Entrevista
María Stepánova: «Rusia hace lo imposible para parecer la enemiga del mundo»
La autora presenta en Barcelona su ensayo «En memoria de la memoria» sobre las vicisitudes de su familia en suelo ruso
Con «En memoria de la memoria», publicado por Acantilado, la escritora rusa María Stepánova nos propone un viaje hacia la memoria de su familia, pero también a un siglo en la historia de Rusia. Censurada por Vladimir Putin, la autora visitó ayer Barcelona para presentar este trabajo tan necesario como actual.
En «En memoria de la memoria», usted restablece los vínculos de una familia soviética, en este caso la suya, con Europa y el mundo. No parece que hoy pueda ser posible trazar algo así cuando vemos la calamitosa situación de la guerra con Ucrania.
Me plantea una pregunta que me interesa mucho. Uno de los objetivos que pretendía con este libro es reconstruir la unidad de Rusia con Europa y el resto del mundo. Hasta los años treinta del siglo pasado, Rusia, así como su cultura y su arte eran una parte necesaria del diálogo con Europa. A partir de las desgracias, las catástrofes, la literatura Rusia se ha convertido en una especie de reportajes exóticos sobre un país en el que todo va mal y la gente intenta sobrevivir. Nos hemos convertido en una crónica de un reportaje. Este sueño mío de ver Rusia de vuelta al diálogo con el resto del mundo se ha roto en mil pedazos. Es una utopía que no acabó bien. Ahora está haciendo Rusia todo lo imposible para parecer enemiga para el resto del mundo. A pesar de eso, sigo teniendo esperanza. La idea de una interrelación intento que pueda ser realidad.
Usted era la responsable de Colta, un medio digital cultural que fue censurado por Putin. ¿Qué es lo que ocurrió para que eso ocurriera? ¿Es difícil publicar con libertad en Rusia en la actualidad?
Era más que una revista: era una publicación diaria en internet. Fue cerrada dos semanas después de la guerra. Estaba financiada mediante el crowdfunding, convirtiéndose en una publicación de referencia que acabó siendo cerrada por el Estado. Actualmente en Rusia no existe ninguna publicación independiente. Sobre la libertad de creación y de escribir, que era la segunda parte de su pregunta, ahora vivo temporalmente en Alemania. No puedo estar en Rusia. Cualquier actividad literaria o artística está prohibida. No se puede llamar guerra a la guerra porque se la llama operación especial. Si alguna editorial quisiera, por ejemplo, publicar mi poema sobre la guerra estaría en peligro. Me jugaría la vida y también se la jugaría mi editor.
La memoria, en este caso la de su familia, es el gran eje de su libro. ¿Por qué le interesaba tanto esa indagación?
La lección que me ha dado este libro es que no es posible recordarlo todo. Es imposible. Como ejemplo permítame que le cuente una anécdota. Un estudiante americano estaba escribiendo una tesis sobre cómo funciona la memoria. Un día vuelve a casa y con su familia recuerdan viejos tiempos. Es en ese momento, de repente, mientras habla con ellos que recuerda cuando con tres años se perdió en un supermercado. Le dicen que cómo es posible que se acuerde de algo que sucedió cuando tenía tres años, pero va dando detalles del lugar como que había una fuente o que estaba expuesto un oso polar. Eso hace que, poco a poco, los demás también empezaran a recordar. Por la mañana, el estudiante afirmó que se lo inventó. «Eres tú el que se equivoca. Nosotros lo recordamos», le dijo su familia. Para mí el oso blanco es una metáfora de cómo funciona la memoria. A pesar que entiendo el mecanismo de la memoria y que no es perfecta, hay una gran necesidad por parte del ser humano de querer recordar..
En un tiempo en el que se impone lo digital sobre lo físico, «En memoria de la memoria» reivindica los objetos y las pequeñas historias que guardan.
Es un tema muy interesante porque estoy absolutamente fascinada por la vida de las cosas, su destino, su relación, qué pasa con los objetos cuando sus dueños ya no están... En la vida las cosas tienen cierto destino. Lo que intento en el libro es prolongar la vida de los objetos cuando no están sus dueños. Hoy en día las cosas tienen una vida muy corta. Sin embargo, a pesar de todo, hay objetos que tienen un recorrido más extenso, como es el caso de un cuchillo de mango de madera en el que está escrito el nombre de mi abuela. En Rusia había pisos comunales con lugares de uso común, como eran la cocina o el baño. Todo estaba expuesto en esos espacios comunes y las cosas desaparecían. Para que eso no fuera así, en muchos objetos se inscribía el nombre de su propietario. Este cuchillo marcado, además de tener un vida y un destino, tenía un nombre.
¿Cómo calificaría su libro?
Nací en un país cerrado con fronteras impenetrables. Hasta los quince años pensaba que no podía salir. No me gustan las fronteras, tampoco las etiquetas para los libros. Mi convencimiento es que el tema del género, de la clasificación ya no funciona.
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