Política

Damasco

El ascenso de Putin

La Razón
La RazónLa Razón

Cuando hasta «The New York Times» ha admitido que a Barack Obama le han engañado, engatusado y burlado, es que realmente le han engañado, engatusado y burlado. Putin, escribe el reportero del periódico neoyorquino Steven Lee Myers, «parece haber logrado muchos objetivos a expensas de Washington». El principal de ellos es que «Rusia se afianza por ahora como indispensable a la hora de contener el conflicto sirio, que Putin afirma podría encender el descontento islámico en la región, hasta en las volátiles regiones musulmanas de Rusia, si no se desactiva bien».

Barack Obama, en tanto, queda en evidencia como el actor secundario prescindible. Los yihadistas sirios, que contaban con su apoyo, quedan profundamente decepcionados al haberse descolgado (al menos por ahora) de la idea de meter a Estados Unidos en una intervención militar; fieles a su estilo, culpan de todo a Israel. El presidente norteamericano y los altos funcionarios de su Administración, la mayoría de los cuales pasaron años poniendo a George W. Bush a caer de un burro por carecer de pruebas suficientes de la existencia de armas de destrucción masiva en Irak, se desenmascaran definitivamente como hipócritas al saltarse el hecho de que Obama sigue sin demostrar su postulado central, que fue el presidente Bachar al Asad el que utilizó las armas químicas el 21 de agosto en Siria.

Putin habla con bastante sentido en su artículo publicado en el «Times», al tiempo que amenazaba a Obama de una forma velada. Advertía, con bastante precisión, que un ataque estadounidense a Siria se expone a «contagiar el conflicto más allá de las fronteras sirias», y añadía: «¿Revierte eso en interés de Estados Unidos? Lo dudo», sin dignarse a mencionar que si nuestro país interviene, Putin sería uno de los principales artífices de la escalada del conflicto.

Putin también criticaba a Obama por su mención la noche del martes de «lo que hace diferente a América. Es lo que nos hace excepcionales». El inquilino del Kremlin pontifica: «Es extremadamente peligroso alentar a la gente a considerarse excepcional, con independencia de la motivación. Hay países grandes y países pequeños, ricos y pobres, países con larga tradición democrática y los que todavía buscan su camino a la democracia. Sus políticas también difieren. Todos somos diferentes, pero cuando pedimos que Dios nos bendiga, no debemos olvidar que Dios nos creó iguales».

Y ahora Putin advierte de que la propia América no es excepcional y le mete un gol en casa al salvar al mundo de una guerra en Siria en la que Obama tenía prisa por intervenir, a pesar de no proporcionar ninguna prueba de la acusación de que Asad usa armamento no convencional.

Las pruebas parecen más lejanas a cada día que pasa. Jason Howerton informaba este miércoles en el «Blaze» de que «dos europeos secuestrados varios meses en Siria afirman haber escuchado una conversación entre sus captores que indicaría que los rebeldes sirios estaban detrás del mortal ataque químico de Damasco. El profesor belga Pierre Piccinin y el periodista italiano Doménico Quirico sostienen haber espiado una conferencia en inglés entre sus secuestradores a través de Skype, en la que supuestamente revelaban que fueron rebeldes sirios los autores materiales del ataque, montado para que interviniera Occidente».

Son las últimas adiciones a la creciente lista de pruebas de que, como sostiene Putin en su artículo, «hay motivos para creer que el armamento químico no fue utilizado por el Ejército sirio, sino por fuerzas de la oposición con el fin de provocar la intervención de sus poderosos patrones extranjeros, que se alinearían con los fundamentalistas». En apoyo a esa acusación, Rusia ha proporcionado un informe detallado de un centenar de folios a las Naciones Unidas; la Administración Obama, en cambio, sólo ha ofrecido pruebas circunstanciales que no han convencido de intervenir en Siria ni a nuestros aliados más próximos.

El 29 de junio de 1453, yihadistas otomanos conquistaban por fin Constantinopla tras un prolongado sitio (y 700 años de intentonas) cuando un descuidado empleado municipal dejó abierta la puerta de la ciudad tras sacar la basura, franqueando así la entrada a las fuerzas musulmanas, que se precipitaron a la ciudad y sembraron el caos.

Lo sucedido esta semana podría terminar siendo igual de accidentalmente relevante. Rusia vuelve a emerger de pronto como jugador de primer orden, por no decir el de referencia, en Oriente Próximo y el panorama mundial en general. Y no ha sucedido gracias a que los planes de resolución del conflicto sirio de Putin sean particularmente imaginativos, ni factibles al menos (¿quién puede estar seguro de que Siria entrega la totalidad de su arsenal químico?). No, la reaparición de Rusia no se debe a la fuerza rusa, ni a la destreza de Putin, sino a que Barack Obama le abre la puerta. Las consecuencias de su entrada en la ciudad todavía se desconocen, pero a largo plazo, para los pueblos libres, no es muy probable que vayan a ser buenas.