Política

Derechos Humanos

Las víctimas más frágiles de la guerra

Ante el Día Internacional de la Mujer, LA RAZÓN conversa con dos activistas de Yemen y Siria, dos países sumidos en una guerra cruenta que ha dejado miles de muertos. Tanto Dalia como Fadwa reivindican su papel en el proceso de paz y reconciliación nacional

Dalia Qasem y Fadwa Mahmud. Fotos: Cristina Bejarano/ Alberto R. Roldán
Dalia Qasem y Fadwa Mahmud. Fotos: Cristina Bejarano/ Alberto R. Roldánlarazon

«Ahora nuestra lucha es sobrevivir en Yemen»

Lejos de llegar a su fin, la guerra que estalló en Yemen hace casi cuatro años sigue diezmando a la población. Según Amnistía Internacional, todos los contendientes «cometen espeluznantes crímenes de guerra y abusos contra los derechos humanos en todo el país, causando un sufrimiento insoportable a la población civil». Entre los más afectados están las mujeres, como explica Dalia Qasem, directora de la Fundación Niñas de Hodeida: «La mujer en Yemen ha perdido sus derechos y su situación es peor allí donde hay enfrentamientos. Antes de la guerra la mujer estaba luchando por conseguir sus derechos, pero ahora solo trata de sobrevivir», explica en la sede de Oxfam en Madrid.

Entre el reguero de pobreza y miseria que está dejando el conflicto, la historia de Dalia sobresale por su carga de optimismo. Su tozudez le brindó un futuro que no muchas mujeres yemeníes han conquistado. Siendo una adolescente decidió llevar la contraria a sus padres, a la sociedad y a los valores tradicionales de su pueblo. «Sentí la necesidad de no seguir la trayectoria de muchas niñas que había en mi familia, que estudiaban primaria, quizá algo de secundaria y luego se casaban. Yo no quería eso para mí, sino algo diferente. Mi primera lucha fue ir a la universidad, pero la oposición más dura vino cuando me puse a trabajar y, sobre todo, a viajar al extranjero, porque eso va en contra del papel de la mujer».

Esta activista considera que «la situación de los derechos de la mujer en el resto del mundo varía por países, pero en cierto sentido es la misma porque en ningún lugar la mujer disfruta de todos sus derechos plenamente». En Yemen, antes de la guerra, «la mujer estaba presente en todas las esferas, pero con el estallido del conflicto está más centrada en el trabajo humanitario».

La violencia sexual contra las yemeníes se ha disparado desde el inicio de la guerra civil. Mientras, los matrimonios tempranos se mantienen como una tendencia en la sociedad local. Dalia se declara «una afortunada» porque no sufrió esa realidad, pero recuerda que en muchas ocasiones hay niñas que son casadas a los nueve años; han encontrado incluso casos de niñas obligadas a contraer matrimonio con tres años.

«La mujer es torturada y mancillada en Siria»

La activista siria Fadwa Mahmud es un ejemplo de madre coraje, una mujer incansable y valiente. Estuvo dos años en prisión por sus ideas políticas en los años 90 y en 2012 sufrió un golpe fatal cuando su marido y uno de sus hijos fueron detenidos y desaparecieron tras ser arrestados en el aeropuerto de Damasco. Desde entonces no ha dejado de pelear para que sus seres queridos –y los de otras muchas mujeres en su misma situación– vuelvan a casa.

Fadwa es la cofundadora de Familias por la Libertad, una organización siria compuesta en su mayoría por mujeres cuyo objetivo es saber qué ha pasado con las decenas de miles de personas detenidas y desaparecidas en su país. Según algunos cálculos elaborados por organizaciones humanitarias, hay al menos 110.000 personas en esa situación, pero ella estima que la cifra es mucho mayor.

La guerra civil ha puesto a la mujer en una situación de mayor fragilidad, denuncia Fadwa. «Antes del conflicto, la mujer solo tenía derechos ornamentales. Siempre estuvimos bajo el yugo del régimen. Para lograr avances se necesitaba una lucha constante, y lamentablemente no muchas mujeres estaban dispuestas a pagar un precio», lamenta Fadwa.

Las cosas cambiaron con la erupción de la Primavera Árabe: «La falta de libertades individuales tenía a las mujeres encerradas, pero cuando vieron una luz de libertad explotó toda esta energía y fuerza», relata. «En ochos años de guerra, la mujer ha sido la gran víctima», añade durante su estancia en Madrid para presentar una exposición en la Casa Árabe organizada por Amnistía Internacional, donde se exhiben objetos de los desaparecidos, entre ellos la cartera de su marido.

Los estragos de la guerra siria han perjudicado al lado más débil: «La mujer quedó desamparada, sin hijos y sin marido, que murieron o desaparecieron o se fueron a hacer la guerra. Tuvo que aprender a vivir sin un varón que trajera dinero y comida a casa. La mujer ha sido mancillada y torturada en Siria. La guerra solo agravó su situación, que ya era de por sí frágil». Fadwa cree que en su país «hay mujeres formidables que deben tener un papel clave en el proceso de reconciliación».