Estado Islámico
El Ejército iraquí arrebata el bastión de Ramadi a EI
El Ejército de Irak proclamó ayer su victoria sobre el Estado Islámico en Ramadi, la capital de la mayor provincia de Irak, situada a sólo 100 kilómetros al oeste de Bagdad. Éste es el primer gran triunfo de las fuerzas iraquíes entrenadas por Estados Unidos desde que sufrieran la gran derrota militar en Mosul, en junio de 2014. Las fuerzas iraquíes tomaron ayer por la tarde la antigua sede de Gobierno local en Ramadi, el último bastión de Estado Islámico en la ciudad, según informó un portavoz del Ejército de Irak. «Todos los combatientes del Estado Islámico han huido. No queda más resistencia», anunció Sabá al Numani, portavoz de la unidad de élite antiterrorista iraquí. Sin embargo, el Departamento de Estado norteamericano no podía confirmar al cierre de esta edición si finalmente las tropas iraquíes habían podido tomar el control del centro gubernamental de Ramadi.
El asalto final a la capital supone la culminación de una operación que comenzó el pasado martes para arrebatar a los yihadistas el control de este bastión, capturado por los yihadistas en el mes de mayo, en lo que se convirtió en uno de los mayores reveses para el Ejército iraquí desde la aparición de la organización terrorista. La ciudad llevaba semanas rodeada por las fuerzas gubernamentales y bajo el intenso bombardeo de los aviones de la coalición internacional liderada por Estados Unidos. «El siguiente paso es limpiar las bolsas que puedan existir por la ciudad», destacó el portavoz militar Sabá al Numani.
La televisión pública difundió imágenes de militares, todoterrenos y carros de combate avanzando por las calles de Ramadi, llenas de escombros y restos de los edificios derrumbados. Algunos barrios parecen haber quedado totalmente destruidos por los combates. Ramadi, capital de la provincia de Anbar –de mayoría suní–, se encuentra a sólo dos horas en coche de Bagdad y su reconquista se ha convertido en la máxima prioridad a corto plazo del Gobierno iraquí tras su exitoso contraataque en la ciudad de Tikrit, de la que expulsaron en abril a Estado Islámico.
En la televisión también se retransmitieron imágenes de celebraciones en las ciudades de mayoría chií situadas al sur de Bagdad, con bailes en las calles y banderas iraquíes ondeando desde los coches. Por el momento no hay una cifra oficial de las bajas durante la batalla, pero las autoridades aseguran que la mayoría de los civiles que estaban en la ciudad pudieron ser evacuados antes del ataque. Otras fuentes aseguran que al menos 40 yihadistas fueron abatidos en el transcurso de la operación.
Falih Al Essawi, miembro de la autoridad local de Ramadi, pidió al Gobierno restablecer los servicios en la capital rápidamente y comenzar su reconstrucción para permitir la vuelta de los desplazados durante la batalla. El Ejecutivo central iraquí, liderado por el primer ministro chií Haaider al Abadi, dijo que Ramadi sería entregada a la Policía local y a las fuerzas tribales suníes una vez que fuera recuperada, una medida dirigida a ganarse la confianza de las comunidades locales en la lucha contra el EI. «La hemos entregado a cientos de combatientes de las tribus, su papel será defender el terreno», afirmó el general Yahya Rasool, portavoz del comando conjunto de operaciones. «El hecho de que los jefes de las tribus velen por la seguridad será un alivio para los civiles», añadió.
El Ejército iraquí perdió un tercio del país en 2014 tras una ofensiva del Estado Islámico, que declaró un califato para gobernar sobre todos los musulmanes desde Siria e Irak, llevando a cabo asesinatos masivos e imponiendo las leyes islámicas. Su ascenso vino de la mano de la rápida caída del Ejército iraquí, que abandonó varias ciudades de manera sorpresiva dejando atrás flotas enteras de vehículos armados y armamento norteamericano, que cayó en manos del Estado Islámico.
Ésta es la primera gran victoria del Ejército iraquí, ya que anteriores avances como el que permitió tomar Tikrit se debieron al empuje de las milicias paramilitares chiíes apoyadas por Irán. Sin embargo, Ramadi ha sido tomada por el Ejército sin ayuda de las milicias chiíes, apartadas de la batalla para evitar tensiones con la población suní y eludir de esta forma los enfrentamientos entre miembros de las dos ramas del islam y escenas de venganza que se vivieron tras la recuperación de Tikrit.
Ahora, el siguiente objetivo militar es la toma de la ciudad de Mosul, la más poblada del norte de Irak y en manos del Estado Islámico desde junio del año pasado. «La fácil victoria de Ramadi es una buena noticia para los vecinos de Mosul», destacó Al Numani. EE UU tenía previsto que las tropas iraquíes hubieran recuperado Mosul en 2015. Reuters
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