Estocolmo

El extremismo sacude a una Europa asustada

Crisis económica, desencanto con los partidos tradicionales y temor al futuro son caldo de cultivo para proclamas xenófobas

Manifestación antifascista en París tras la muerte de Méric
Manifestación antifascista en París tras la muerte de Mériclarazon

La mortal agresión al militante francés de extrema izquierda Clément Méric a manos de un grupo de «cabezas rapadas» esta semana en París, reavivando las tensiones entre los diferentes extremismos políticos y también ha dirigido todas las miradas hacia el ultraderechista Frente Nacional (FN). Sin embargo, su líder, Marine Le Pen, se apresuró a negar cualquier tipo de vínculo entre su partido y los miembros del movimiento neonazi «Juventudes Nacionalistas Revolucionarias», presuntos autores del ataque a Méric. Máxime ahora que la formación, vitrina legal de la extrema derecha en torno a la cual siempre han orbitado grupos radicales violentos de cariz racista y xenófobo, está inmersa en un proceso de lavado de imagen para convertirse no sólo en un partido más «tratable», sino en una alternativa política en tiempos de crisis económica y social.

Pero esta última agresión, o el intento de acuchillar a un militar francés por parte de un islamista radical hace unas semanas, ponen de manifiesto la creciente tensión que vive la sociedad francesa en particular y la europea en general, ahogada por la incertidumbre y el miedo que está alimentando una creciente intolerancia.

De hecho, en su último informe, la Comisión Nacional Consultiva de Derechos Humanos (Cncdh) constata un inquietante aumento del racismo, el antisemitismo y la islamofobia en el país galo; y alerta no sólo de su incremento en un 23% durante 2012, y por tercer año consecutivo, sino de que este tipo de actitud parece estar instalándose en la sociedad gala «de manera preocupante».

Los expertos evitan hablar de «efecto Mérah», pero reconocen que los asesinatos de tres militares galos, tres niños judíos y un profesor de hebreo, perpetrados por el yihadista de Toulouse hace poco más de un año, explican en parte esas cifras.

En concreto, el caso Mérah tuvo un doble impacto, tal como reflejan las estadísticas de marzo de 2012. Los actos antisemitas registraron un máximo, pero también el racismo «antimusulmán»experimentó una notable alza, que se repitió durante los meses de octubre y noviembre coincidiendo con la difusión de la película «La inocencia de los musulmanes» y la publicación de las caricaturas de Mahoma.

Pero, más allá de estos hechos puntuales, los especialistas hablan de una «tendencia de fondo», alimentada, además, por la actual coyuntura económica, la creciente tensión social y la incertidumbre sobre el futuro que ningún Gobierno en los últimos años, de izquierdas o derechas, logra despejar. De ahí el llamamiento de este organismo, tanto a los poderes públicos como a la sociedad civil, a extremar la vigilancia, pues Francia se enfrenta a un fenómeno de intolerancia que se ha quintuplicado desde 1992 y que podría enraizarse de manera permanente.

Las cifras así lo atestiguan. En solo un año, el antisemitismo se ha disparado (+58%), así como la islamofobia (+30%). Según el informe, cada vez son más (55%) las personas que ven a los musulmanes como «un grupo aparte en la sociedad» y las que creen (69%) que «hay demasiados inmigrantes en Francia que no quieren integrarse».

De este modo, partidos como el ultraderechista Frente Nacional, con un discurso duro frente a la inmigración y defensor de dar prioridad a los nacionales, se convierten en un valor refugio para muchos ciudadanos desencantados. De hecho, la formación de Marine Le Pen, que ya obtuvo un buen resultado en las elecciones presidenciales y legislativas de 2012 presume de haber roto «su techo de adhesiones», superando los 65.000 afiliados. Ahora tiene la vista puesta en las municipales de 2014, para las que cuenta con 500 cabezas de cartel. En definitiva, el actual clima de crispación social, la sensación de inseguridad por el incremento de actos violentos y los recurrentes casos de corrupción en los partidos políticos mayoritarios, parecen formar un buen caldo de cultivo para el avance de la extrema derecha.

