Política

Secuestro en Nigeria

El califato islámico de Boko Haram

El grupo yihadista pretende crear un Estado fundamentalista entre los territorios de Nigeria y Níger

El líder de Boko Haram, Abubakar Shekau
El líder de Boko Haram, Abubakar Shekaularazon

Boko Haram, –«la educación occidental es un pecado», en su traducción al español– se ha convertido en la franquicia más sanguinaria y fanática de Al Qaeda, a la que, según expertos antiterroristas consultados por LA RAZÓN, pertenece desde hace años. Su líder, un individuo siniestro llamado Abubakar Shekau, se ha propuesto la creación de un califato que comprendería parte del territorio de Nigeria, que es donde su banda ha perpetrado sus últimas atrocidades, y una zona de Níger. Considera que la frontera entre ambos países es una imposición de los «cruzados» (cristianos) y, por lo tanto, inexistente a los efectos de la estrategia de los islamistas. En este segundo país, la preocupación de las autoridades es inmensa y se realizan los máximos esfuerzos para evitar que los terroristas de Boko Haram creen bases operativas en su territorio.

La relación entre los pistoleros de Shekau y Al Qaeda Central (AQC), cuyo máximo líder es el egipcio Ayman Alzawahiri, se efectuó en un primer momento a través de la rama magrebí de esta organización criminal, conocida como Al Qaeda para el Magreb Islámico (AQMI). El general Carter Ham, jefe del Mando Militar del Pentágono en África, admitió en 2013 que «las relaciones entre Al Qaeda y Boko Haram son las más preocupantes». De acuerdo con sus informes, la red yihadista nigeriana habría recibido entrenamiento en los campos de AQMI en Gao, el norte de Mali. También advirtió de que estarían «compartiendo financiación y armamento». Sin embargo, desde mediados del año pasado las conexiones se establecen a través de otra franquicia, creada por orden de Alzawahiri, denomina Al-Murabitun (los almorávides), que es el resultado de la fusión del Movimiento por la Unidad y la Yihad en África Occidental (Muyao) y la Brigada de Al-Mulathameen (Los que Firman con Sangre), que mandaba el conocido cabecilla Mojtar Belmojtar. A este individuo se le dio por muerto en los primeros momentos de la «operación Serval», que Francia desarrolla en Mali y en la que sí falleció su compañero de fechorías Abu Zeid. Según las citadas fuentes, sigue con vida y es uno de los máximos jefes de Al Murabitun (AM), aunque él se haya preocupado de filtrar a determinados medios locales que no es así, para desaparecer del primer plano informativo. Se mantiene escondido ya que, tras dirigir algunos de los atentados terroristas más sonados, es uno de los hombres más buscados por los servicios de Inteligencia africanos y occidentales. Los comunicados de AM dejan muy pocas dudas sobre su lealtad absoluta a AQC y a Al Zawahiri. El hecho de que hayan escogido el nombre de los almorávides no deja de ser un factor más de preocupación para España, por el protagonismo que estos guerreros tuvieron durante la presencia musulmana en nuestro país. AQMI denomina a su órgano de prensa Al Andalus. En la construcción del «califato mundial» que pretende Al Qaeda; España y, en un principio, Ceuta y Melilla, son objetivos prioritarios.

Abubakar Shekau ha pasado a las primeras páginas y espacios de la prensa mundial tras el rapto de casi 300 niñas, por el mero hecho de estudiar en escuelas cristianas y haber anunciado que las va a vender como esclavas para que se casen con musulmanes pese a ser menores de edad. Su objetivo es la creación en la citada zona de Nigeria y Níger, habitada por las etnias kanouri y hausa, de un califato. Y está dispuesto a hacerlo a sangre y fuego. Su estrategia está clara y es propia del terrorismo puro y duro: la imposición del miedo entre la población y las Fuerzas Armadas y de Seguridad encargadas de combatir a Boko Haram, con un mensaje tan claro como contundente: salvo en el caso de las niñas, las demás personas consideradas como enemigas, bien porque sean cristianas o musulmanes no lo suficientemente fanatizados, serán pasados por las armas; sus bienes, robados o quemados; y la tranquilidad no volverá al territorio hasta que el «califato» se haya constituido. Ni qué decir tiene que en él sólo podrán vivir los que acepten al emir Shekau y la «sharía» (ley islámica), por la que se regirá lo que puede constituir, si las autoridades nigerianas con la ayuda internacional no lo evitan, una de las dictaduras más sanguinarias de la tierra. Aunque Shekau parezca un personaje muy diferente a Mojtar Belmojtar, al que se le conoce como «el tuerto» y «míster Marlboro» (por la pérdida de un ojo y su participación en el contrabando de tabaco en el Sahel), se trata de dos terroristas sin escrúpulos. Es cierto que el primero está dispuesto a encabezar el escalafón de personajes más odiados, tras el secuestro de las niñas, pero el segundo ha demostrado una temible eficacia criminal en los últimos tiempos.

La brutalidad de los métodos de Shekau provocó que, en su día, se produjera una escisión en Boko Haram, denominada Ansaru (Avanzada para la Protección de los Musulmanes en el África subsahariana), dedicada al secuestro de ciudadanos occidentales y que tiene entre sus objetivos atentados fuera de Nigeria y del Sahel. Algunos expertos creen que la escisión es ficticia y que se trata de un mero «reparto de papeles». No obstante, Maman Nur sería el líder de esta facción que tiene como objetivo llevar la lucha de Boko Haram a otros países africanos. Nur era el número tres de la organización terrorista durante el mandato de Yusuf, eliminado por el Ejército nigeriano en 2009. Bajo las órdenes de Shekau, Boko Haram ha adquirido un perfil internacional por la letalidad y brutalidad de sus acciones. Boko Haram es responsable de la muerte de 4.000 personas, gran parte de ellos cristianos. Las iglesias se han convertido en uno de sus principales blancos junto con escuelas y universidades. Shekau, como los principales dirigentes terroristas, suele utilizar internet para propagar su ideario más radical. Los kalashnikov en alto son un clásico de sus puestas en escena.