Egipto

El terrorismo echa raíces en Egipto alimentado por la represión de Al Sisi

Las víctimas del atentado de Al Rauda superan las 300. El Ejército bombardea bases yihadistas.

Sangre y restos de ropa aún permanecían ayer en los aledaños de la mezquita
Sangre y restos de ropa aún permanecían ayer en los aledaños de la mezquitalarazon

Las víctimas del atentado de Al Rauda superan las 300. El Ejército bombardea bases yihadistas.

El Gobierno del mariscal Abdelfatah Al Sisi respondió ayer con un bombardeo aéreo a la mayor masacre de Egipto, que asciende ya a más de 300 muertos, entre ellos 27 niños, según las autoridades locales. Las Fuerzas Armadas bombardearon posiciones de los yihadistas y destruyeron un número sin determinar de vehículos utilizados el viernes en el ataque terrorista en la mezquita sufí de Al Rauda, en el norte del Sinaí. «Como parte de la persecución de los elementos terroristas responsables de atacar a los fieles de la mezquita, la aviación ha tenido como objetivo elementos terroristas y destruido un número de vehículos que perpetraron el ataque terrorista y mataron a aquellos que iban en su interior», señaló en un comunicado el portavoz de las Fuerzas Armadas, Tamer al Rifai.

Según el relato de varios testigos, hasta 30 asaltantes vestidos con ropa militar y enarbolando la bandera negra del Estado Islámico llegaron al lugar, rodearon la mezquita y comenzaron a abrir fuego contra sus ocupantes. Después de la masacre y para cubrir su huida, los asaltantes hicieron estallar varios vehículos de las personas que se habían acercado a participar en el rezo del mediodía del viernes, el más importante para los musulmanes. Aunque Wilayat Sina (la rama del EI en Egipto) es el grupo militante más activo de los que operan en el norte del Sinaí, y pese a su historial de ataques contra los sufíes, ningún grupo se había atribuido al cierre de esta edición la responsabilidad del ataque, por lo que es pronto para decir algo definitivo sobre quién podría haberlo llevado a cabo.

No obstante, una semana antes del ataque, miembros de Wilayat Sina conminaron a los aldeanos a que detuvieran los rituales sufíes en la mezquita de Al Rauda y sus alrededores, según una fuente local consultada por LA RAZÓN. Según dicha fuente, los residentes esperaban que ocurriera un ataque inminente, por lo que «cerraron una carretera cercana como medida de precaución».

La intransigencia religiosa que predica el Estado Islámico le ha llevado a atacar cada vez más a los cristianos coptos de Egipto, que representan aproximadamente el diez por ciento de la población de Egipto, pero los ataques contra los musulmanes de otras sectas del Islam son poco frecuentes.

Recientemente, un grupo en el norte del Sinaí que se conoce con el nombre de Jund Al Islam ha comenzado a afianzarse con más fuerza. Este grupo radical, afín a la ideología de Al Qaeda, ve a Wilayat Sina como un grupo rival e incluso ha llevado a cabo ataques en su contra. En noviembre, se atribuyó la responsabilidad de un ataque contra la filial del EI en Egipto, afirmando que son apóstatas por atacar a civiles. Jund Al Islam amenazó con acabar con el EI en Egipto, pidiéndole que deje de matar a otros musulmanes.

El del viernes, el peor ataque contra civiles en Egipto, es por otra parte un trágico recordatorio del fracaso de las políticas opresivas de Al Sisi y los anteriores gobernantes para sofocar una insurgencia tenaz. Precisamente, la política de «tierra quemada» de secuestros, torturas y toda clase de diatribas contra los beduinos del Sinaí, parias en la tierra prometida, ha llevado en buena medida a esta situación. El volátil norte del Sinaí ha estado bajo el estado de Emergencia desde 2014, y sometido a una guerra de baja intensidad que se ha cobrado la vida de 3.000 militares desde julio de 2013. Wilayat Sina se ha atribuido la responsabilidad de más de 800 ataques desde 2014 contra las Fuerzas de Seguridad. El Ejército trata a los residentes de Sinaí con sospecha y hostilidad, alimentando una sed de venganza que es el caldo de cultivo de los grupos integristas. Su orografía montañosa y el vasto paisaje de-sértico ha sido durante años el escenario para campos de entrenamiento de insurgentes, almacenes de municiones y laboratorios de drogas.

El Sinaí ha estado estancado durante décadas. Allí nunca llegan los planes de desarrollo prometidos por los sucesivos gobiernos egipcios, lo que ha dejado a sus habitantes en la pobreza y con la sensación de abandono con ira y resentimiento y ha contribuido al desarrollo de los grupos integristas como Wilayat Sina o su antecesor Ansar Beit al Maqdis. Parece que Al Sisi ha olvidado tener en cuenta algo que también olvidaron Hosni Mubarak y Mohamed Morsi, que las tribus beduinas del norte del Sinaí podría ser sus aliados en lugar de sus enemigos.