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Behgjet Pacolli: «Excepto España y Grecia, hay buena relación con Occidente»

Behgjet Pacolli: «Excepto España y Grecia, hay buena relación con Occidente»
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Tras el desaire político que le supuso en 2011 dejar la presidencia de Kosovo sólo dos meses después de su nombramiento, Behgjet Pacolli (Marec, Kosovo 1951) reapareció en la escena política kosovar como ministro de Exteriores. Pacolli amasó una fortuna durante la década de 1980 con contratos millonarios en Rusia y Kazajistán. El empresario reconvertido en político recibe a LA RAZÓN en el octavo piso del Ministerio de Exteriores en Pristina.

-¿Qué balance puede hacer de estos diez años de independencia?

-En primer lugar hemos avanzado en la construcción del Estado. Actualmente, 115 países han reconocido la independencia de Kosovo. Contamos con relaciones diplomáticas regulares con 19 de ellos. Nuestro país es miembro de más de 60 organizaciones regionales, europeas e internacionales. Contamos con fronteras definidas, una nación y una Constitución, lo que significa que estamos listos para cualquier tipo de reto en el futuro. Por ejemplo, estamos preparados para ser miembros de Naciones Unidas. En el ámbito económico, hay que tener en cuenta que el conflicto de 1999 trajo consigo una destrucción inmensa, con miles de víctimas y desaparecidos, y más de 300.000 hogares destruidos. Sin embargo, en los últimos años, hemos tenido más de un 4% de crecimiento económico, el desempleo está disminuyendo y estamos inmersos en nuevos proyectos de infraestructuras, principalmente autovías, para conectar mejor el país con el resto de la región. Las instituciones están funcionando bien y tenemos muy buenas relaciones con la mayoría del mundo occidental, excepto España y Grecia. Sin embargo, estamos en el camino de mostrar que la independencia de Kosovo no ha dañado a nadie, y que fue algo necesario debido a la guerra.

-Usted apunta a una mejora de la situación económica, pero lo cierto es que son muchos los jóvenes que se marchan de Kosovo para trabajar en otros países.

-Debido a que aún no nos reconoce la totalidad de la UE, Kosovo tiene muchos problemas con la integración, a todos los niveles. La integración es muy lenta. Por ejemplo, aún no contamos con la liberalización de visados. Somos el único lugar en Europa en el que esto ocurre, una especie de agujero negro del que la gente no puede moverse. Nuestros ciudadanos esperan días y semanas en las embajadas hasta que consiguen sus visados. Sin embargo, es algo que no nos preocupa, porque no estamos perdiendo a nuestra gente, siempre vuelven. El desarrollo que hemos tenido en los últimos años ha sido gracias a la gente que se marchó, trabajó y volvió con dinero y experiencia para comenzar aquí negocios que vieron fuera. Esto es genial, porque esta gente se va a otras partes de Europa y trae de allí la experiencia.

-¿En qué punto se encuentran, tras esta década de independencia, las relaciones entre la Unión Europea y Kosovo?

-En lo que respecta a este asunto, el problema es que tenemos algunos partidos en la oposición algo radicales, que aseguran que el Gobierno no es capaz de hacer nada por nadie y que la comunidad internacional no está ayudando a Kosovo. La oposición está yendo en contra de cualquier cosa que el Gobierno propone, como en el asunto de la demarcación de fronteras con Montenegro, que ya era un problema solucionado. (Vetevendosje, en albanés "Autodeterminación") se opuso al acuerdo diciendo que Kosovo perdía territorio. Esta es una de las razones por las que el asunto se encuentra nuevamente parado. Una vez resuelto, habremos obtenido todas las condiciones que requiere la UE para la liberalización de visados. Espero que pueda estar resuelto en los próximos meses.

-¿Cuál es la nueva estrategia para lograr mayor reconocimiento internacional a partir de ahora?

-Estamos trabajando muy duro en esta dirección y espero que este año contemos con 140 países que reconozcan la independencia de Kosovo para tener los dos tercios de la Asamblea de Naciones Unidas y podamos solicitar, primero, el estatus de observador en la organización. Este año es el año de Kosovo, porque además, confío en que logremos un acuerdo con Serbia.

-Kosovo ha sido utilizado por figuras soberanistas catalanas como un justificante para continuar con el proceso soberanista, ¿ve usted similitudes en ambos casos?

Aquí estamos hablando de cosas diferentes. Kosovo no se ha separado de nadie. Kosovo siempre ha estado aquí, como parte legal de la Federación de Yugoslavia desde 1974. En aquel entonces, Kosovo contaba con fronteras e instituciones. Tras la desmembración de Yugoslavia, todos reclamaron independencia: Eslovenia, Croacia, Bosnia, Macedonia... Al final, incluso Montenegro. ¿Qué tiene que ver Kosovo en la federación? No tenemos nada en común con los serbios, tenemos lenguas diferentes, somos entidades diferentes. Desde mediados de los ochenta estuvimos prácticamente ocupados por Serbia porque Milosevic eliminó la autonomía y dijo abiertamente que los albaneses teníamos que irnos a Albania porque este lugar pertenecía a Serbia. No creo que nunca nadie haya ido a Barcelona a decir que los catalanes deben marcharse. Esta es la primera diferencia.

La segunda, el 4 de septiembre de 1999, Milosevic despidió a 420.000 albanokosovares y empezaron a facilitar la emigración a Albania. Está claro que tenemos que vivir junto a Serbia, que tenemos que avanzar juntos. Y, de verdad, deseo que podamos llegar a tener una buena relación con Serbia, pero en el pasado tuvimos que luchar para defender a nuestra gente. ¿Por qué somos diferentes a Cataluña? En los noventa se prohibió la educación en albanés y tuvimos que comenzar a financiar nuestras escuelas de forma privada y clandestina. Cerraron nuestra universidad, nuestros periódicos, nuestra televisión. En 1996 y 1997 no teníamos nada. Nuestra resistencia fue para sobrevivir. En la campaña internacional contra Serbia también participó España: tuvimos soldados españoles aquí, ellos vieron lo que ocurrió. Es una gran diferencia. Mientras que Cataluña es de las regiones más desarrolladas de España y tienen inversión procedente de muchas otras regiones, Kosovo era la más pobre de Yugoslavia. Si Serbia hubiera sido más inteligente, hubiera desarrollado Kosovo y probablemente seguiríamos juntos y nunca hubiéramos querido ser independientes.

¿Cuál es el estado actual de las relaciones con Serbia?

Tenemos que seguir adelante con las conversaciones y, probablemente, comencemos pronto una nueva ronda de contactos con nuestro presidente, Hashim Thaçi, que ha sido quien las ha encabezado hasta ahora. Espero que lleguen a buen puerto y que incluyan nuevos asuntos que aborden directamente la mejora del nivel de vida de la gente. Y que se pongan plazos. No podemos estar siempre dialogando, debería establecerse algo así como los Acuerdos de Dayton, poner juntas a las dos partes en una habitación y no dejarlas salir hasta que lleguen a un acuerdo. Tenemos que hablar desde la realidad: Kosovo está aquí, es un Estado y su independencia no es reversible. Desde esta realidad podemos construir cualquier cosa. Y no hay que olvidar que Serbia es el principal país vecino y el mayor factor para la estabilización, cooperación y paz en la región. Tenemos que respetar a los serbios y construir juntos nuestro futuro.