Conflicto
Lebedev, el lord más incómodo de Westminster
Crece la presión sobre Johnson para que retire el título al oligarca ruso que tiene un asiento en la Cámara Alta
En abril de 2018, Boris Johnson, siendo ya ministro de Exteriores, fue fotografiado en el aeropuerto italiano de San Francesco d’Assisi por un grupo de turistas. Tenía un aspecto completamente deplorable y no podía disimular su cansancio. La noche anterior había estado en una de las míticas fiestas que Evgeny Lebedev celebraba en su Palacio Terranova.
Entre la `socialité británica´, los eventos organizadas por el magnate ruso -propietario del rotativo ‘Evening Standard’ (que compró en 2009 por tan solo una libra) y ‘The Independent’ (que también adquirió cuando atravesaba dificultades económicas)- son memorables. No falta alcohol, caviar ni música, con conciertos privados de Elton John o grupos como Pet Shop Boys. La regla es del “todo vale”.
Durante años, como anfitrión de generosidad desorbitada, Evgeny ha conseguido hacerse un hueco en el Establishment británico, codeándose con políticos, actores, empresarios y aristócratas. Pero siempre ha levantado las sospechas de los servicios secretos porque, por encima de todo, es hijo de Alexander Lebedev, un antiguo agente de la KGB.
Aunque eso nunca ha supuesto ningún problema para Johnson. Es más, una de las primeras decisiones que tomó cuando se convirtió en primer ministro fue nombrarle Lord, convirtiéndole así en el primer ruso en entrar en la Cámara Alta de Westminster, cuyos miembros no son elegidos por el pueblo británico, pero sí tienen voz y voto en la legislación.
La invasión de Ucrania ha puesto ahora en el punto de mira una de las amistades más polémicas de la historia reciente del Reino Unido. Desde hace tiempo, los servicios de inteligencia vienen pidiendo a Johnson que corte vínculos con el ruso. Por su parte, la oposición demanda que se le retire de inmediato el título de Lord. Pero el inquilino de Downing Street se opone a todo, planteando así, según sus críticos, serias amenazas para la propia seguridad del país.
Con las fotografías de abril de 2018 saltaron ya las alarmas. El exespía ruso Sergei Skripal y su hija Yulia habían sido atacados con el agente nervioso novichok en la localidad inglesa de Salisbury. Pero aun así, Johnson tomó un avión destino Italia para acudir a una de las grandes fiestas de Evgeny.
Decidió acudir solo a la cita, sin tan siquiera guardaespaldas. En definitiva, estamos hablando de que el máximo responsable de la diplomacia de Reino Unido estaba en una fiesta junto al magnate ruso y su padre (un ex agente de la KGB) sin que nadie pudiera ver qué hacía o que decía. Aunque en teoría, el padre de Evgeny ya no trabaja para el régimen de Vladimir Putin, según un libro publicado el año pasado por Jacopo Iacoboni, reportero financiero del diario La Stampa, sus actividades en Umbría -escenario de grandes fiestas- se han relacionado con “espionaje e injerencia en el extranjero”.
La amistad de Johnson con Evgeny comienza en 2009, tan solo un año después de que el excéntrico político se convirtiera en alcalde de Londres. Los Lebedev acaban de comprar el Evening Standard, el influente vespertino de la capital británica.
Por aquel entonces, el ruso era un gran desconocido en la cúpula del Establishment. Pero en junio de 2009, organizó una fiesta de recaudación de fondos en una de sus mansiones en el oeste de Londres, en memoria de la esposa de Mikhail Gorbachev. El que fuera dirigente de la antigua Unión Soviética estaba presente y fue la gran atracción. Tras la velada, Evgeny invitó a Johnson a almorzar al Blueprint Café, un exclusivo restaurante cerca del Tower Bridge con vista al Támesis. Conectaron al instante.
El entonces alcalde londinense vio una oportunidad en un hombre que estaba desesperado por complacer, establecer contactos y abrirse camino en el Reino Unido. El excéntrico político, convertido hoy en primer ministro, se hizo tan cercano al oligarca que visitó el castillo en Perugia -base de fiestas donde todo vale- cada octubre durante cinco años consecutivos, de 2012 a 2016. El anfitrión se hacía cargo de todos los gastos: entre 2013 y 2015, Johnson aceptó 7,150 libras en concepto de vuelos y alojamiento, justificándolos en las declaraciones de gastos firmadas a mano como “eventos sociales networking”.
A medida que la amistad se afianzaba, el ruso iba mostrando opiniones políticas que iban muy en línea con el Kremlin en asuntos tan polémicos como la guerra en Siria o la invasión de Crimea. Es más, el 10 de agosto de 2013 llegó a publicar un mensaje en twitter donde planteaba incluso la posibilidad de que fueran los servicios secretos británicos, en lugar de Vladimir Putin, los que estuvieran detrás del asesinato Alexander Litvinenko, el ex espía ruso muy crítico con el Kremlin, envenenado en 2006 con polonio a través de un té contaminado que tomó en un céntrico hotel de Londres.
Y a pesar de todo, Johnson seguía manteniéndose a su lado. No solo en fiestas. En los momentos decisivos de su carrera, el oligarca también ha estado muy presente. En febrero de 2016, por ejemplo, el ruso estuvo en el selecto círculo de amistades que acudieron a casa de Johnson en Islington la noche en la que se decidió que finalmente haría campaña por un Brexit, un movimiento estratégico para posicionarse entre las filas `tories´.
Diversión y negocios siempre han ido de la mano. En las fiestas de Navidad que los Lebedev organizan anualmente en su mansión de Belgravia, el exclusivo barrio londinense, no falta nadie. Los políticos —de todo signo— suelen llegar a primera hora. Los elegidos por el anfitrión pasan a “la sala de Stalin” para tener algo más de privacidad en las conversaciones de interés. Y ya entrada la noche, van llegando cantantes, actrices y demás ‘celebrities’.
Johnson ha descrito en alguna ocasión a su amigo como “una fuerza importante para hacer el bien”. Y, a día de hoy, sigue defendiendo su decisión de haberle otorgado el título de Lord “por su contribución a la sociedad y al servicio público”. Por su parte, el oligarca ha utilizado su periódico Evening Standard para asegurar que no es “un agente ruso” o un “riesgo para la seguridad del Reino Unido”. Descarta las “especulaciones” en los medios, asegura que se opone a la invasión de Ucrania por parte de Putin y niega haber interferido en la cobertura editorial de sus medios. Asimismo, también advierte contra el riesgo a la “rusofobia, como cualquier otra fobia, intolerancia o discriminación”. Su padre, el ex agente de la KGB, que se cree que permanece en Moscú, de momento guarda silencio.
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