Defensa

Europa reabre el debate de las armas nucleares ante la posibilidad de un Trump II

El aislacionismo del favorito republicano reabre el debate sobre una política de defensa común y la necesidad de que la UE desarrolle su propio arsenal nuclear

Brussels (Belgium), 15/02/2024.- Portugal's Defense Minister Helena Carreiras (L) speaks with German Defense Minister Boris Pistorius (2-L) prior to the official photo after a meeting of NATO Ministers of Defence at the Alliance headquarters in Brussels, Belgium, 15 February 2024. NATO defense ministers are meeting at NATO headquarters in Brussels on 15 February to address defense spending, ammunition production and support to Ukraine, among other topics. (Bélgica, Ucrania, Bruselas) EFE/EPA/...
Meeting of NATO Ministers of Defence in BrusselsOLIVIER MATTHYSAgencia EFE

Se suele definir la política de defensa común europea como una bella durmiente a punto de despertarse, pero que nunca llega a hacerlo del todo. En los últimos años, son muchos los apuestos príncipes que han intentado con un beso hacer que la princesa cogiera las armas. La salida de Reino Unido del club comunitario -que siempre ponía palos en las ruedas a esta posibilidad, en pos de un enfoque atlantista- fue interpretada como una oportunidad a la que siguió la elección como Donald Trump como presidente de Estados Unidos en 2016 y sus amenazas de dejar de proteger a los aliados europeos que no invirtieran en su propia defensa.

Tras la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca y la restauración del vínculo transatlántico, el debate parecía en punto muerto, pero la vergonzosa y caótica retirada de Afganistán volvió a revitalizarlo y reabrir una brecha entre EE UU y sus aliados europeos. Como respuesta, la Unión Europea aprobó el plan de Josep Borrell, el máximo representante de la diplomacia comunitaria, para poner en marcha una fuerza de intervención rápida de 5.000 soldados que pudiera responder ante situaciones de crisis sin el paraguas de Washington.

La invasión de Ucrania por parte de las tropas de Vladimir Putin, de la que esta próxima semana se cumplen dos años, ha conseguido también revitalizar la relaciones entre la UE y EEUU y la propia existencia de la OTAN que ha visto como el viejo enemigo al que se creía muerto no había desaparecido. Pero las malas noticias en el campo de batalla y la posible vuelta de Trump a la Casa Blanca han suscitado un clima de pesimismo en el seno de la organización militar y la reflexión de que la seguridad europea no puede ponerse en cuestión cada cuatro años, dependiendo de quien ocupe el despacho Oval. Si en el anterior mandato de Trump, su aislacionismo parecía propio de su perfil de «outsider», ahora sus tesis han calado en el conjunto del Partido Republicano. En el incierto tablero geopolítico del siglo XXI, parte de los estadounidenses consideran que es mejor centrarse en la seguridad del Indo- Pacífico, con China como gran amenaza a su hegemonía, y que los europeos deben ser los que se defiendan solos de la amenaza rusa. Un giro que ya comenzó durante la época de Barack Obama y que puede afianzarse en los próximos años.

En Washington, ya no siente el aliento de Putin tan cerca. La famosa cláusula de defensa colectiva, el Artículo 5, puede quedar en papel mojado, a pesar de que durante esta pesada semana la OTAN ha recordado una y otra vez a Washington que sigue necesitando a los europeos y que su propia seguridad depende también de una organización militar fuerte. Pero no se sabe si estos mensajes acabarán calando. Trump incluso ha llegado a alentar a Rusia con invadir a aquellos países que no contribuyan con el gasto en Defensa, a pesar de que en los últimos años éste ha crecido de manera vertiginosa, sobre todo en el flanco Este. Según los últimos datos de la Alianza, este año 18 de los 31 aliados cumplirán la meta del 2% del PIB establecida en 2014 durante la cumbre de Gales. Alemania, siempre lastrada por sus fantasmas históricos, ha anunciado esta semana que este año llegará al 2% del gasto y comienza a reflexionar en voz alta sobre cómo adaptarse a un mundo cada vez más peligroso. Esta última semana ha estado protagonizada por el debate cada vez más acuciante en Berlín de la necesidad de que la UE desarrolle su propio arsenal nuclear, para reducir la dependencia de EE UU. Entre los aliados, tan sólo Francia y Reino Unido tienen este tipo de armas aparte de Washington, pero puede ser insuficiente. Ha sido el ministro de Finanzas alemán, el liberal Christian Lindner, el primero en hablar abiertamente del tema, si bien el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, ha evitado mojarse en la reunión ministerial que tuvo lugar esta pasada semana en Bruselas. El ganador de la elecciones en Finlandia, el conservador, Alexander Stubb, es partidario de que tras la entrada en la Alianza, su país pueda albergar armas nucleares, en lo que supone un giro respecto a la postura tradicional finlandesa.

La invasión de Ucrania ha supuesto el pistoletazo de salida del rearme europeo y la ruptura de muchos tabúes. Por primera vez los Veintisiete han utilizado un fondo común, aunque formalmente fuera del presupuesto comunitario, para socorrer al país invadido por Vladimir Putin; están cooperando en establecer capacidades comunes y se han comprometido a producir un millón de proyectiles en un año como ayuda también a Ucrania.

Todo indica en que esto es solo el principio de una era en la que la paz ya no se da por garantizada. Se espera que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anuncie este próximo lunes desde Alemania su candidatura para un segundo mandato al frente del Ejecutivo comunitario en el que la Defensa europea sería una de sus principales prioridades. Para abrir boca, ha concedido una entrevista esta pasado viernes en el periódico «Financial Times» centrada en la necesidad de fortalecer la industria armamentística europea y el desarrollo de capacidades comunes, ya que no se trata tan sólo de gastar más sino de gastar mejor.

El próximo 27 de febrero, el comisario de mercado Interior, Thierry Breton, presentará un nuevo plan que incluirá un fondo valorado en 100.000 millones de euros y del que todavía se desconocen los detalles. Parece difícil que esta iniciativa pueda salir adelante antes de que termine la legislatura europea que finalizará con los comicios europeos del mes de junio, pero nadie duda de que marcará el previsible segundo mandato de Von der Leyen que puede coincidir con la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca. Hay que ir preparando el terreno. La bella durmiente puede despertar de manera definitiva.