Buenos Aires
El kirchnerismo margina al vicepresidente por su mala imagen
El problema de salud que sufrió la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, colocó en el centro de la escena política al vicepresidente Amado Boudou, que se puso al frente de la campaña del oficialismo en un momento decisivo de cara a las legislativas del 27 de octubre. Sin embargo, los estrategas de la Casa Rosada ya empezaron a cancelar actos electorales de su agenda, ante el temor de que la imagen negativa del «vice» acabe perjudicando a Martín Insaurralde, primer candidato a diputado por el Frente para la Victoria (FPV) en la provincia de Buenos Aires.
Boudou inauguró una obra de YPF en Santa Cruz, realizará videoconferencias con los gobernadores de las provincias, entregará 130 viviendas ubicadas en el Calafate y cortará la cinta de las nuevas instalaciones del Banco de la Nación Argentina. Pero el vicepresidente no llegará a Tandil, pues su presencia es rechazada por quienes deben cargar con la campaña. Insaurralde le pidió a Juan Manuel Abal Medina, encargado de supervisar la pelea electoral, que Boudou no pise territorio bonaerense. En el Gobierno conocen las encuestas que muestran al «número dos» de Fernández con un 75-80% de reprobación. Por eso, los intendentes acompañaron la petición de Insaurralde. El alcalde de la localidad bonaerense de Lomas de Zamora, al que todas las encuestas auguran una derrota frente al opositor Sergio Massa, se ve perjudicado por el cambio: de la carismática presidenta a un vicepresidente envuelto en una decena de escándalos de corrupción.
Y es que, como los medios locales apuntan, la realidad es que mandaron a Boudou de gira mientras que las decisiones las sigue tomando Cristina. La sexta planta del hospital Favaloro se ha convertido en el nuevo salón presidencial. Allí la baronesa peronista recibe a sus ministros, con una venda en la cabeza que le cubre medio cráneo. A su lado, escoltándola, permanecen sus dos hijos, Máximo y Florencia, inamovibles. De hecho, el propio jefe del Gabinete, Abal Medina, aseveró que «las decisiones las toma la presidenta, que es la que se encarga de dar instrucciones. El país está funcionando normalmente». Sin embargo, su hija es la que está frenando las visitas. Tras la muerte de su padre, Néstor, y ahora los nuevos achaques de Cristina, teme que el poder acabe arrebatándole a otro de sus progenitores. Máximo, de un porte mucho más duro, parece comprender mejor el frenético ritmo de trabajo de su madre.
Además de sus dos vástagos, la guardia pretoriana de la presidenta la conforman su madre, Ofelia Wilhem; su hermana, Giselle Fernández, y el secretario de Legal y Técnica de la Presidencia, Carlos Alberto Zannini, el hombre fuerte detrás del poder.
El segundo parte médico sobre Cristina Kirchner indicó que la presidenta «evoluciona favorablemente» y que «su estado de ánimo es muy bueno», tras la operación a la que fue sometida el martes por un hematoma en el cráneo. «Ha descansado muy bien. Hoy comenzará con la dieta oral», especificaron los médicos de la Fundación Favaloro en un comunicado.
Según indicó el secretario de Comunicación del Ejecutivo de CFK, Alfredo Scoccimarro, la mandataria mandó saludos «a todos los argentinos» y las personas que están en la puerta de la clínica, en una vigilia. Afuera, en el improvisado altar peronista, miles de carteles, la virgen de Luján iluminada por velas albicelestes y la figurita del santo popular, el Gauchito Gil, esperan la salida de la presidenta.
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