Defensa

Stoltenberg recuerda a EE UU que su propia seguridad depende de la OTAN

Este año, 18 miembros de la Alianza alcanzarán el 2% del PIB en gasto en Defensa

Los ánimos en la OTAN están caldeados. Las palabras de Donald Trump este pasado fin de semana, en las que alentaba a Vladimir Putin a invadir a aquellos países que no contribuyan con el gasto del 2% en Defensa, han enfadado hasta a alguien tan templado como Jens Stoltenberg, quien ya lidió con Trump durante su primer mandato en la Casa Blanca.

Pero si bien las amenazas de dejar a los países europeos a la intemperie fueron una constante durante el anterior periodo de Trump, ahora cobran una dimensión nueva tras la guerra en Ucrania que próximamente cumplirá dos años. El aliento de Putin está cada vez más cerca de los países del flanco oriental de la OTAN.

La disuasión está en la mente de nuestros adversarios. No debemos dejar margen de error de cálculo o malentendido en Moscú sobre nuestra disposición, nuestro compromiso y nuestra determinación de proteger a todos los aliados”, ha asegurado el secretario general de la OTAN quién también ha recordado una y otra vez que la seguridad de Estados Unidos también depende del resto de los aliados.

Stoltenberg ha argumentado que mantener fuerte a la Alianza militar es de “interés nacional para EE UU” quién “nunca ha librado un guerra solo”. La organización militar se basa en el conocido artículo 5 de defensa mutua por el que un ataque a uno de los aliados origina una respuesta en el resto. El uno para todos y todos para uno que ahora Trump pone en cuestión, lo que socava los fundamentos del vínculo transatlántico desde la II Guerra Mundial.

Es cierto que EE UU lleva tiempo quejándose de que los europeos no invierten lo suficiente en defensa y los reproches comenzaron durante la etapa de Barak Obama en el Despacho Oval. Fue precisamente tras la anexión de la península de Crimea en 2014 por parte de Rusia cuando los aliados se comprometieron a gastar el 2% del gasto en Defensa en la próxima década. Después de la invasión de Ucrania, los jefes de Estado y de Gobierno decidieron en julio del año pasado que esta meta fuera un mínimo y un techo.

Actualmente tan sólo once miembros de la Alianza cumplen con este objetivo, pero Stoltenberg ha anunciado que este año esta cifra llegará a 18. De hecho, este mismo miércoles Alemania ha asegurado que su gasto en Defensa alcanzará el 2%, una cifra que no alcanzaba desde la Guerra Fría y que confirma la militarización de la Unión Europea.

Trump precisamente siempre ha señalado a Berlín en la lista de los morosos al entender que su posición económica como locomotora europea no correspondía con su gasto militar. España se sitúa en el furgón de cola de los aliados con el 1,3% y se espera que llegue al 2% en 2029. Según los datos desgranados por el secretario general de la OTAN, el año pasado los aliados europeos y Canadá incrementaron un 11% su gasto en Defensa, unos números récord. Sin embargo, se calcula que ahora mismo Rusia destina el 6% de su PIB en el capítulo militar.

Stoltenberg ha hecho estas declaraciones antes de a reunión de ministros de Defensa que tendrá lugar este jueves en la capital comunitaria y que abordará la necesidad de seguir armando a Ucrania y de incrementar la capacidad de producción armamentística europea, sobre todo de munición. Estos últimos días han estado caracterizados por diferentes avisos sobre la posibilidad de extensión del conflicto. Un informe de los servicios secretos de Estonia publicado este martes alerta de un posible ataque a un país de la OTAN en los próximos diez años. Este pasado viernes, el ministro de defensa danés, Troels Lund Poulsen, aseguró que Putin podría atacar un país de la OTAN en 3 o 5 años y pidió reforzar la defensa aérea. El almirante holandés Rob Bauer también ha instado a los países europeos a que estén preparados para la guerra y que se planteen el servicio militar obligatorio en las próximas dos décadas

A pesar de estos mensajes, Stoltenberg ha dejado claro que “aunque no se pueda dar la paz por garantizada”, no hay una “amenaza inminente contra ningún aliado de la OTAN”.