Sea Baby
Los drones "Sea baby" de Ucrania continúan creciendo y cada día son más peligrosos para Rusia
Mientras el foco mediático se centra en los drones aéreos, Ucrania ha encontrado en sus pequeños y rápidos 'sea baby' una herramienta naval de una eficacia sorprendente, que ahora busca potenciar para golpear más lejos y con más fuerza

La Armada rusa, una fuerza teóricamente superior en el mar Negro, se ha visto obligada a cambiar de planes. La presencia constante de una amenaza casi indetectable ha forzado a Moscú no solo a extremar la vigilancia en sus puertos, sino también a replantear sus tácticas navales para proteger sus buques de guerra. Este giro estratégico no responde a un nuevo tipo de misil o submarino, sino a un adversario mucho más pequeño, ágil y económico. Este nuevo paradigma representa para las flotas modernas el mayor desafío desde la Segunda Guerra Mundial, alterando por completo las doctrinas de combate convencionales.
De hecho, el culpable de este quebradero de cabeza para el Kremlin es una flota de lanchas no tripuladas, conocidas popularmente como «sea baby». Estos drones marinos, por su reducido tamaño y alta velocidad, son capaces de burlar los radares convencionales, convirtiéndose en una amenaza silenciosa y escurridiza. Operando a menudo bajo el amparo de la noche, se han especializado en golpear con una precisión letal a navíos mucho más grandes y lentos.
En este sentido, las fuerzas de Kiev han convertido estos ataques en un pilar en su estrategia de defensa y desgaste. La efectividad de estas operaciones ha quedado demostrada en múltiples ocasiones, causando daños notables a la flota rusa y limitando su capacidad de maniobra en la región. Su éxito es un claro ejemplo de guerra asimétrica, donde la tecnología y el ingenio logran nivelar la balanza frente a un enemigo de mayor envergadura, una realidad que confirman desde el medio Jpost. Esta apuesta por la innovación no se limita al dominio naval, ya que los drones terrestres ucranianos también están transformando el campo de batalla y demostrando ser letales.

La evolución de un arma decisiva
Por ello, lejos de conformarse con los resultados, las autoridades militares ucranianas ya trabajan en la siguiente generación de estos navíos. El objetivo es claro: potenciar aún más sus capacidades con mejoras centradas en dos aspectos fundamentales que podrían cambiar de nuevo el equilibrio de fuerzas en el conflicto naval. Esta carrera tecnológica es constante, pues al mismo tiempo un nuevo dron ruso inmune a la guerra electrónica busca contrarrestar los avances de Kiev.
Esto se traduce, por un lado, en un notable incremento de su radio de acción, lo que les permitiría alcanzar rutas logísticas y bases navales rusas que hasta ahora se consideraban seguras. Por otro lado, se busca ampliar la carga explosiva que transportan, dotándolos de un mayor poder destructivo. Con esta mejora, no solo podrían neutralizar patrulleras, sino también causar daños críticos a buques de gran tonelaje, como fragatas o navíos de desembarco.
En definitiva, mientras los drones aéreos acaparan la mayor parte de la atención mediática en la guerra de Ucrania, sus homólogos marinos están demostrando una eficacia igual de determinante. Su éxito subraya cómo la innovación en el mar puede ser tan decisiva como la que tiene lugar en los cielos, redefiniendo las reglas de la guerra naval moderna.