Irlanda

Irlanda, ante el espejo español

La dispersión del voto amenaza con dejar un Parlamento sin mayorías y hay politólogos que vaticinan elecciones en agosto. Kenny no ha sabido rentabilizar la recuperación económica

El primer ministro irlandés, el democristiano Enda Kenny, ayer tras depositar su voto
El primer ministro irlandés, el democristiano Enda Kenny, ayer tras depositar su votolarazon

La dispersión del voto amenaza con dejar un Parlamento sin mayorías y hay politólogos que vaticinan elecciones en agosto. Kenny no ha sabido rentabilizar la recuperación económica

Irlanda es un país de apenas ocho millones de habitantes, pero el resultado electoral de los comicios que se celebraron ayer es de suma importancia para Europa. Las urnas, al fin y al cabo, se han convertido en un referéndum sobre la austeridad impuesta por Bruselas para salir de la crisis. La receta tumbó los Gobiernos de Grecia, Portugal y ha dejado un «Parlamento colgado» –sin mayorías– en España. Ahora la república irlandesa podría reproducir el mismo escenario. Es más, hay expertos que ya vaticinan nuevas elecciones para agosto.

El primer ministro irlandés, el democristiano Enda Kenny, aspira a mantenerse en el poder cinco años más, tras haber dirigido un Ejecutivo de coalición con los laboristas que ha logrado resurgir al Tigre Celta. Nacido en el rural condado de Mayo, en el oeste del país, Kenny arrasó en los comicios de febrero de 2011, en gran medida porque el electorado quiso castigar duramente al Ejecutivo del centrista Fianna Fáil, que tres meses antes había pedido a la Unión Europea (UE) y al Fondo Monetario Internacional (FMI) un rescate por 85.000 millones de euros.

Ya se sabía por aquel entonces que no era un político carismático. Y no le tembló el pulso a la hora de acometer los profundos recortes que le impuso la Troika como condición del programa de ayuda que la república abandonó con éxito en diciembre de 2013.

La economía irlandesa ahora crece más de un 5% cada año, un ritmo inédito en la eurozona. La tasa de paro está a punto de caer por debajo del 8%, después de superar el 15% hace apenas cuatro años. En este contexto, Kenny ha dedicado la campaña electoral a pedir al electorado un mandato claro para «evitar los peligros de la confusión y la inestabilidad» que supondría un resultado ingobernable en medio de la recuperación. «Este Gobierno es una oferta para garantizar un progreso continuado aplicando el plan que ha traído una mayor prosperidad a Irlanda y para hacer que esta recuperación se sienta en cada hogar y en cada persona», dijo durante el cierre de campaña. No obstante, este «mensaje del miedo», según lo califican sus críticos, no ha calado entre una buena parte de los irlandeses y su partido, según los últimos sondeos, sólo conseguiría el 28% de las papeletas. Con todo, sus actuales socios de gobierno serían los realmente castigados. Las bases laboristas se muestran menos comprensivas con sus líderes, a los que reprochan que no hayan sido capaces de suavizar la austeridad con políticas sociales. La formación de la viceprimera ministra, Joan Burton, obtendría sólo un 6% de los sufragios.

Por su parte, el centrista Fianna Fáil podría recuperar parte de los 57 parlamentarios que perdió en los comicios de 2011. Tras pasar los últimos cinco años en la oposición, es todavía visto como el responsable de la crisis, pero podría sumar ahora hasta 13 nuevos parlamentarios a los 20 que ha tenido en esta legislatura, si se confirma que su intención de voto ronda el 20%. Se prevé, por tanto, un Congreso completamente fragmentado donde los pactos se antojan complicados. Es más, los expertos no descartan que se tengan que convocar de nuevo las urnas en un plazo de seis meses.

Tan sólo una gran coalición entre las dos fuerzas mayoritarias, el Fine Gael y el Fianna Fáil, obtendría suficientes escaños para formar un Ejecutivo con una sólida mayoría absoluta. Pero las formaciones, eternas rivales resultado de los dos bandos que se enfrentaron en la guerra civil irlandesa de 1922-1923, han descartado esta posibilidad. Por su parte, el Sinn Fein, antiguo brazo político del ya inactivo IRA, también ha apostado por gobernar en solitario. «Hemos sido muy claros: no seremos el socio menor de ningún partido del ‘‘establishment’’», recalcó su líder Gerry Adams.

El Sinn Féin da la campanada

Los últimos sondeos le otorgan un apoyo de entre un 17% y un 19 % de votos, casi el 10 % más que en las últimas elecciones, cuando pasó de tener 10 diputados a 14. Presidente desde 1983 del Sinn Féin, Adams, de 67 años, se presentó en 2011 por primera vez como candidato en la república para avanzar hacia su meta histórica: la reunificación de la isla sin fronteras entre norte y sur. No siempre persiguió ese objetivo por medios democráticos, aunque sigue negando que dirigiera el grupo terrorista o, al menos, que militara en él durante el conflicto en la provincia británica, tal y como sospechan las Fuerzas de Seguridad. Su pragmatismo fue clave para la firma de los Acuerdos del Viernes Santo en 1998.