El auge de la ultraderecha

Grecia

SERVICIOS PÚBLICOS SÓLO PARA GRIEGOS

La nación de la zona euro más golpeada por la depresión económica (el nivel de vida ha caído más de un 40%), con sus dos polémicos rescates, ha visto cómo el creciente odio hacia los extranjeros, espoleado por el rampante crecimiento de la inmigración, se colaba en el Parlamento tras las elecciones de junio de 2012 con la irrupción de Amanecer Dorado. Los militantes de este partido neonazi, que considera a los extranjeros infrahumanos y defiende servicios públicos sólo para los griegos, han protagonizado numerosos ataques racistas. Según un informe de 20 ONG, estos incidentes aumentaron un 20% en 2012 y son cada vez más violentos.

Irlanda

DURO RECIBIMIENTO A UNA MINISTRA NEGRA

Aunque en las elecciones de febrero la xenófoba Liga Norte se dejó la mitad de los votos (pasó del 8,3% al 4,08%) el racismo sigue presente en la sociedad italiana. Prueba de ello es el duro recibimiento que ha tenido la nueva ministra de Integración, Cécile Kyenge, de raza negra. Kyenge se ha propuesto cambiar la ley de inmigración, una de las más duras de Europa para que los hijos de extranjeros no tengan que esperar a los 18 años para lograr la nacionalidad italiana. El futbolista Mario Balotelli se ha movilizado contra la ley y se ha propuesto desterrar el racismo de los estadios.

Hungría

EN CONTRA DE JUDÍOS Y GITANOS

El país magiar es paradigmático: la xenofobia la viven especialmente la población de religión judía y los gitanos. El Congreso Mundial Judío denunció recientemente el «alarmante aumento de políticas neonazis y de episodios de antisemitismo». La deriva autoritaria del primer ministro, Viktor Orbán, y la pujanza de partido de extrema derecha Jobbik son blanco de numerosas críticas. Uno de los últimos gestos de Orbán ha sido la concesión de premios a tres figuras del mundo de la cultura con ideas neonazis.

Dinamarca

INMIGRANTES Y TERRORISTAS

Inmigrante es igual a terrorista. Es ésta la asociación que realizó recientemente el Partido Popular Danés, de ideología racista, cuando publicó en un periódico los nombres de 700 extranjeros que iban a lograr la nacionalidad, diciendo que algunos «podrían ser terroristas». En un sondeo publicado el pasado febrero, la formación extremista se colocaba como la primera del país en intención de voto, por encima del partido de centro-izquierda en el Gobierno que tiene el reto de darle la vuelta a la situación antes de 2015, fecha de las elecciones en el país nórdico que, junto a Islandia, se ha visto más duramente golpeado por la crisis.

Suecia

INTEGRACIÓN DIFÍCIL EN LOS BARRIOS DE ESTOCOLMO

Admirada durante décadas como modelo de civismo y de integración de refugiados, la sociedad sueca se veía sacudida el mes pasado por graves incidentes en las afueras de Estocolmo. Los expertos lo atribuyen en parte a los recortes y a un sistema de integración que se tambalea y contra el que protestan los xenófobos del partido Demócratas de Suecia. Varios de sus miembros han protagonizado numerosos episodios de racismo contra suecos de segunda generación. Los radicales de derechas volvieron al Parlamento sueco tras dos décadas de ausencia.

Austria

LA HERENCIA NAZI DE HAIDER

De este país vino la primera gran advertencia sobre el auge de la ultraderecha con la entrada en el Gobierno del Partido Liberal (PL) del polémico Jörg Haider en el año 2000. Hoy los dos partidos por los que pasó Haider aglutinan alrededor del 28% del voto. Aunque la legislación austriaca destierra la xenofobia por el pasado nazi del país, esta mentalidad permanece intacta en el PL, quien comparó el Holocausto «persecución cultural» a la que supuestamente están sometidos los militantes de la extrema derecha.