Pacto en llamas

Qué es el Memorándum de Budapest y por qué Zelenski ironiza con quemarlo

Ucrania se comprometió al desarme nuclear en 1994 a cambio de que se respetara su soberanía nacional y de no recibir ataques militares

El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, dedica parte de sus combativos días a expresar su gratitud en redes sociales por el apoyo que recibe de primeros ministros de todo el mundo.

Pero la desesperación se apodera de él cuando recibe largas de la OTAN cuando pide medidas como crear una zona de exclusión aérea en Ucrania. “Todo lo que la Alianza ha logrado hacer hasta ahora es transportar cincuenta toneladas de combustible diesel para Ucrania a través de su sistema de adquisiciones. Probablemente para que podamos quemar el Memorándum de Budapest. Para que arda mejor”, dijo recientemente Zelenski tras desoír la OTAN sus peticiones.

La OTAN argumenta que no puede llevar a cabo esta zona de exclusión aérea porque sería tanto como desatar una guerra entre los aliados y Rusia. “No vamos a entrar en Ucrania con tropas ni tampoco con aviones en el espacio aéreo. La única forma de poner en marcha una zona de exclusión es mandar aviones de la OTAN e imponerla derribando aviones rusos”, ha explicado el secretario general de la Alianza, Jens Stoltenberg.

¿Pero a qué se refiere sarcásticamente Zelenski con quemar el Memorándum de Budapest, un acuerdo que Vladimir Putin ha violado abruptamente con la invasión de Ucrania? El origen de este pacto se sitúa en 1990, cuando Ucrania decidió renunciar a las armas nucleares que quedaban en su territorio a cambio de que se respetase “la independencia, la soberanía y las fronteras existentes” y de “abstenerse de la amenaza o el uso de la fuerza” contra el país.

De la renuncia de Ucrania a la firma del Tratado de No Proliferación Nuclear

Unos años después, en 1994, después de largas y complicadas negociaciones en las que participaron el entonces presidente ruso Boris Yeltsin; el presidente ucraniano Leonid Kuchma; el presidente estadounidense Bill Clinton; y el entonces primer ministro británico John Major se firmó el Memorándum de Budapest.

Ucrania acordó renunciar a su arsenal nuclearel tercero más grande del mundo (alrededor de 3.000 armas), heredado de la Unión Soviética colapsada— y transferir todas las cabezas nucleares a Rusia para su desmantelamiento. A continuación, Ucrania se unió al Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) como un estado no nuclear.

Este TNP es jurídicamente vinculante y reconoce solo a cinco países como poseedores legítimos de armas nucleares: China, Francia, Rusia, Reino Unido y Estados Unidos. Todos los demás países tienen prohibido desarrollar un arsenal nuclear y aquellos que lo han hecho —incluidos India, Pakistán, Israel y Corea del Norte— no son partes del TNP.

En 1996, Kiev completó la entrega de todas las armas soviéticas que estaban en su territorio. Pero el Memorándum de Budapest ya quedó en papel mojado en 2014, cuando Rusia invadió y anexó Crimea (la región en el este del país donde se encuentran la base naval rusa en Sebastopol y la Flota del Mar Negro).

Las consecuencias nucleares: el debate en Japón

No es sorprendente, por tanto, que Zelenski ironice con que siga ardiendo el Memorándum de Budapest. Pero acaso lo más preocupantes son las consecuencias de largo alcance para el futuro de la no proliferación nuclear y el desarme, ya que otros estados también se dan cuenta de hasta dónde alcanza el pacto firmado.

A la vista de la experiencia de Ucrania y de lo que ha obtenido de su desarme, la lógica puede ser la inversa, es decir, que se puede disparar el intento de hacerse con armas nucleares para salvaguardar la soberanía y la independencia.

La invasión de Ucrania por parte de Rusia, a pesar de sus garantías de seguridad y al verse abandonada por el resto de países ayudan a entender lo que ya está sucediendo en otros países. Por ejemplo, en Japón, donde el ex primer ministro Shinzo Abe argumentó que “Japón debería romper un tabú de larga duración y mantener un debate activo sobre las armas nucleares, incluido un posible programa de ‘compartición nuclear’.”