Londres
Cameron, dispuesto a acabar con la «plaga» de inmigrantes
El «premier» británico agrava aún más la crisis de Calais al menospreciar a las miles de personas que intentan cruzar el Canal.
La crisis en el Eurotúnel no amaina. Francia ha mandado un refuerzo policial de 120 agentes a Calais y la valla de tres metros de alto y 1,9 kilómetros en Coquelles, requerida por Reino Unido para proteger la Terminal, estará terminada este fin de semana. Pero ayer, por cuarta noche consecutiva, centenares de inmigrantes, sobre todo de África y Oriente Medio, volvieron a intentar entrar en las instalaciones. La madrugada del miércoles terminó con 300 arrestos. Pero ellos no se rinden. Tan sólo buscan un futuro. Aquello de «ver la luz al final del túnel» nunca antes había tenido tanto sentido. Sólo en esta semana, se calcula que más de 3.500 personas han intentado dar el salto. Nueve han perdido la vida desde junio.
La tragedia humana se le ha ido a los políticos de las manos. Y las desafortunadas palabas del «premier» David Cameron tan sólo echaron más leña al fuego. Desde Vietnam, donde continúa de visita oficial, el jefe del Ejecutivo se refirió a los inmigrantes como una «plaga». En cuestión de minutos, el término provocó una tormenta de acusaciones a ambos lados del Canal. «Esto nos pone a prueba, lo acepto, porque tienes una plaga de inmigrantes que llega a través del Mediterráneo buscando una vida mejor, deseando venir a Reino Unido porque tiene mejores trabajos, una economía en crecimiento, y es un lugar increíble para vivir», dijo al canal ITV, donde advirtió de que los inmigrantes «sin papeles» no encontrarán refugio» en el país, ya que el Gobierno británico tiene intención de deportarles.
La líder en funciones de la oposición laborista, Harriet Harman, señaló que el primer ministro parecía querer poner en contra a la gente de los inmigrantes. «Está hablando de personas, no de insectos. Ya se le advirtió hace meses que lo que debía de hacer es resolver esta situación con los franceses», matizó. Lisa Doyle, del Consejo de Refugiados, lamentó escuchar un lenguaje tan «horriblemente inhumano de un líder mundial». «Es muy decepcionante escuchar estos términos para describir a los hombres, mujeres y niños desesperados que ponen sus vidas en riesgo».
En Calais, conocida ahora como «la jungla», los comentarios no llamaron especialmente la atención a los afectados. Dicen estar acostumbrados. «Si haces ver que somos malas personas en vez de seres humanos, es más fácil dejarnos vivir así», aseguraba a «The Guardian» Adil, un sudanés de 24 años, que lleva acampado cuatro meses. «Los políticos no vienen aquí a hablar, así que no saben nada de nosotros», añade. Mohamad al Mohamad, de 26 años, de la ciudad siria de Alepo, explicó que caminó e hizo autostop desde un campo de refugiados en Turquía, cruzando Grecia, Macedonia, Serbia, Austria e Italia antes de llegar a Francia, hace tres meses. «He intentado quizá diez veces llegar al túnel, pero he fracasado. He venido aquí por muchas razones. El régimen sirio me quería para el servicio militar. Me gradué en la universidad y después el Estado Islámico me quería reclutar y me negué», apunta.
Tewedros también trata de sobrevivir en «la jungla». «No tenemos comida, la gente siempre está enferma y muchos se están muriendo... Cada noche ando kilómetros para tratar de conseguir meterme en los trenes o camiones. Siempre estoy cansado y con hambre y no tengo dinero». Los trabajadores sociales coinciden en que los gobiernos deben hacer más para hacer frente a las «necesidades humanitarias más graves e inmediatas». Entre 3.000 y 5.000 inmigrantes viven ahora en las improvisadas tiendas instaladas en Calais, una ciudad que parece cada día más una fortaleza, con cientos de metros de altas vallas rematadas con alambre de espino. Mientras que unos han ideado herramientas para cortarla, otros se han puesto varias capas de ropa para saltarla. Algunos no han cumplido si quiera los 14 años. Con todo, lo que ocurre en Calais es tan sólo parte de una crisis más amplia que, en lo que va de año, ha llevado a más 185.000 personas a cruzar el Mediterráneo para llegar a territorio europeo.
Peter Sutherland, representante del secretario general de la ONU sobre migración internacional, advirtió ayer en una entrevista con la BBC de que las demandas económicas para mantener a los inmigrantes fuera de Reino Unido son «una respuesta xenófoba a la cuestión de la libre circulación». El debate en Reino Unido con respecto a Calais es «manifiestamente excesivo». «Aquí llega un número relativamente pequeño si se contextualiza», matizó. «El año pasado, Alemania recibió 175.000 solicitudes de asilo comparadas con las 24.000 de Reino Unido», dijo. «Entre 5.000 y 10.000 personas en Calais están viviendo en condiciones terribles. Tenemos que hacer un frente conjunto para solventar el problema. Pensar en la crisis humanitaria y no en vallas o mandar a los Gurkhas».
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