Muro de Berlín
El comunismo resucita en Turingia
La coincidencia del 25 aniversario de la caída del Muro de Berlín con la confirmación de que los poscomunistas del partido Die Linke (La Izquierda) estarán por primera vez al frente del Gobierno del Estado de Turingia sigue provocando intensos debates en Alemania, debates que van desde el oportunismo hasta la polémica política. Una discusión que en todo caso deja patente la existencia de otro muro que aunque no físico viene a dividir el Parlamento germano entre aquellos que tachan a los políticos de izquierda de parias que odian el capitalismo frente a las tesis que, desde la otra bancada, se niegan a tachar de «injusto» el régimen de Alemania Oriental o que, en los debates sobre la crisis de Ucrania, siguen culpando a Estados Unidos por encima de Rusia.
Esta agria confrontación sin embargo no influye para que en muchas localidades del Este alemán la izquierda siga siendo el refugio de muchos «ossis» –como se apodaba a quienes vivían en Alemania del Este– que se desmarcan con sus tendencias apolíticas o simplemente se sienten frustrados por la crisis o el acontecer político actual. Votan incluso a la izquierda aludiendo a un sentimiento de nostalgia, lo que aquí se conoce como «Ostalgie», y de ahí que en gobiernos como el del Estado de Brandenburgo (al este del país) gobierne, sin gran transcendencia, una coalición entre la izquierda y los socialdemócratas. Sin embargo, Turingia presenta una nueva oportunidad, y ya es visto por algunos analistas como un punto de inflexión en el mapa político germano.
En las elecciones regionales de este Land el pasado 14 de septiembre, la CDU de Merkel obtuvo un 33,5% de los votos, mientras que La Izquierda se quedó con el 28,2% y el Partido Socialdemócrata (SPD) logró el 12,4%. Los Verdes recogieron un 5,7% de los votos. Tras las negociaciones que siguieron a estos comicios, los socialdemócratas anunciaron que una mayoría de sus afiliados votaron a favor de negociar una alianza roja para un gobierno regional de coalición presidido por Bodo Ramelow, de La Izquierda, cuya formación –sucesora del partido comunista único que gobernó la Alemania Oriental– se coloca como primera fuerza de la oposición en el Parlamento en Berlín. Una alianza con la que se pone fin a 24 años en los que Turingia fue gobernada por la Unión Cristianodemócrata (CDU) de la canciller Angela Merkel.
Hay que recordar que este Estado en su día formó parte de la República Democrática de Alemania. Tiene, por tanto, un pasado comunista relativamente reciente, pero para muchos la alianza de centroizquierda «rojo-rojo-verde» es el santo grial que a nivel federal podría reemplazar a los gobiernos encabezados por la formación de la canciller. La pregunta que ahora está en el aire es si un Gobierno como el de Turingia podría presagiar un experimento de las mismas características en el Bundestag. Algunos analistas políticos se muestran escépticos ante la posibilidad de llevar esta unión a nivel nacional, donde los asuntos de relaciones exteriores y de seguridad abrirían con toda seguridad una amplia brecha entre las distintas fracciones rojas. Sin embargo, otros apuntan a que la sed de poder nacional del SPD podría obligarlo a girar a la izquierda en el Bundestag por mucho que, por ahora, la dirección federal de los socialdemócratas descarte de plano cualquier posibilidad de cooperación con La Izquierda en un hipotético gobierno federal.
✕
Accede a tu cuenta para comentar