Guerra comercial
China agudiza su retórica frente a la UE por las sanciones a sus empresas a las puertas de una cumbre
El detonante de la discordia ha sido la inclusión de dos bancos chinos en el 18.º paquete de sanciones contra Rusia aprobado por la UE
China ha intensificado su discurso contra la Unión Europea, prometiendo represalias ante las sanciones recientemente impuestas a compañías chinas. Pekín tildó este lunes estas medidas de “incongruentes” con los compromisos bilaterales sellados entre los líderes de ambos bloques, alertando sobre “graves repercusiones negativas” para el comercio y la colaboración financiera. A las puertas de la 25.ª Cumbre UE-China, esta escalada retórica presagia una reconfiguración de las dinámicas económicas, con implicaciones profundas para una relación salpicada por la desconfianza mutua.
El detonante de la discordia fue que el viernes pasado, la UE implementó su 18.º paquete de sanciones contra Rusia, diseñado para debilitar los ingresos petroleros de Moscú en el marco del conflicto en Ucrania. Sin embargo, la inclusión de dos bancos chinos —Heihe Rural Commercial Bank Co. y Heilongjiang Suifenhe Rural Commercial Bank Co.— en la lista de sancionados, junto con restricciones a transacciones con entidades rusas y limitaciones a la exportación de bienes de doble uso (con aplicaciones civiles y militares), provocó una furiosa reacción inmediata. Por primera vez desde la invasión rusa de Ucrania en 2022, instituciones financieras chinas han sido señaladas por Bruselas, acusadas de facilitar servicios de criptomonedas que frustran los objetivos de las sanciones.
Guo Jiakun, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, fue tajante en una rueda de prensa: "China ha promovido sistemáticamente las conversaciones de paz para resolver el conflicto en Ucrania y nunca ha proporcionado armas letales a las partes involucradas. Los intercambios comerciales legítimos entre empresas chinas y rusas no deben ser obstaculizados". Exhortó a la UE a “cesar de socavar los intereses legítimos de las empresas chinas sin pruebas objetivas”, subrayando la importancia de preservar la cooperación económica bilateral.
Lecciones del pasado: Cautela de los bancos chinos
La inclusión de bancos chinos en las sanciones europeas no es un hecho aislado. Desde 2022, los vínculos económicos entre China y el Kremlin han generado fricciones con Occidente. Estados Unidos ya había impuesto sanciones similares a bancos chinos, lo que llevó a instituciones como el Industrial & Commercial Bank of China y el Bank of China a restringir la financiación de materias primas rusas en febrero de 2022, según Bloomberg News, a pesar de que las sanciones occidentales no afectaban entonces al sector energético ruso. Este historial de cumplimiento, motivado por el temor a perder acceso al sistema de compensación del dólar, refleja la cautela de Pekín frente a sanciones extranjeras. Además, los principales bancos estatales del régimen comunista han aplicado previamente sanciones estadounidenses contra Irán y Corea del Norte, lo que sugiere una respuesta calibrada para evitar una escalada mayor.
Una cumbre bajo presión
La 25.ª Cumbre UE-China, programada para este jueves en Pekín, reunirá al presidente Xi Jinping con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y al presidente del Consejo Europeo, Antonio Costa, con el primer ministro Li Qiang como copresidente. La agenda, ya cargada de disputas previas, incluye temas críticos: los aranceles europeos a los vehículos eléctricos chinos, motivados por presuntas subvenciones desleales; la presión de Bruselas para que Pekín influya en Rusia para cesar el conflicto en Ucrania; y los temores europeos ante una posible reorientación de productos chinos a precios de dumping hacia la UE, como consecuencia de la contienda arancelaria con Washington.
Cui Hongjian, jefe de estudios sobre la UE en la Universidad de Estudios Extranjeros de Pekín, señala que China probablemente optará por una reacción cuidadosamente sopesada para evitar un deterioro irreversible de las relaciones con Bruselas. Sin embargo, la retórica oficial refleja una percepción de las sanciones como un ataque directo a su soberanía económica, lo que podría soportar su postura en el esperado encuentro.
La negativa del presidente chino, Xi Jinping, a viajar a Bruselas para la reunión de alto nivel evidencia que la UE no es el interlocutor predilecto de Pekín, que continúa privilegiando las relaciones bilaterales con los Estados miembros como el canal más eficaz para avanzar sus intereses. Esta preferencia se ha acentuado tras las elecciones europeas, las cuales, a juicio de China, refuerzan la postura antagonista de Bruselas.
Un impedimento fundamental para un entendimiento fructífero es la visión de Pekín como un competidor estratégico. Líderes europeos como Ursula von der Leyen y Kaja Kallas, de marcada orientación proatlántica, tienden a subordinar la relación con la potencia asiática a los intereses de la alianza con Washington. Este enfoque se ha fortalecido por el papel crucial de Washington en la seguridad europea, especialmente en el contexto del conflicto en Ucrania. La dependencia de la UE en materia de defensa, particularmente en los Estados más expuestos a Rusia, restringe notablemente su capacidad para actuar de manera autónoma.
En este marco, la percepción de que Pekín facilita indirectamente la agresión rusa –mediante respaldo diplomático, económico o tecnológico– genera una frustración significativa en Europa, lo que frena las aspiraciones de una interacción más profunda con China mientras persista su apoyo a Moscú.
A esta tensión se suma la creciente inquietud por la implicación de actores chinos en actividades híbridas contra la UE. Desde incidentes como el daño a cables submarinos en el Báltico hasta ciberataques dirigidos a entidades públicas y privadas, junto con campañas de influencia, los servicios de inteligencia europeos han detectado un patrón que erosiona la confianza mutua. Aunque las autoridades de la UE suelen evitar ventilar estas acusaciones públicamente, en círculos especializados han dejado claro que estas acciones son incompatibles con los principios de respeto y cooperación que deben sustentar la correspondencia.
El dilema estratégico de la UE
La UE enfrenta un delicado equilibrio entre defender sus intereses estratégicos y preservar la estabilidad comercial con China. Mientras países como Alemania y Francia abogan por un enfoque pragmático, otros, como los estados bálticos, presionan por una postura más dura. Esta división interna complica la capacidad para proyectar una estrategia unificada. Por su parte, Pekín podría optar por medidas de represalia selectiva, como restricciones a exportaciones o aranceles, para enviar un mensaje sin cerrar la puerta al diálogo. Con la mirada global puesta en Pekín, el encuentro entre Xi y Von der Leyen será decisivo para determinar si prevalece un pragmatismo que preserve la interdependencia económica o si las fricciones derivan en una fragmentación más profunda del comercio internacional.
El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, acompañado de la amenaza de un proteccionismo más agresivo por parte de la principal potencia mundial, debería servir como un poderoso incentivo para fortalecer los lazos económicos. Esta coyuntura refuerza la urgencia de alcanzar objetivos tangibles, en sintonía con el enfoque pragmático que von der Leyen ha defendido, orientado a obtener resultados concretos.