Corea del Norte

Espejismo de invierno

La Razón
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El escepticismo ha sido siempre una apuesta segura en el horizonte de Corea del Norte respecto a la problemática nuclear cuando cualquier oportunidad de compromiso aflora. La decisión de Corea del Norte de participar en los Juegos de Invierno en PyeonChang no es excepción, especialmente cuando Donald Trump y Kim Jong Un han intercambiado escarnios respecto a sus «botones nucleares». Aunque el reciente acercamiento de conversaciones entre las dos Coreas parece que ha conducido a un retraso «de facto» en los ensayos de los misiles nucleares de Corea del Norte y la cita anual de ejercicios militares entre Estados Unidos y Corea del Sur, la postura cínica prevalece en Washington a sabiendas de que Pyongyang va a reanudar sus pruebas a mediados de año. Parece ser que Corea del Norte está intentando ganar tiempo para completar sus reservas de misiles de largo alance (ICBM, sus siglas en inglés) y extorsionar recursos económicos y políticos a Seúl. A raíz de todos estos acontecimientos y, alentado por el acercamiento coreano, Trump ha demostrado un verdadero autocontrol y ha transmitido mensajes coherentes que dejan entrever su disposición a entablar conversaciones con Corea del Norte. La Casa Blanca ha informado en varias ocasiones que está considerando lanzar ataques conocidos como sangrientos teniendo como objetivo las instalaciones militares por razones preventivas. Además, Washigton reflejó de forma clara en la reciente cumbre en Vancouver, donde se reunió con Corea del Norte, que tenía previsto reducir la imposición de sanciones contra el régimen de Kim Jong Un. Ahora es el momento de Trump para reforzar la última fase de su política de «máxima presión y compromiso» sobre Corea del Norte.