Reino Unido

Boris Johnson: ¿el último «premier» de un Reino Unido?

El temor a una salida sin acuerdo reaviva las tensiones nacionalistas. Escocia, Gales e Irlanda del Norte se rebelan contra los planes del primer ministro. Los escoceses exigen otro referéndum de independencia.

La salida de Reino Unido de la UE divide profundamente a la población entre partidarios y detractores y amenaza la unidad territorial de Reino Unido / Platón
La salida de Reino Unido de la UE divide profundamente a la población entre partidarios y detractores y amenaza la unidad territorial de Reino Unido / Platónlarazon

El temor a una salida sin acuerdo reaviva las tensiones nacionalistas. Escocia, Gales e Irlanda del Norte se rebelan contra los planes del primer ministro. Los escoceses exigen otro referéndum de independencia.

Boris Johnson ha puesto toda la carne en el asador para conseguir dos objetivos: consumar el Brexit el 31 de octubre y mantener unido su país en el intento. No es casualidad que en su discurso inicial como «premier» Johnson calificara la unión de Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte como «la unión política y económica más exitosa de la historia». Pero la retórica triunfalista no ha sido suficiente y su misión se ha topado con rechazos frontales. En la última semana, su gira por el país ha dejado entrever posturas opuestas y algunos rotativos se preguntan incluso si, en caso de un Brexit a las bravas, Johnson podría pasar a la historia como el último primer ministro de Reino Unido.

«La estrategia del encanto ofensivo de Boris Johnson en Escocia, Gales e Irlanda del Norte y los tormentosos encuentros con sus líderes políticos en los últimos días han dejado al descubierto las profundas tensiones que existen dentro de Reino Unido», señala Rune Wriedt Larsen, analista y corresponsal en Reino Unido para el medio escandinavo «Borsen». «Es demasiado pronto para hablar de una posible desintegración porque todo es impredecible cuando se trata del Brexit, pero el riesgo está claramente presente, especialmente en Escocia», dice.

El desembarco de Johnson en Downing Street ha reavivado el debate sobre la independencia de Escocia. Ni siquiera el anuncio de las inversiones de 329 millones de euros para frenar las ambiciones de los nacionalistas ha aplacado los ánimos. Durante la campaña por el liderazgo «tory», un sondeo de Panelbase señaló que, de convertirse Johnson en primer ministro, el apoyo a la independencia alcanzaría el 53%, lo que provocó que los altos cargos escoceses advirtieran que su elección sería una «catástrofe».

En Escocia los nacionalistas han dejado claro que exigirán un segundo referéndum sobre la independencia si no se llega a un acuerdo con Bruselas, algo que Nicola Sturgeon también le dijo a Johnson cuando se reunieron a principios de esta semana. En 2014, un 55% de los escoceses votó a favor de permanecer en Reino Unido. Se trataba, en teoría, de un referéndum que zanjaría la cuestión por una generación, pero eso fue antes del Brexit. Ahora la propia crisis interna en el partido podría impulsar el secesionismo. «Ruth Davidson, la líder 'tory' en Escocia, también se ha mostrado claramente incómoda con la línea dura del Brexit, ya que teme que el ''no acuerdo'' pueda fortalecer el discurso independentista y conducir a la desintegración de Reino Unido», indica Wriedt Larsen. Las tensiones se avivaron cuando Johnson relevó al secretario para Escocia, David Mundell, dentro de la reorganización del Gabinete.

En Irlanda del Norte, donde en 2016 un 55,8% de la población votó por la permanencia en la UE, la situación no es más favorable. Boris fue recibido en Belfast con carteles de «Brexit significa fronteras». Es aquí donde se lo juega todo, ya que la salvaguarda para la frontera irlandesa es el principal punto de fricción con Bruselas. Esta garantía fue creada para evitar que tras el Brexit se restablezca una frontera física entre las dos Irlandas, lo que iría en detrimento de ambas economías y del proceso de paz. El «backstop» es la razón por la que el plan de Theresa May fue tumbado tres veces en la Cámara de los Comunes y por la que las negociaciones quedaron en punto muerto, ya que Johnson ha puesto como condición acabar con ella para reanudar las conversaciones. «Un Brexit duro sería catastrófico para Irlanda del Norte, dado que haría trizas las bases que han mantenido la paz. Esta nación está en la primera línea, completamente expuesta a los riesgos de un Brexit sin acuerdo y lo que ocurra tendrá ramificaciones en todo el país», advierte Katy Hayward, del «think tank» británico Changing Europe. Para la investigadora, una salida caótica tendría muchas papeletas para desencadenar la reunificación irlandesa. «Cuanto más se menciona el Brexit duro, más crece el sentimiento unionista», asegura.

Una encuesta reciente muestra que tras el Brexit la población sigue polarizada. Aquellos que se identifican como irlandeses todavía están a favor de una Irlanda unida, mientras que el porcentaje de la población que se siente más británica ha endurecido su oposición. Si bien es cierto que en los últimos 20 años cada vez más ciudadanos del Ulster no muestran una identidad clara y, posiblemente, en un Brexit sin acuerdo se decantarían por la unión.

En Gales, el «premier» fue duramente criticado por la falta de previsiones para afrontar las consecuencias de un Brexit sin acuerdo, especialmente por los agricultores. Mark Drakefield, el ministro principal, se mostró tajante. «Un Brexit sin acuerdo es inadmisible». A lo que añadió, a modo de advertencia, que «el primer ministro necesita pensar en el futuro de Reino Unido de una manera realmente seria». Si bien en Gales tiene un apoyo minoritario, son cada vez más las voces que advierten de que el independentismo no se debe subestimar. El pasado fin de semana, más de 8.000 personas se manifestaron en Caernarfon por la independencia. «El movimiento secesionista ha crecido también en Gales, y posiblemente aumente más rápido si se da la independencia escocesa o la unificación de Irlanda. Si seguimos por este camino, me pregunto quién va quedar en Reino Unido dentro de cinco años», cuestiona desde Bruselas Kait Bolongaro, periodista especializada en la UE. «La clave es si la carrera política de Johnson va a sobrevivir lo suficiente como para desencadenar una ruptura», dice. «Si sobrevive, las tensiones explotarán, pero lo tiene difícil con su mayoría raquítica en el Parlamento».