Italia

La embajada española ante la Santa Sede cumple 400 años

Residencia ocasional de reyes y antigua sede de un teatro, el impresionante palacio Monaldeschi recoge en sus salas la herencia de la primera diplomacia de España

La embajada más antigua del mundo está en Roma y pertenece a España. La legación diplomática española ante la Santa Sede cumple 400 años y lo celebra organizando a lo largo de los próximos meses exposiciones, conciertos y eventos para dar a conocer el legado histórico y artístico del impresionante edificio que la acoge desde hace cuatro décadas en la monumental Plaza de España, en el corazón de la capital italiana. La directora de los Museos Vaticanos, Barbara Jatta, inaugurará el 17 de febrero las celebraciones por el cuarto centenario con una conferencia magistral.

Residencia ocasional de reyes y antigua sede de un teatro, el impresionante palacio Monaldeschi recoge en sus salas la herencia de la primera diplomacia española, que nació en 1480 con los Reyes Católicos. En 1622 se convirtió en la sede de la legación y residencia de los embajadores españoles ante la Santa Sede. El primer inquilino fue Gonzalo de Beteta, el primer embajador acreditado de forma permanente, que comenzó a habitar en el edificio en régimen de alquiler hasta que 25 años más tarde, Íñigo Vélez de Guevara, octavo conde de Oñate, lo adquirió por 22.000 escudos romanos. Una auténtica fortuna para la época si se tiene en cuenta que con 4 escudos vivía una familia de cuatro miembros durante un mes.

La operación no fue sencilla, no sólo por el importante desembolso económico, sino también porque Francia aspiraba a hacerse con el magnífico palacio, como explica a EFE Letizia Rodríguez, secretaria personal de los embajadores desde hace 36 años. Vélez de Guevara “tuvo que pedir préstamos a la Obra Pía y a un banquero genovés” y “sólo pudo disfrutarlo un año porque fue reclamado con urgencia a Nápoles, donde se convirtió en virrey”.

Poco después, se adquirieron cuatro casas más junto al palacio para ampliar el edificio, y en 1653 el rey Felipe IV envió 19.000 ducados para su mantenimiento y reparación. Ese mismo año el palacio pasó a la corona española y la plaza en la que estaba ubicada cambió su nombre. De Trinitatis pasó a llamarse Forum Hispanicum –la actual Plaza de España--, en honor a la representación diplomática española en Roma.

El edificio, restaurado en 2007 gracias a la colaboración económica de mecenas como el empresario Amancio Ortega, cuenta en su interior con un patrimonio artístico de incalculable valor en el que destacan los dos bustos que Bernini esculpió en 1619, ‘Alma condenada’ y ‘Alma salvada’. El palacio alberga también una colección de tapices del siglo XVII que perteneció a la familia Borbón-Orléans, así como pinturas de autores como Vicente López, Federico Madrazo, Mengs o Mario dei Fiori.

Entre los 155 embajadores españoles que han tenido el privilegio de habitar en el palacio destacan nombres como Garcilaso de la Vega, Francisco Martínez de la Rosa, Antonio Garrigues o Ángel Sanz Briz, conocido como “el ángel de Budapest”, que murió en el edificio en 1980 y cuyo nombre figura en el Jardín de los Justos en reconocimiento por haber logrado salvar a más de 6.000 judíos durante el Holocausto emitiendo pasaportes falsos cuando era cónsul de España ante Hungría. La actual embajadora ante la Sede Sede, María del Carmen de la Peña Corcuera, nombrada en 2018, será sustituida en los próximos meses por la ex ministra de Educación, Isabel Celaá.