Reino Unido
«Fue aterrador, pasé la última hora escondida en el baño»
Las azafatas de la Cena de los Presidentes, el mayor escándalo sexual de la City londinense de los últimos años, desvelan nuevos detalles de las vejaciones a las que fueron sometidas por los comensales
Las azafatas de la Cena de los Presidentes, el mayor escándalo sexual de la City londinense de los últimos años, desvelan nuevos detalles de las vejaciones a las que fueron sometidas por los comensales.
Jueves 18 de enero. Diez de la noche. El reconocido presentador de Channel 5 Jonny Gould se sube al escenario: «Bienvenidos al evento más políticamente incorrecto del año». Éste es el pistoletazo de salida para la llamada Cena de los Presidentes. Los más de 300 comensales engalonados en sus esmóquines aplauden. Todos son personalidades del mundo de los negocios y la política. Todos son hombres. Desde hace más de 30 años, el evento se celebra anualmente en el prestigioso Hotel Dorchester con el objetivo de recaudar fondos para causas benéficas. Nadie sabe lo que ocurre tras las puertas porque se trata casi de una sociedad secreta. A lo largo de estas tres décadas se han recaudado más de 20 millones de libras (24 millones de euros) para los niños más desfavorecidos. Y mientras fuera llegando el dinero nadie hacía preguntas.
En esta edición, los lotes de la subasta incluyen desde un almuerzo con Boris Johnson, ministro de Exteriores, hasta un té con el gobernador del Banco de Inglaterra, Mark Carney. La velada vuelve a ser un éxito. Los hombres más ricos de la capital británica reúnen más de dos millones de libras (unos 2,5 millones de euros) para el Hospital Infantil Great Ormond Street. El problema es que, entre puja y puja, acosan sexualmente sin escrúpulos a las 130 jóvenes azafatas, obligadas a firmar un contrato de confidencialidad sin ni siquiera poder leerlo. «Te ofrezco 50.000 libras por tener sexo conmigo», dice uno de los invitados, de unos 70 años, a una de las chicas, de sólo 19. Cuando ésta le dice que no, horrorizada por que la tomen por una prostituta, el comensal sube la oferta: «75.000 libras entonces. Mi hija menor es mayor que tú, me gusta que seas tan joven».
El pasado miércoles, el reputado «Financial Times» denunció los abusos que se cometen cada año en esta cena de postín gracias al reportaje con cámara oculta que publicó Madison Marriage, una de sus periodistas que pudo infiltrarse como azafata. Desde entonces, no han parado de salir chicas que, de manera anónima cuentan el acoso que padecieron. El escándalo toca de lleno a la City y sale a la luz cuando Westminster atraviesa un momento delicado, después de que todos los partidos salieran salpicados por un caso de abusos que, a finales del año pasado, terminó con la carrera del ministro de Defensa, Michael Fallon, y el viceprimer ministro, Damian Green.
La primera víctima política que se ha llevado la Cena de los Presidentes ha sido el laborista Lord Mendelsohn, quien fue obligado a abandonar el partido tras saberse que acudió al bochornoso evento. El lord, de 51 años, está casado con Nicola, vicepresidenta de Facebook para Europa, Medio Oriente y África, quien ha hablado en varias ocasiones sobre los derechos de las mujeres en el trabajo. La dimisión de Mendelsohn ejerce presión sobre Nadhim Zahawi, secretario de Estado responsable de Menores y Familias, que también asistió al evento. El «tory» se ha disculpado y asegura que se fue temprano, pero su compañera de formación y diputada Maria Miller, presidenta del comité de Igualdad, considera que su decisión de acudir a este tipo de cenas era «inaceptable».
El famoso presentador de televisión Jonathan Ross, que actuó como maestro de ceremonias hace más de una década, asegura que recuerda la velada como «probablemente la peor que me tocó presentar». «Fue bastante repelente», señala. Si bien no recuerda haber presenciado «nada malo», sostiene que tras aquel trabajo se negó a volver a colaborar con los organizadores del evento. Otras personas que han asistido a fiestas organizadas por el mangnate Bruce Ritchie –uno de los responsables de la cena y conocido donante de campañas conservadoras– aseguran que siempre ha habido «bellas mujeres» animando.
Tras todo el escándalo, el Club de los Presidentes se ha visto obligado a cerrar y las ONG que recibieron los fondos de esta edición han devuelto hasta el último céntimo. «Fue aterrador. Pasé la última hora escondida en el baño», asegura al «Daily Mirror» una de las chicas de manera anónima. La estudiante revela que los asistentes se querían «comer» a las azafatas más jóvenes. «Un hombre me hizo sentarme a su lado e intentó darme un postre de chocolate con cuchara. Fue lo más asqueroso», revela. «Sé que los hombres tenían habitaciones reservadas. En la fiesta posterior, todos estaban buscando a las chicas a tientas. Había algunas sentadas en sofás tratando de alejarse de estos tipos espeluznantes», matiza. Añade que Caroline Dandridge, fundadora de Artista Events –la agencia responsable de la contratación– les dijo justo antes del evento: «Los hombres van para divertirse y olvidarse de sus esposas». Las chicas recibieron 150 libras (170 euros) por nueve horas, más 20 libras para el viaje de vuelta. Según «Financial Times», a su llegada al hotel les hicieron firmar un acuerdo de confidencialidad que no les dejaron leer. «Lo único que nos dijeron fue que no contáramos nunca nada de lo que allí ocurría, ni a compañeros de piso, novios, colegas de trabajo, a nadie nunca», asegura una de las afectadas.
Dandrige aseguró al rotativo salmón no tener constancia de este tipo de comportamientos abusivos. Sin embargo, cuando se contrataba a las chicas –el anuncio era para «altas, delgadas y guapas»–, ya les advertía de que los invitados tratarían de molestarlas, que no podrían llevar el teléfono móvil o que sería mejor que evitaran decirles a sus parejas que era un evento exclusivo para hombres. Respecto al uniforme, las reglas eran llevar «zapatos negros sexys», ropa interior negra y maquillarse como si fueran a «un sitio elegante y sexy».
El líder de los liberaldemócratas, Vince Cable MP, y su segundo, Jo Swinson, han escrito una misiva a la responsable de la Policía Metropolitana, Cressida Dick, donde piden investigar la «naturaleza criminal de las acusaciones», en particular «los delitos de acoso y proxenetismo que parecen haber tenido lugar». «Las mujeres deben poder confiar en que los responsables de actos de acoso sexual, abuso y agresión son llevados hasta la Justicia», matiza la misiva. No puede haber lugar en este país para este tipo de comportamientos, ni este tipo de «sociedades secretas» detrás de las cuales los acosadores pueden esconderse», recalcan.
Otra de las jóvenes aseguró a ITV que estaba «cien por cien segura» de la presencia de prostitutas en la sala del Dorchester donde se celebró la fiesta tras la velada. Desde la agencia de contratación lo niegan. Pero lo cierto es que el prestigioso hotel siempre ha tenido fama de permitir la entrada a señoritas de compañía. Al igual que otros establecimientos de cinco estrellas en Park Lane y calles aledañas del exclusivo barrio de Mayfair, el Dorchester es un imán para las prostitutas atraídas por los huéspedes adinerados. La agencia de prostitutas de lujo City Butterflies cita su bar como uno de los mejores de Londres, sugiriendo que los clientes suelen invitar a una o dos chicas a tomar una copa antes de mudarse al famoso restaurante China Tang del hotel. En un comunicado, el hotel ha respondido asegurando tener «política de tolerancia cero» con respecto a cualquier abuso.
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