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Estados Unidos pone fin al cierre más largo de su historia: 41 días de parálisis y desgaste político

El cierre dejó sin salario a unos 750.000 empleados federales, paralizó servicios públicos esenciales y generó importantes pérdidas económicas

VÍDEO: Economía.- El Senado de EEUU llega a un acuerdo para terminar con el cierre de gobierno de 40 días
VÍDEO: Economía.- El Senado de EEUU llega a un acuerdo para terminar con el cierre de gobierno de 40 díasEuropa Press

Por primera vez en más de cuatro décadas, Estados Unidos ha vivido el cierre de gobierno más largo de su historia. Han sido 41 días de parálisis institucional, crisis política y un costo humano y económico que aún se mide en cifras y desconfianza. Este lunes, el Senado estadounidense se reunió nuevamente para intentar aprobar un proyecto de ley que permita reabrir el Gobierno federal, tras semanas de bloqueo entre republicanos y demócratas.

Todo comenzó el 1 de octubre, cuando los legisladores no lograron aprobar a tiempo los doce proyectos de gasto que mantienen en funcionamiento al Estado. Los republicanos, con mayoría en la Cámara de Representantes, propusieron una resolución temporal para financiar el Gobierno hasta noviembre. Los demócratas la rechazaron, exigiendo incluir la extensión de los subsidios del seguro médico bajo el Affordable Care Act (Obamacare), próximos a expirar a fin de año.

La disputa derivó en el cierre parcial del Gobierno, que dejó sin salario a unos 750.000 empleados federales, paralizó servicios públicos esenciales y generó un impacto estimado de más de 14.000 millones de dólares en pérdidas económicas. Las aerolíneas enfrentaron retrasos y cancelaciones masivas; los parques nacionales cerraron sus puertas; y programas sociales como WIC, que beneficia a mujeres y niños de bajos ingresos, comenzaron a quedarse sin fondos.

Con el paso de las semanas, la tensión política se tradujo en desgaste social. Los trabajadores públicos protestaron frente a edificios federales, mientras sindicatos y gobernadores de varios estados exigían una solución inmediata. Los efectos del cierre, advierten analistas, podrían sentirse durante meses.

El presidente Donald Trump, lejos de suavizar el tono, desató polémica este lunes al exigir en redes sociales que los controladores aéreos "volvieran al trabajo inmediatamente" y amenazar con sanciones a quienes no lo hicieran. En un mensaje que evocó más confrontación que empatía, prometió un bono de 10.000 dólares a los que siguieron trabajando sin sueldo, a los que llamó "verdaderos patriotas", y pidió la renuncia de quienes "solo se quejaron".

Mientras tanto, las aerolíneas alertaban de un riesgo inminente: "el tráfico aéreo está al borde del colapso", dijo un portavoz de la Asociación Nacional de Controladores de Tráfico Aéreo. Casi la mitad de los vuelos domésticos sufrieron retrasos o cancelaciones durante el fin de semana.

La grieta en el Partido Demócrata

En el Congreso, el pulso político se recrudeció. El domingo por la noche, ocho senadores demócratas —entre ellos Tim Kaine, Dick Durbin y Maggie Hassan— rompieron la disciplina de su partido y votaron junto a los republicanos para avanzar un proyecto de financiamiento temporal hasta el 30 de enero de 2026.

El paquete incluye fondos para el Departamento de Asuntos de Veteranos, Agricultura y el Legislativo, además de garantizar el pago retroactivo de salarios a los empleados federales despedidos o suspendidos. También impide que la Administración Trump ejecute despidos masivos hasta enero. A cambio, los demócratas obtuvieron la promesa de un voto separado sobre los subsidios de salud, aunque todo indica que esa votación será simbólica: sin apoyo republicano, no prosperará.

El voto de esos ocho senadores —entre ellos el independiente Angus King, quien reconoció que "la estrategia inicial había fracasado"— abrió una grieta en el bloque demócrata. "Después de seis semanas de intentos infructuosos, el camino no estaba funcionando", admitió King. Otros, como el congresista Ro Khanna, fueron más duros: "Si el líder Schumer no puede evitar que suban las primas de salud, ¿para qué liderazgo sirve?", escribió en la red X.

El tono triunfalista de los republicanos

Del otro lado del espectro, el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, celebró el cambio de postura de parte de la oposición: "Agradecemos a los siete demócratas y al senador independiente que hicieron lo correcto. Eligieron el principio sobre la política personal", declaró en una rueda de prensa en la que, significativamente, rehusó responder preguntas de la prensa.

Johnson prometió convocar de inmediato a los legisladores de la Cámara Baja en cuanto el Senado apruebe el texto definitivo. "Daremos un aviso oficial de 36 horas para votar tan pronto como sea posible y enviar el proyecto a la mesa del presidente", dijo. "Nuestra larga ‘pesadilla nacional’ está llegando a su fin". A su lado, el líder de la mayoría en el Senado, John Thune, imploró no obstaculizar el voto final: "Espero que sean horas, no días. El pueblo estadounidense ya ha sufrido demasiado".

El cierre de 2025 no solo supera el récord de 2019 —cuando el Gobierno permaneció paralizado 35 días durante la presidencia de Trump—, sino que también deja cicatrices más profundas. Esta vez, el enfrentamiento no se centró en un muro fronterizo o una política migratoria, sino en el modelo de Estado: cuánto debe gastar el Gobierno y en qué debe hacerlo.

Para muchos ciudadanos, el episodio ha sido una prueba de fuego de la fragilidad institucional estadounidense. Aunque la reapertura parezca inminente, los analistas advierten que las tensiones podrían volver en enero, cuando expire la nueva extensión presupuestaria. La falta de un acuerdo estructural sobre los subsidios de salud y la política fiscal augura otro choque antes de la próxima elección legislativa.

Repercusiones más allá de Washington

Las consecuencias no se limitan al territorio estadounidense. Un cierre tan prolongado afecta también a la cooperación internacional, incluidas agencias como la USAID y programas de asistencia en América Latina. Las demoras en transferencias, proyectos de desarrollo o donaciones técnicas pueden generar un efecto dominó en países socios. En los mercados, la incertidumbre también ha dejado huella: el índice Nasdaq cayó un 3 % durante octubre y el dólar se debilitó frente al euro y al yen, reflejo del nerviosismo ante un Estado que, por más poderoso que sea, puede detenerse por completo.

Mientras los senadores se preparan para votar el proyecto final, el sentimiento general es de alivio, pero no de triunfo. El cierre ha revelado el grado de disfuncionalidad del sistema político estadounidense: un Gobierno atrapado entre dos partidos que, incluso ante el sufrimiento de millones, priorizan el cálculo electoral.