército debe aumentar su capacidad de almacenamiento de interceptores, un aspecto en el que pueden ayudar las tecnologías emergentes como los sistemas de energía dirigida y los sistemas de microondas de alta potencia.
No obstante, se necesitará un tiempo considerable para que estas tecnologías emergentes maduren lo suficiente como para contribuir eficazmente a la defensa antimisiles. Aunque la energía dirigida ha demostrado ser capaz de neutralizar pequeños sistemas aéreos no tripulados, la comunidad sigue trabajando para ampliar su capacidad a amenazas de mayor tamaño, como los sistemas aéreos no tripulados de grupo 3 o los misiles de crucero. Mientras los sistemas de próxima generación alcanzan su punto óptimo, es crucial encontrar formas de desgastar o destruir los misiles antes de su lanzamiento, una perspectiva holística para la derrota de misiles.
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